“La moral y la justicia son elementos que no deberían mezclarse al momento de pretender establecer parámetros legales en una sociedad, pues con ello se limita la objetividad cuando se obstaculiza el buen funcionamiento de la aplicación de los derechos humanos y fundamentales de las mujeres establecidas en el territorio dominicano, a raíz de las exigencias hechas por el género femenino en reclamación al reconocimiento de las 3 causales que no penalizarían el aborto, cuyos efectos jurídicos caerían encima de la sociedad, de la normativa jurídica y de los administradores de la justicia de la República Dominicana.”
A la gente de nuestro país les gusta que ejemplifiquen las cosas para poder comprenderlas, digerirlas para posteriormente entenderlas o asimilarlas desde el punto de vista del exponente, es por esta razón que comenzaré diciendo lo siguiente:
Vengo de una familia católica, honesta, muy trabajadora, de pueblo, con lineamientos educativos que se desprenden de la moral y los principios sociales que como sociedad casi todos conocemos. Somos 4 hijas, una esposa y una nieta. Muchas mujeres, ¿verdad? Llevamos el peso de ser vistas moralmente por todo lo que hacemos y como lo hacemos, por las decisiones que tomamos y como la tomamos, eso incluye los ojos de nuestros propios padres, quienes han sido los responsables de la educación que tenemos cada una de nosotras, y quienes concomitantemente serán los responsables ante la sociedad por todo lo anteriormente dicho sobre nuestros actos. Es decir, también es su carga.
Me siento orgullosa de mi educación. Fuerte, con directrices muy claras, castigos y unas cuantas pelitas bien buscadas, porque créanme que no he sido un pichón fácil, sin embargo, no puedo juzgar el mundo por mis creencias, mis principios y mi moral impuesta por entorno familiar. Eso es solo mío.
¿A dónde quiero llegar con todo esto? A no querer aspirar a tener una sociedad que se comporte tal cual me comporto yo conforme a la crianza que he tenido, pues tendría entonces, un pensamiento cerrado y egoísta que no me permitiría dejar ver los problemas de los demás y de los que inclusive, podría víctima en un futuro. Nos guste o no, somos hijos de la vida y no podemos predecir lo que nos depare la misma.
No puedo pretender que el mundo completo tenga mi propia educación, sin que ello signifique que la mía es mejor o peor que la educación impuesta o recibida por cualquier otro sujeto de mi propio entorno o territorio. El punto aquí es abrirse, comprender, aceptar, reconocer para poder entender que hay que respetar las decisiones de los demás sin permitir que esto nos afecte, más cuando se trata de reconocer los derechos ajenos o individuales, los cuales debemos aprender a ver de manera objetiva y sin tabúes prejuiciados por la moral.
Los tiempos han cambiado y seguirán cambiando constantemente y no podemos seguir aferrados a las ideologías religiosas y morales con las que hemos crecido para poder aceptar algunos cambios que no son tan digeribles en la sociedad o en la misma iglesia católica.
Hablamos del aborto. Un tema complicado ¿no? Al venir de una de familia llena de mujeres, me siento parcializada por entender más los derechos de las mujeres que son los que constantemente se ven lesionados cuando hablamos de reconocimientos de los mismos en la sociedad.
No tenemos que esperar que a alguien en nuestras familias le pase algo similar para poder comprender y aceptar que el aborto es una cuestión de decisión personas y que las leyes de nuestro país solo buscan regir o regular prácticas que se llevan a cabo constantemente en nuestra sociedad, pero de manera clandestinas y muy peligrosas cuando lo vinculamos a aquellas prácticas de aborto que deberían tener por lo menos un mínimo de atención especial por un personal capacitado y dentro de un entorno con las condiciones médicas adecuadas.
Aspiramos a que todo aquel que desee tomar la decisión de abortar, en nuestro caso sería, por las 3 causales propuestas por el legislador, podrá hacerlo. Dejemos que cada quien cargue con el peso de sus decisiones y no pretendamos seguir comportándonos como seres moralistas e hipócritas que cargan con el peso social de que querer hacer lo correcto siempre. Lo correcto es que lo haces por ti y para ti sin que le afecte a nadie.
Comúnmente, veo en las redes, frases como: “nadie puede decidir por mí” “soy dueña de mi propio cuerpo” “permitirán que muera en el intento, solo por no poder decidir”. ¿Saben qué? Tienen sus razones las mujeres que se sienten ofendidas porque la sociedad no acepta las causales propuestas para aplicar a un aborto cuando lo desee.
Por ello propongo, conocer primero las tres causales. El legislador propone no tipificar o penalizar el aborto en las siguientes circunstancias:
- Cuando represente un riesgo para la vida de la mujer;
- Cuando sea fruto de una violación o incesto;
- Cuando existan malformaciones fetales incompatibles con la vida.
La mujeres no solamente tienen el derecho de decidir sobre su cuerpo, sino también de ser responsables de cargar con sus decisiones, por ende, con sus consecuencias, lo que la sociedad no puede permitir, es que la que vida de estos seres humanos se siga poniendo en riesgo por culpa de las defensas morales que solo sirven de espejo para una sociedad que no busca soluciones a las problemáticas reales que surgen en el entorno. Seamos sinceros con nosotros mismos porque estas prácticas son más comunes de lo que imaginamos.
Sin ánimo de ofender a nadie, tenemos que reconocer que hay muchos padres, jóvenes, abuelos, hombres y mujeres que tienen que recurrir a la práctica del aborto a raíz de situaciones que no tienen que ver con las causales propuesta por el legislador, y practicarlo silenciosamente para luego juzgar duramente a la mujer y a quienes defienden encaradamente esta propuesta, no los hacen más correctos que todos ellos. Es hora de ir avanzando y abriéndonos a la idea de que esos principios morales no nos convierten en mejores personas. Creo más bien, en una buena educación desde casa, la debida orientación sexual que sale desde el núcleo familiar y una buena formación desde los centros educativos.
Desde el punto de vista legal, no solo sería un paso positivo en pro de la evolución y crecimiento de nuestro ordenamiento jurídico de frente a las múltiples problemáticas sociales que todavía no se encuentran reguladas, y como legisladores, somos los responsables de prever y buscar soluciones a todas aquellas circunstancias que sean problemáticas y no tengan una protección legal establecida.
Se dice, que cuando los problemas llegan a casa, el buen padre de familia, busca la mejor solución desde adentro. No tenemos que esperar la participación de la comunidad internacional 10 años más tarde, para comprender que hoy, tenemos una situación y es nuestro deber regular y poner un orden a los fines de velar por la protección de todas las mujeres que se encuentran en el territorio nacional.
Es por eso que pienso, que como abogada, no podría tomar decisiones o defender posiciones desde el punto de vista personal, de hacerlo así, mi defensa y mis decisiones estarían viciadas y parcializadas por mi mentalidad egoísta y seguramente no tendría resultados eficientes que aporten soluciones razonables y practicas a cualquier tipo de problema que se me ponga en las manos,
Abrirnos no nos convierte en libertinos o permisivos, al contrario, nos convierte en seres humanos que piensan en pro y protección de la sociedad y en el reconocimiento de los derechos que humanamente le corresponde, en este caso, a la mujer.