El discurso acerca del progreso, muy de moda en los líderes políticos nuestros, ha sido sacralizado en el contexto de la modernidad. Esta referencia al Progreso como ideal de desarrollo sería asumida desde los presupuestos de dos teorías: El modelo neoliberal y el ser humano como capital.
Para el modelo neoliberal el progreso dependerá de mantener los estándares macroeconómicos en los niveles más altos tanto en crecimiento como en estabilidad.
De ahí que, si tiene crecimiento y estabilidad, andamos bien independientemente de que en los principales indicadores sociales ocupemos los últimos lugares. Ese discurso del progreso y los indicadores macroeconómicos han dictado el horizonte de nuestros últimos gobiernos.
Para mantener este progreso el mismo ser humano será visto como capital y no como sujeto. Este divorcio entre sujeto y capital sería promovido desde los sistemas educativos.
En la educación actual se habla de formar personas para poder competir en medio de un mercado que se hace cada día más exigente. Formar para competir será el paradigma educativo que va a permear el discurso de las nuevas orientaciones en una sociedad mercantilizada.
La Universidad se ha convertido en una empresa que produce capital humano, y que ayuda a que tú, como capital tuyo, tengas más valor. O sea, en esta lógica el mismo ser humano al mismo tiempo es capital suyo.
El criterio de discernimiento ético, político y cívico, que legitimará en adelante la conducta individual y las formas de vida social pasa a ser el ser humano y su relación con el mercado de competencias. Y es criterio de discernimiento porque lo ético importa poco cuando se trata de producir riquezas y cuando se educa en esta lógica de competir, a esto Mahatma Gandhi se refiere como el comercio sin moral.
Aquí radica la razón principal de las grandes crisis económicas que han estremecido al mundo en los últimos años. La ética ha estado fuera de la escala de valores económicos y como se trata de competir para producir pareciera que se ha asumido el refrán que reza: En la guerra y el amor todo se vale.
En esta mitología del progreso no tiene cabida el ser humano más allá que la mera utilidad. Y es una lógica hasta cierto punto deshumanizante y excluyente porque ese mismo ser humano es, al mismo tiempo, el más afectado por las grandes crisis económicas creadas por quienes compiten. Y es el más afectado porque, la salida que han buscado los gobiernos en crisis, ha sido la de austeridad y recuperación de sus sistemas económicos y para ello han tenido que invertir más recursos precisamente en fortalecer lo que han debilitado otros y me explico:
Recuperar el sistema económico implica inyectarle más dinero al mercado en crisis, pero sin que exista ningún tipo de amonestación o castigo hacia quienes crearon las crisis. Es como si al final se premiara a los que han robado. Para asignar nuevas sumas de dinero en la recuperación económica entonces se deben reducir de otras partes.
En Estados Unidos, recuperarse de la crisis económica implicaba afectar los fondos de compensación social que el Estado dispone para la gente empobrecida. En España se intentó reducir las asignaciones a las Universidades y aumentar los créditos a los estudiantes. En República Dominicana, ante un déficit histórico la salida fue aumentar los impuestos en una pseudo reforma fiscal. Como se observa los poderes económicos terminan siendo los grandes beneficiados aun en medio de las crisis que ellos mismos ocasionan.
Estas medidas condujeron a que en España surgieran los Indignados y en Estados Unidos el Ocupa Wall Street. ¿Y aquí?