Hoy día, la sociedad dominicana es el escenario de una serie de males cuya solución es imperiosa para el futuro de un proyecto comunitario sustentable: la violencia, la hipercorrupción  administrativa, la baja calidad de la educación, la destrucción sistemática de nuestro entorno natural, el culto a la personalidad, la debilidad institucional y la violación a los derechos humanos y sociales.

La solución requiere de acciones políticas orientadas por una comprensión previa del origen de estos males, de sus características y de las estrategias para abordarlos. Por consiguiente, se necesita de una discusión crítica y de un análisis interdisciplinar de los mismos.

Tomemos el caso de la educación. Es un tema que requiere de un enfoque sociológico para analizar los factores sociales que inciden en su baja calidad, como son las condiciones socioeconómicas desfavorables o los entornos hostiles para el aprendizaje.

Pero no basta con un análisis sociológico. Se requiere también de una mirada antropológica que nos muestre los prejuicios, creencias e imaginarios generados por nuestra cultura y que pueden constituir obstáculos para el proceso de enseñanza-aprendizaje.

También, se necesita de una mirada psicológica para comprender el funcionamiento de los procesos de adquisición del conocimiento.

De igual modo, se necesita de una reflexión filosófica que permita cuestionarnos sobre los fundamentos de la educación asumida y los valores que la misma implica.

En síntesis, necesitamos de las disciplinas humanísticas, los saberes que nos permiten asumir una mirada crítica sobre los males sociales.

Y necesitamos que quienes tienes las responsabilidades en las instancias académicas dedicadas a promover y enseñar los saberes humanísticos estén a la altura de la misión de los mismos.

Esto significa resistirse a la tendencia rentabilista  que pretende anular el carácter crítico de las humanidades y reducir sus prácticas a meros “ejercicios profesionalizantes”.

Lo que dijo Theodor Adorno de la filosofía es válido para todas las humanidades. Se necesitan como crítica, como resistencia contra la hereronomía que intenta arroparnos en todas partes.