No existen trabajos en torno a la población inmigrante haitiana, llegada al país y, cual ha sido el nivel de inserción e integración .La sociedad dominicana, carece de políticas orientadas a la asimilación de la presencia haitiana y de cualquier otro grupo de migrantes.
Si bien desde el 1880 hasta 1990, como lo destacan los historiadores, tras los primeros 100 años de la migración, al servicio del desarrollo de la industria azucarera, se utilizó intensamente a los braceros haitianos, que vivían confinados en el Batey.
Periodo precedido por los años de la libre circulación, producto de la ocupación haitiana desde el 9 de Febrero de 1822 hasta el 27 de Febrero 1844, cuando se declara la independencia nacional, años que de alguna manera deben haber influido en la interacción social, intercambio cultural y mestizaje de ambos grupos, independientemente, de las fricciones propias del momento histórico.
El siglo XX, trajo una diversidad en la tipología de la movilidad entre ambos países, marcados por eventos de expansión y exterminio, y de falsa construcción de identidades, a partir de negar lo negro y promocionar lo blanco. Pero sobre todo de un flujo, que se contrae a finales de la década de los años treinta, para volverse incuantificable en los años subsiguientes, dada la cantidad de personas, que han cruzado la frontera indocumentadas.
Siendo RD el polo de captación más importante de la migración haitiana. Es interesante observar como los haitianos parecen estar insertados, pero no integrados, esta sigue siendo una minoría “mimetizada”, desarrollada dentro de un resentimiento histórico, con tendencia a auto marginarse
Lo que nos ha llevado a interrogarnos en cómo se realiza el proceso de integración y asimilación. Tan necesario en las sociedades receptoras de flujos migratorios.
Por todos es sabido, que ocultar y negar subyacen en la construcción de las identidades de ambos pueblos. Donde convergen una serie de acontecimientos históricos y etnográficos que conforman sus identidades no obstante las notables diferencias culturales e idiosincrásicas.
Parte del Ser dominicano se construye – entre otras cosas – a partir de negar que se es haitiano, paradójicamente, también los haitianos niegan su origen,-en territorio de acogida,- , Para ellos negar el origen, es una forma de sobre vivencia, de escapar a algo. No necesariamente es una negación de identidad ¿Si no soy haitiano .Que soy? Cayendo en un vacio identitario, que lo conduce a otra identidad” circunstancial”, llegando a ser un dominicano” nominal”. Mientras que para el dominicano, decir que no es haitiano, es una manera de diferenciarse, de distanciarse del Ser haitiano, lo que le lleva a afirmar su identidad dominicana.
El periodo de los años 1996 al 2014, dará un giro a la negación del Ser haitiano en RD. Gracias a las alianzas comerciales entre políticos de ambas naciones, y a la permisividad de las autoridades ante el flujo migratorio, que se agudizo en 2010, con la solidaridad post terremoto, que trae la llegada masivo “tolerada”, que mantiene su intensidad.
Surgiendo novedosas mecanismos de inserción en el haitiano, con características e implicaciones futuras para la sociedad receptora. Incapaz de absorber, asimilar e integrar estas oleadas de indocumentados sin generar conflictos inter étnicos.
Por mucho tiempo se creyó, que los haitianos se diluían en la naturaleza, o que solo se reproducían entre ellos mismos, aun siendo así, la presencia haitiana ha dado origen a casi tres generaciones de dominicanos, descendientes de inmigrantes como lo han recordado algunos autores.
A los braceros recluidos en los bateyes, se les sumaran los jornaleros que aparecen desparramados en la geografía agrícola, y los obreros de la construcción, desconociéndose el alcance en la representación, producción cultural, características étnicas y desarrollo en la sociedad receptora.
Los haitianos en las primeras etapas de los flujos migratorios, estaban sujetos a un discurso desvalorizan te, próximo al de la esclavitud, generando daños en la auto estima de los individuos, que les conduce a negar su pertenencia al grupo de origen.
Las generaciones subsiguientes hispanizan los nombres, forman parejas con dominicanos de origen haitiano, y entran en un proceso de aculturación o de “dominicanizacion” expreso. Aprenden español (algo que no sucede con los dominicanos y el creole) envían sus hijos a la escuela. Aunque nunca han visitado Haití, tierra de sus ancestros estigmatizados.
Los haitianos han sido absorbidos por la sociedad dominicana,-generando polémicas de unificación, en ambas naciones, con las consecuencias propias de una movilidad no reglamentada. Han hecho sus aportes a la economía, llegando hoy a todos los sectores de producción, “mimetizados” como hemos visto, con la población local, con un cierto pudor de penetración al inicio. Han dado origen a una nueva composición étnica, que incide a nivel cultural e incluso en el uso del espacio urbano.
Es frecuente observar como prácticas en desuso, – comercialización de productos al pregón- han vuelto a las céntricas calles de nuestras ciudades, mientras algunos, realizan sus necesidades fisiológicas ante los ojos de todos.
En algunas zonas geográficas, superan la población local .A esto se le ha llamado “haitianizacion” del país. Ejerciendo presión en los servicios (salud, educación, transporte, ocio, desforestación, etc.)
La presencia haitiana, es percibida “como una invasión” por dominicanos y extranjeros e incluso los mismos haitianos suelen decir “hay muchos haitianos en dominicana”. Nadie sabe cuántos. Algunos dicen “2 millones de irregulares.”
Al comparar una panorámica de la multitud con otras de los años 60, se puede apreciar un cambio en las características étnicas de la población de acogida. Somos más negros que antes, más contento de serlo tal vez, escribíamos a principios de la década de los noventa. Hecho que sustentan los registros de nacimientos de madres haitianas en las maternidades y hospitales públicos.
Son los acontecimientos del terremoto, impulsados por la solidaridad, y el manejo de la crisis haitiana, – el gobierno intentando, asumir el liderazgo de la ayuda internacional -, los que aceleran el éxodo haitiano, de los últimos cinco años al territorio dominicano
Eventos magnificados por la sentencia 168-13, y la crisis que esta genero. Hechos que inciden en el imaginario colectivo de la sociedad haitiana, rompiendo la inhibición histórica del haitiano y, generando una solidaridad dominicana con los apátridas. Expresión de conductas novedosas, hacia los hijos de haitianos nacidos en RD y de los haitianos hacia la sociedad de acogida.
El inmigrante haitiano, que en el pasado se movía con cierto temor, tratando de ser invisible, fue cambiando, dejo de ser “dócil, cuco, bruto etc.” Hoy, la corriente migratoria masificada y/o el cambio al tratamiento han permitido que los haitianos se sientan empoderados, siendo mejor tratados, son más visibles en los centros urbanos, trabajo y estudios, apropiándose de los espacios públicos.
Nuevos estereotipos surgen, de acuerdo al grupo, que se relacione con ellos en la RD (empresarios, ONG, empleadores, ultra derecha, iglesias,) Cada uno tendrá su haitiano, así serán (mal agradecido, trabajadores, diplomáticos, poliglotas, sucios, enfermos, mendigos, traicioneros, buenos empleados, inteligentes etc.)
Actualmente la inserción de los haitianos en la sociedad dominicana, no recurre a la negación del Ser haitiano. La última ola migratoria está más cerca de sus orígenes, reclaman la nacionalidad y los derechos a ser dominicanos, desde una identidad reivindicada (en creole, en foros internacionales, con abogados (son dominicanos de origen haitiano) manteniendo sus nombres de origen, protestan y exigen.
Un nuevo inmigrante haitiano (contestatario) aparece en el escenario nacional, junto a un nuevo nacional dominicano, mas identificado con Haití que con RD.
Se observa que los últimos flujos, responden a diferentes patrones de permanencia y tipología, no todos se quieren quedar, algunos desean ganar dinero y regresar. Las clases más desfavorecidas no regresaran nunca. Es en la escasa clase media, y alta burguesía donde se produce el retorno.
Con el consabido riesgo para la sociedad de acogida, de no tiene las capacidades para entender, la penetración de una población inmigrante de difícil asimilación, como ha quedado demostrado en otros polos de captación.
Tras el tratamiento que los haitianos han tenido desde el terremoto del 2010. Apoyados en la sobre exposición mediática, “Haití, siempre noticia”, creemos que hay un surgimiento del “orgullo haitiano,” que les lleva a exigir, derechos en RD que no pueden exigir en Haití. Con una proyección internacional “solidaria “ante la pobreza y la desgracia, no así a nivel de recibir el flujo, ya que ningún país del planeta quiere abrir sus puertas al éxodo haitiano. Mientras sus gobernantes incentivan la salida.
Pero lo que realmente ha marcado la pauta en la nueva modalidad de inserción de los haitianos, ha sido la sentencia 168-13, el daño que hizo a las poblaciones de origen haitiano, fue reinvertido. Las medidas institucionales para obtener la nacionalidad, han incentivado un derecho adquirido y mal comprendido por algunos, agudizado la presencia y pretensiones del grupo en territorio dominicano.
Los haitianos siguen llegando a RD, en enero las autoridades devolvieron unos 26 mil que, intentaron ingresar irregularmente, aunque se cree que el tráfico ilegal con apoyo local continúa y reviste proporciones desconocidas para ambas naciones, que no tienen políticas poblacionales.
Mientras que en los foros internacionales, – el desprestigio del Estado dominicano, pesa más que los malos dados esfuerzos, que han hecho sus autoridades,- para enmendar errores institucionales, que ponen en riesgo todas las buenas intenciones de la ciudadanía tolerante, que convive prácticamente sin conflicto, aunque es acusada de racista y xenófoba.
La dimensión de la presencia haitiana en territorio dominicano, (que nada tiene que ver con las desaventuras políticas de la ultra derecha nacional), presenta una regulación contaminada, entre otras cosas, por un discurso que pretende obviar, los derechos a la nacionalidad de los nacidos en RD. Incentivando conductas de rechazo en la población, que entorpecen la necesidad rigurosa de controlar la llegada de inmigrantes irregulares de cualquier origen.
Siendo RD el polo de captación más importante de la migración haitiana. Es interesante observar como los haitianos parecen estar insertados, pero no integrados, esta sigue siendo una minoría “mimetizada”, desarrollada dentro de un resentimiento histórico, con tendencia a auto marginarse.
Los nuevos flujos irregulares, atraídos por otros intereses traen otra tipología de inmigrante, más aferrados a sus patrones culturales. Desconociendo la sociedad de acogida, los riesgos que corren las sociedades receptoras de inmigrantes, cuando no existe control, regulación ni capacidad de integrar estas poblaciones.