El ritmo frenético de la vida ha sido ralentizado por la pandemia del Coronavirus (COVID), ya que la gran parte de nuestras faenas cotidianas han sido modificadas como consecuencia de las medidas de asilamiento social adoptadas por el gobierno. Nuestra rutina habitual se ha alterado por completo y ahora debemos permanecer confinados en nuestros hogares para evitar la propagación del COVID. En estas circunstancias es inevitable que todos experimentemos un cierto grado de estrés, que sumado a la incertidumbre y el temor de contraer el virus, incuestionablemente afecta nuestro estado de ánimo.   

Aunque para muchos el confinamiento imperativo en sus casas puede resultar abrumador y exasperante, es una experiencia que todos tenemos que atravesar en este momento. Afortunadamente, existen herramientas que llevadas a la práctica pueden contribuir grandemente a hacer más llevadera esta experiencia. La meditación es una de ellas, ya que nos permite relajar nuestra mente y mantenernos centrados en el momento presente, evitando que el divagar de la mente nos genere estados de ansiedad y preocupación excesiva. La meditación es, además, un método eficaz para obtener dominio sobre la manera en que reaccionamos ante las situaciones que se nos presentan en la vida, ya que a través de la observación consciente de nuestras emociones aprendemos a responder desde la ecuanimidad, en lugar de reaccionar impulsivamente.

En qué consiste la meditación

El maestro budista Sogyal Rimpoché nos dice que: “Meditar es romper completamente con nuestra forma «normal» de operar, puesto que se trata de un estado libre de toda preocupación e inquietud en el que no hay competitividad, no hay deseo de poseer ni aferrar nada, no hay lucha intensa ni angustiosa ni anhelo de logros; es un estado sin ambiciones en el que no hay aceptación ni rechazo, ni esperanza ni miedo, un estado en el que poco a poco empezamos a dejar marchar en el espacio de la sencillez natural todos esos conceptos y emociones que nos tienen aprisionados.”

Beneficios y efectos de la meditación

Los efectos positivos de la meditación han sido proclamados desde hace milenios por las grandes tradiciones espirituales. Más recientemente, también han sido corroborados por numerosos estudios científicos que comprueban los extraordinarios beneficios que aporta. La práctica consistente de la meditación, además de un estado mental sosegado y de contentamiento emocional, también produce efectos fisiológicos, como son los siguientes: disminuye la presión arterial, incrementa el nivel de energía en el cuerpo, calma el sistema nervioso, elimina el insomnio y ayuda a combatir la ansiedad y todos los demás síntomas relacionados con el estrés, entre muchos otros beneficios.

Cómo practicar la meditación 

La meditación como tal es una experiencia que solo se produce después de haber entrenado la mente durante mucho tiempo, a través de una práctica constante y disciplinada. Se trata de un proceso individual que varía de una persona a otra, ya que en él inciden cuestiones tales como: el estilo de vida, la calidad de la alimentación, actividad física apropiada, el cultivo del intelecto a través del estudio sistemático, método de práctica apropiado y aplicado correctamente, asiduidad de la práctica, entre otros.

Por ello se dice que una persona puede enseñar a otra determinadas técnicas que aplicadas de forma metódica pueden llevar al practicante a alcanzar un estado meditativo. Sin embargo, no es posible que una persona pueda enseñar a otra a meditar, como tal, ya que esto es una experiencia individual que sucederá en el tiempo y en la forma que determine la calidad y asiduidad de la práctica.

Realizada la aclaración precedente, veremos a continuación una serie de recomendaciones que conviene observar al momento de poner en práctica cualquier técnica de meditación, a saber: 

  1. Al momento de practicar, procure estar sentado con la columna recta y sus pies apoyados en el piso, sin aplicar tensión ni rigidez sobre ninguna parte del cuerpo. También puede estar acostado sobre una superficie blanda, como una esterilla de yoga o en su cama, siempre y cuando la columna permanezca recta y el cuerpo relajado.
  2. Evite ingerir alimentos o bebidas una hora antes de la práctica y hasta dentro de una hora después de finalizada la práctica.
  3. Aunque es posible -e incluso recomendable- practicar técnicas de meditación en cualquier momento del día, para propiciar efectos más duraderos se recomienda que la práctica se produzca en algún momento entre las 4am y las 6am en la mañana y entre las 8pm y las 10pm en la noche.
  4. Procure practicar todos los días a la misma hora en un lugar destinado especialmente para su práctica diaria. Si esto no es posible, simplemente practique todos los días en el mismo lugar.
  5. La duración de la práctica no está predeterminada por ningún factor específico. Cinco (5) minutos pueden ser suficientes. Es importante tener en cuenta que en la práctica de la meditación lo importante no es la duración, sino la calidad de la práctica.
  6. En cuanto a la frecuencia de la práctica, se recomienda practicar todos los días en la mañana y en la noche. Hacer breves pausas de 5 minutos a lo largo del día para practicar ayuda a calmar el sistema nervioso y mantenerse relajado.

Técnicas de meditación

Las grandes tradiciones espirituales nos ofrecen un basto arsenal de técnicas de meditación. El factor común en todas ellas es utilizar los sentidos para copar la atención y mantenerla cautiva. De esta forma logramos calmar la agitación de nuestra mente y propiciar el silencio interior a través de la concentración. La observación consciente de la respiración es el método por excelencia para lograr ese propósito. 

A continuación veremos una práctica sencilla, que puede ser utilizada como método base para empezar a practicar la meditación:

  1. Siéntate en postura cómoda o acuéstate, manteniendo la columna recta y la barbilla ligeramente inclinada hacia abajo sin tensar el cuello.
  2. Escucha con atención los sonidos que se producen a tu alrededor.
  3. Luego lleva tu atención a cada parte de tu cuerpo, empezando por los pies hasta el tope de la cabeza. Este repaso mental del cuerpo se realiza simplemente sintiendo y visualizando cada parte del cuerpo, sin moverse. 
  4. A continuación, observa tu respiración, sin modificarla. Simplemente obsérvala.
  5. Presta atención a la pausa espontánea que se genera en tu respiración cuando terminas la exhalación y antes de empezar la próxima inhalación. 
  6. Cuando hayas terminado la práctica, empieza a mover tu cuerpo despacio y sal del estado de relajación lentamente. Luego te incorporas gentilmente y sin prisa para que el efecto de la práctica se prolongue por el mayor espacio de tiempo posible. 

Esta práctica puede realizarse varias veces al día, en espacios de 5 minutos. A pesar de su aparente simplicidad, es una herramienta muy útil que nos permite contrarrestar el estrés provocado por la incertidumbre y el confinamiento en que debemos permanecer mientras dure la pandemia del COVID.