No haremos un tratado de meditación, las teorías que queríamos compartir las presentamos en el tema anterior. Ahora vamos directamente a la meditación.
Lo primero es escoger el tiempo y el lugar. Luego, cómo acomodar el cuerpo. Es importante notificar a las personas con quienes habites sobre lo que harás, para evitar interrupciones.
Vivimos muy rápido, pero en una frecuencia mental muy lenta. Necesitas frenar tu existencia física para potencializar tus facultades mentales. Puedes escoger la posición sentada, reclinada, acostada, flor de loto o de rodillas.
Cierra tus ojos. Mantente inmóvil totalmente y cuando notes tu serenidad, comienzas. Habla contigo, preferiblemente de forma mental. Percibe pasivamente tu respiración.
Piensa en el número cinco, conviene decir a todo tu ser que vas a empezar. Cuatro, escanea mentalmente todo tu cuerpo, asegurándote de que cada parte del mismo esté relajada. Tres, vigila que tus respiraciones sean similares a las que preceden al sueño. Dos, percibe el peso de tu cuerpo. Uno, visualízate flotando como una nube.
Puedes tener sensaciones diversas en tu cuerpo, podrías sentir que estás en una posición diferente, o que te desplazas, no importa y no debes preocuparte. Podrías notar que tienes mayor conciencia de tu entorno. La meditación como todo lo que has hecho en tu vida se perfecciona con la práctica, pero si te sienta bien, vas bien.
Las imágenes mentales facilitan activar tus potencias. Puedes imaginar que caminas hacia un templo, que asciendes hacia una nube, que entras a una cueva, que estás en un sitio apacible frente al mar, etc. Conviene que te imagines yendo hacia ese lugar, recordando que ahora nada está lejos de ti. El lugar puede ser conocido o lo puedes diseñar como prefieras, será tu templo interior y normalmente los cambios que le haces, tiendes a volverlos a encontrar en futuras meditaciones.
Para comenzar hay varios ejercicios convenientes. Purificación, ya sea mediante agua o alguna luz que diseñes o simplemente pidiendo a tu Padre Dios que tome el control, antes de entrar a tu templo. Ya en tu templo saluda, aun si no lo notas, tienes siempre compañía. Debes ocuparte de tu cuerpo, permitiendo que la luz, agua, pequeños seres o ángeles (como prefieras), se ocupen de corregir lo que esté alterado, especialmente si crees tener enfermedades.
Podrías hacer una revisión de tu vida en una gran pantalla imaginaria, desde afuera, como un simple espectador. Todo lo comprenderás mejor.
Ya puedes ponerte en contacto con Dios, pero si no eres creyente puedes concebir fuerzas energéticas de muy alto nivel o tu Supraconciencia, dimensiones de tu mente, muy superiores a las que usualmente manejas. Es el momento más sagrado de tu meditación, lo que se denomina oración contemplativa, debes visualizarte en profunda reverencia o respeto, si no sintieras ese respeto, todavía no estás consciente de dónde te encuentras. Es imposible visualizar a Dios, mientras más lo imaginas, más lo limitas. Dios siempre te hablará, no siempre lo sabrás. Puedes sentir algo, ver un símbolo, una palabra, imaginarte hablando con un humano que lo represente, etc. Podría responderte: durante el día, cuando realmente quieras tus respuestas, cuando “crezcas”, etc. Hay mensajes que podrían tomarte toda una vida entenderlos.
Podrías alcanzar un momento de una paz y relajación muy profunda, donde simplemente fluyes y te dejas llevar. Es una experiencia muy difícil de explicar y que solamente la entiendes si la experimentas. Algunas cosas no pueden explicarse.
Ahora piensa en otros. En estos momentos puedes hacer mucho por los demás y notarás que tiendes a recibir lo mismo que les deseas a otros. Dando, siempre recibes. Descubrirás que estás en contacto con todo y con todos. Eres una minúscula energía, que cuando se alinea con la mayor fuente energética del Universo (tu Padre), puede hacer maravillas.
Para terminar, debes salir gradualmente como entraste, pero a la inversa. Si vuelves a retomar tu vida de forma abrupta puedes sentir algo de mareo, es pasajero. Mientras más gradual hagas tu regreso, te sentirás mejor. A los humanos nos afectan los cambios bruscos de frecuencia.
Como ves la teoría es muy simple, lo más difícil es que te pongas a hacerlo, porque las vibraciones energéticas de este planeta atraen más a tu mente, que la fuerza de gravedad a tu cuerpo. La técnica que utilices es sólo un hilo conductor, una guía no estricta, constantemente te desviarás, pero retoma el trayecto, sin sentirte mal por eso. No lo hagas bien, sólo hazlo.