Somos la especie más absurda del planeta. Balanceándonos entre la frontera de la razón y la fantasía, persiguiendo sueños ilógicos y al mismo tiempo calculando fríamente. Nos esforzamos por ser felices a lo largo tratando de siempre tener razón.

Queremos dormir en la mañana y quedarnos despiertos toda la noche. Comer la galleta, y tener un tarro entero sin tocar. Queremos que nuestro cabello sea largo cuando es corto. Y los pantalones apretados aunque cómodos.

Queremos ser despreocupados y jóvenes, pero tener hijos. Queremos tener mascotas, pero la casa limpia. Queremos tener dinero en el banco y el tiempo libre en nuestras manos. Obtener consejos de las personas en quienes confiamos, pero sin que nos juzguen.

Queremos pantallas grandes pero baterías de larga duración. Queremos hartarnos la barriga, sin embargo mantenernos delgados. Beber bebidas energéticas y refrescos, pero nunca caer enfermos

Queremos pantallas grandes pero baterías de larga duración. Queremos hartarnos la barriga, sin embargo mantenernos delgados. Beber bebidas energéticas y refrescos, pero nunca caer enfermos.

Queremos ir de fiesta toda la noche, sin ninguna resaca. Queremos leer solo los libros más entretenidos, pero luego saber todo acerca de la cultura. Queremos ver programas de forma gratuita, pero en alta definición.

Queremos el conocimiento sin la rutina de estudiar, maquillaje y sin arrugas, fama sin invasión de nuestra privacidad. Nos esforzamos para caerle bien a la gente, pero queremos que escuchen nuestras firmes opiniones.

Queremos que las mujeres sean independientes, pero que nos sirvan comida casera en nuestras mesas. Queremos carreras satisfactorias y una vida social activa entre un círculo de amigos amables, tolerantes y, obviamente, siempre disponibles.

Queremos comedias durante tragedias, historias de amor en tiempos de guerra, lógica contra superstición, justicia contra los prejuicios.

Queremos calor cuando hace frío, queremos frío cuando se está poniendo caliente. Queremos negro cuando es blanco, blanco cuando es negro, y nunca, nunca cualquier tono de gris.

Una de las grandes tragedias de la vida es que lo que nosotros, los seres humanos queremos son todas las cosas mutuamente excluyentes.

Pero, para mantener la tendencia de esta contradicción, la cosa más trágica y sin embargo más hermosa en la vida es que, nosotros, conscientes de que estamos negándonos a nosotros mismos, aún así nunca dejamos de tratar de conseguirlas.