“Todas las IP eran normales, no hay una IP de un país asiático, ni ruso, no hay una IP que identifique a un país sospechoso y eso ha quedado comprobado, ha quedado en el análisis, el informe y ahí están las evidencias por si alguien quiere analizarlas”. -Guillermo Amodeo de la firma auditora Alhambra Eidos

No nos quita el sueño la posible interferencia rusa ni asiática en las pasadas primarias. El éxito de las próximas elecciones municipales no depende de defender el sistema de una hipotética amenaza externa, lejana ni vecina. Tenemos todos los medios en nuestras manos para defender el proceso de cualquier agresión electrónica desde fuera, y no nos referimos a los antivirus y otros mecanismos de ciberseguridad. Pero muchos dirigentes no lo saben, o lo quieren soslayar.

Con sus atinadas decisiones, la Junta Central Electoral ha hecho depender el buen desempeño de los comicios, en última instancia, del cumplimiento de cada elector de asegurar que su voto individual se emita de acuerdo con su intención, sin cometer errores en el marcado, y verificando la boleta antes de imprimir y depositarla en la urna física en el caso de votación automatizada. Esta medida de seguridad solo depende de cada elector, y no hay mecanismo de seguridad del sistema que pueda suplir esta responsabilidad del ciudadano. El procedimiento establece el cotejo universal de los comprobantes impresos con el resultado automatizado de la plataforma ante los testigos presentes en cada mesa, pero los funcionarios y delegados de los partidos en primera instancia no pueden verificar que se imprime lo que dice la pantalla: solo el elector tiene esa prerrogativa para su voto personal, que además es un deber ciudadano. Las auditorías previas sirven para prevenir, pero los electores en su momento de votación son los primeros que pueden detectar cualquier anomalía en el sistema al cotejar el comprobante impreso con la pantalla, y tienen el deber de notificar al pleno de la mesa en caso de detectar un fallo.

Mal hacen algunos partidos y sus dirigentes en cuestionar la integridad y ciberseguridad del sistema, las auditorías, etc., en lugar de concentrar sus esfuerzos en asegurar que los electores sean edificados con respecto al elemento esencial del cotejo individual del comprobante de su voto impreso con la pantalla en la urna electrónica. En parte por esa falta de información sobre este supremo resguardo a la integridad de la votación, en la actual “encuesta” digital de Diario Libre al momento de tener 1748 participantes, solo el 36.5% de las respuestas a la pregunta, “¿Confía usted en que las elecciones municipales serán transparentes?”, eran positivas. Casi las dos terceras partes de los lectores que respondieron aparentemente desconocen que cada elector puede y debe incidir en producir un resultado transparente con un mecanismo tan sencillo como la verificación de la correspondencia del papel con la pantalla. Para muchos ciudadanos es difícil entender la eficacidad de los mecanismos de ciberseguridad, pues la jerga de los técnicos informáticos y el misterio del mundo cibernético no crean confianza en los ciudadanos que no somos proficientes en la tecnología informática. Pero un mecanismo sencillo como el de la verificación visual del comprobante impreso con la pantalla sí está al alcance del entendimiento del ciudadano común.

La realidad es que no hemos sido suficientemente proactivos en pregonar esta fortaleza del sistema de votación mixto que estrenaremos en los próximos comicios municipales y que es la principal mejora introducida después del ensayo de las primarias, que no contó con el mecanismo de seguridad de cotejo del papel con el conteo digital en cada mesa al finalizar las votaciones.  La principal amenaza a la seguridad de y confianza en los resultados de las elecciones ha sido la falta de difusión de este esencial mecanismo que solo depende de cada uno de nosotros, empoderando a los electores para contribuir a la confiabilidad de los resultados.

Si queremos fortalecer la confianza en el sistema electoral, este es el momento de desplegar una campaña por todos los medios para instar a los electores a verificar la correspondencia entre su elección en la urna digital y el comprobante impreso depositado en la urna física, porque esta es la mejor garantía de la confiabilidad de los resultados. Es una responsabilidad compartida, que requiere del liderazgo de la Junta Central Electoral y los partidos políticos, así como el apoyo de los medios de comunicación y los ciudadanos activos en las redes sociales.