Toda inversión en el campo energético debe ser bien recibida y apoyada, especialmente si promueve la diversificación en la matriz del uso de combustible en la generación. Muchas plantas del sistema son obsoletas y de costos operacionales muy altos, lo que incide negativamente en los precios a los usuarios del sistema. En vista de ello, y por los efectos negativos que por décadas la insuficiencia energética ha provocado a la estructura productiva dominicana, se hace prioritaria la culminación exitosa del proceso llevado a cabo por la Corporación de Empresas Estatales Eléctricas (CDEEE), para la construcción de dos plantas a carbón en Punta Catalina con una capacidad global de 720 megavatios, que se encuentran ya en su etapa final, a punto de iniciar las pruebas de generación.
La incorporación de esas plantas al sistema ayudará a paliar el déficit de electricidad y abaratar su costo, con un impacto muy positivo en la economía y en la estabilidad de los hogares, obligados en la actualidad a pagar el costo de un oneroso subsidio estatal para mantener ciertos niveles de precios en los suministros, que, además, erosionan las finanzas públicas. La suma del subsidio alcanza ya miles de millones de dólares, un verdadero sangrado de las finanzas públicas, lo que aumenta el déficit fiscal y coarta la capacidad de acción del gobierno en el ámbito social.
El país no puede continuar funcionando de esta manera. El mejoramiento del sistema eléctrico, con la inyección de nuevas ofertas de generación de bajo costo, es esencial a nuestra estabilidad económica y social, pues muchas de las protestas que estremecen periódicamente la tranquilidad en barrios y ciudades del país, están íntimamente ligadas con la crisis eléctrica y con la insatisfacción que el mal servicio de electricidad y su alto costo provocan en la población. El déficit energético promueve la inestabilidad social.