Con estas cosas de la democracia, la libertad de expresión y sobre todo por el derecho a réplica, no sería extraño que un día de estos veamos anunciada una marcha a favor de la corrupción y los corruptos, solidarizándose entre ellos, pidiendo su institucionalización, y reclamando sus derechos legales, basándose en que esta práctica mueve inmensas cantidades dinero a través de todos los países, crea millares de grandes ricachones de manera rápida, y está asentada en la vida humana desde tiempos inmemoriales, puesto que ya en el Paraíso Terrenal la pérfida serpiente usó sus poderes de seducción para que Eva mordiera aquella bendita manzana, transgrediendo así el mandato divino, y fuñéndonos de paso a todos los descendientes cargando con el pesadísimo fardo del pecado original, obligándonos a pasar trabajo, a enfermarnos, a morirnos y a pagar impuestos y más impuestos, que aún es peor. Fue un clarísimo acto de corrupción vía atracción carnal.
Si los corruptos hacen su propia manifestación, la convocatoria del pasado domingo que reunió unos buenos miles de personas cándidas e ilusas exigiendo el fin de los sobornos y el inicio de una nueva era con transparencia total, se va aquedar no solo chiquita sino microscópica, porque van a acudir cientos de miles de personas. En esa concentración de corruptos vamos a ver a la cabeza políticos de todas clases, presidentes, senadores, diputados, alcaldes, ediles, regidores, embajadores, cónsules, jueces, y hasta barrenderos de palacio, lanzando consignas como ¨Abajo la revolución y viva la corrupción¨, ¨La corrupción a la Constitución¨, y mostrando pancartas con mensajes tipo ¨Somos corruptos, pero honestos¨, o ¨Por la dignidad y la legalidad de la corrupción¨. o ¨Los corruptos somos gente honrada¨ y no les va a faltar mucha razón porque desde que el mundo es mundo los listos y los vivos se aprovechan de los tontos e inocentes, porque la inteligencia y la astucia son dominantes, o el pez gordo se come al chico, que es lo mismo en versión ecológica.
Después, les seguirán legiones de empresarios y negociantes que corrompen o se dejan corromper, los que sobrevaluan los presupuestos, los que especulan con precios de los alimentos o con los combustibles, los que trucan los medidores de gasolina, los que rellenan tanques de gas, los que alteran las balanzas de los colmados, los que se que no declaran el ITBIS, los importadores que sobornan las aduanas, y los aduaneros que sobornan a los importadores, los que no cumplen con el horario ni sus obligaciones de trabajo, los que roban productos de las fábricas los de uniforme que picotean o extorsionan, los que contrabandean toda clase de bienes de industriales o de consumo, los que no cumplen con sus promesas anunciadas, los que falsifican o alteran la fecha de caducidad de las medicinas, los que no siguen las normas higiénicas exigidas para la purificación de las aguas, los que hacen embutidos contaminados y de dudosa calidad… y así una legión interminable de actores de la corrupción en todas sus perversas manifestaciones, que involucra una parte muy grande, demasiada, de nosotros los dominicanos, porque esto de quedarse con lo ajeno en grades o pequeñas cantidades, a las claras o las escondidas, está sumamente extendida en todos los niveles de nuestra necesitada sociedad, y que va mucho más allá de escándalos puntuales que implican cientos o miles de millones de pesos y de dólares.
Ya lo saben, si ven una marcha enorme, como nunca antes, que vaya desde la Máximo Gómez hasta Samaná pasando por La Romana o Higuey, no se sorprendan, seguro que es la de corruptos en respuesta a la de los anti corruptos, y quién sabe, amigos lectores, si tal vez muchos de nosotros nos vemos por ahí.