A partir de 2001 hubo un significativo cambio generacional y de paradigma en la Academia Dominicana de la Historia. Desde entonces en ella se ha realizado el relevo de su presidente cada tres años, sin excepción, empezando con la presidencia de Roberto Cassá (2001-2004), y continuando con José Chez Checo (2004-2007), Emilio Cordero Michel (2007-2010), Frank Moya Pons (2010-2013), Bernardo Vega (2013-2016) y su presidenta actual. La Dra. Mu Kien Sang cumplirá su mandato en 2019, y no se espera que ella quiebre el brillante record de alternancia en la benemérita institución en tiempos modernos, que contrasta con la costumbre caudillista de su pasado, consolidando con su transmisión del mando la nueva tradición de alternabilidad en la dirección. Los primeros cinco presidentes, desde la fundación de la Academia en 1931 hasta 2001, presidieron la institución en promedio 14 años cada uno. Destaca el gobierno de 31 años del vitalicio, don Emilio Rodríguez Demorizi, pues él murió siendo presidente de la institución. En el siglo XXI la Academia ha superado el modelo de gobierno por el caudillo y se ha democratizado adoptando la dirección colegiada con alternancia de la presidencia en períodos reglamentados, asegurando su continuidad y vitalidad para seguir enriqueciendo la vida cultural y académica del país. En el proceso se ha comprobado que tenemos muchos historiadores con capacidad para dirigir la institución.
La Academia Dominicana de la Lengua, institución fundada en 1927 bajo la dirección de Mons. Adolfo Alejandro Nouel, ha mantenido la tradición de largos períodos de dominio de su dirigencia. El prelado dirigió la institución durante la primera década hasta el mismo día de su fallecimiento en 1937. Los últimos dos directores han dominado la institución por largos períodos: el Dr. Mariano Lebrón Saviñón dirigió durante 18 años (1984-2002) y el Dr. Bruno Rosario Candelier ya supera los 16 años encabezando la directiva. El actual director ha sido reelegido en cinco ocasiones consecutivas y no hay indicios de una transición hacia la dirección colegiada y alternancia en la dirección de esta augusta academia al terminar la segunda década del siglo XXI, manteniendo el antiguo estilo personalista de gobierno. En contraste, la Real Academia de la Lengua, a pesar de su origen monárquico, sí ha emprendido el camino hacia los nuevos cánones de la gobernanza después de la muerte de Francisco Franco en 1975. Dice su portal digital que “el cargo de máximo representante de la Academia tuvo la condición de perpetuo hasta que los estatutos de 1977 establecieron la temporalidad de los mandatos de los directores y del resto de los miembros de la Junta de Gobierno. Según los estatutos vigentes (1993), la permanencia en el puesto es de cuatro años, aunque el titular de la dirección puede optar, excepcionalmente, a dos reelecciones.”
A pesar de algunos tropiezos en el camino, las organizaciones empresariales del antiguo régimen parecen haber ido superando el continuismo heredado de nuestro pasado, como es el caso de la Cámara de Comercio y Producción de Santo Domingo. Fue presidida durante 14 años por Manuel Resumil Aragunde, “fervoroso amigo y eficaz colaborador del Generalísimo Rafael L. Trujillo Molina”, desde su fundación en 1940 hasta 1954, cuando el gallego naturalizado dominicano fue nombrado Secretario de Estado de Industria y Comercio. Le sucedieron nueve directivas de duración corta (4 años o menos), hasta 1984 cuando se rompe el patrón y se produce incluso una presidencia de 17 años ininterrumpidos. A partir de 2007 se vuelve a la costumbre de directivas de máximo 4 años para la presidencia. No es este el lugar para explicar las circunstancias que producen interrupciones en la tradición de alternancia una vez establecidas, ni el impacto que producen estos hechos en la institucionalidad.
Por otro lado encontramos que las principales instituciones surgidas después de la caída de Trujillo nacen con el principio de la alternabilidad en su ADN. Por ejemplo, el CONEP ha tenido 20 presidentes en los 55 años desde su fundación en 1962 hasta 2017, para un promedio de 2.75 años por cabeza. Cuatro presidencias han durado 4 años y una sola duró 7 años (Rogelio Arturo Pellerano, 1971-1978, hace ya cuarenta años y coincidiendo con el gobierno de Balaguer), y todas las demás directivas han sido por un período de dos años sin reelección. La estricta alternancia va ligada a un estilo de gobierno colegiado que fortalece la institución tanto a lo interno como hacia el exterior.
La Asociación para el Desarrollo de Santiago (APEDI) ha sido presidida por 19 munícipes en los 55 años desde su fundación en 1961 hasta 2016, con un promedio de menos de 3 años por directiva. APEDI evidencia un patrón muy similar al CONEP, pues una sola presidencia ha durado 8 años (Felix García, 2000-2008).
Para no discriminar a Santiago, ofrecemos como ejemplo un segundo caso que ilustra la tendencia de las organizaciones del sector empresarial a fomentar la participación activa de los miembros, la dirección colegiada y la alternancia, que es el de la Asociación de Comerciantes e Industriales de Santiago. Desde su inicio en 1961 ACIS ha tenido 27 presidentes, para una duración promedio de poco más de 2 años por directiva, siendo la entidad de mayor rotación en su presidencia entre todas las organizaciones que hemos podido analizar para este ejercicio por tener disponibles la información en los portales digitales de las respectivas instituciones.
Muchas otras organizaciones del sector privado y de la sociedad civil exhiben similar comportamiento en cuanto a gobierno colegiado y estricta alternancia, tales como APEC, INTEC, AMCHAM, EDUCA, Fundación Dominicana de Desarrollo, PROFAMILIA, Participación Ciudadana y FINJUS, para solo nombrar algunas de las instituciones que llevan estos buenos principios en su ADN y vienen haciendo uso de las buenas prácticas de gobernanza desde hace décadas con resultados a la vista de todos. Muchas de ellas exhiben con orgullo galerías virtuales de sus directores actuales así como de sus pasados presidentes o coordinadores, porque esa rotación y la dirección colegiada han sido pilares de su continuado éxito en hacer progresar sus respectivas organizaciones y las causas que ellas promueven. Han tomado en serio la dos veces centenaria advertencia de Simón Bolívar, cuando en el Congreso de Angostura sentenció:
“Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía”.
Para hacer viable la frecuente rotación en la dirección de una organización es altamente recomendable-quizás imprescindible- tener un equipo profesional de apoyo administrativo y ejecutivo. Un equipo de carrera administrativa garantiza la continuidad de las políticas trazadas por la entidad, y no debe rotar con cada nueva directiva. Cada presidente tiene sus fortalezas y suele imprimir su sello a la gestión, siguiendo las políticas establecidas por la institución que no se alteran en su esencia por la alternancia. No son empresas personales o familiares y por tanto cada nuevo presidente no puede hacer borrón y cuenta nueva de las políticas, los colaborares profesionales y las normas institucionales, pues su mandato debe garantizar la permanencia de la institución y responder a la colectividad.
La buena gobernanza a todos los niveles es fundamental para la consolidación y el desarrollo institucional. En la actualidad la alternancia en la dirección es un elemento clave de la gobernanza en toda organización de cierta complejidad. La duración de los periodos de dirección y la frecuencia en el cambio de mando pueden variar de acuerdo a las características de la entidad en cuestión, pero el principio de la alternabilidad se impone gradualmente en la modernidad.
La dirección colegiada y la alternancia en la dirección son elementos necesarios aunque no suficientes para la buena gobernanza de las organizaciones complejas en apoyo al desarrollo humano de la colectividad. La República Dominicana avanza en la marcha hacia la dirección colegiada y la alternabilidad en numerosas instituciones de importancia para la sociedad, aunque algunas otras evidencian un preocupante rezago en el desarrollo de su gobernanza.