¿Recuerdan aquella frase del insigne escritor, abogado, periodista y político venezolano Arturo Uslar Pietri, considerado uno de los intelectuales más prominentes del siglo XX, como fue  “La marcha de los pendejos”?

Uslar Pietri acuñó la palabra pendejo, en junio de 1987, para referirse de manera irónica al venezolano honesto, incapaz de cometer actos de corrupción. Llego al extremo de sugerir que se debía crear la “Orden de los Pendejos”. El profesor, divulgador e investigador francés, naturalizado venezolano, Christian  Cazabonne, creador de “La fábula del pendejo”, al comentar el tema dijo:”la situación de incertidumbre que vive Venezuela, ante el silencio del gobierno a los tantos problemas que nos afectan, hizo posible que el Dr. Ustar Pietri, al referirse a los niveles de corrupción que hay en nuestras instituciones dividiera al país en corruptos y “pendejos”. Algo similar a la expresión aquella, que se puso de moda, no hace mucho tiempo, que decía, “los políticos dominicanos están divididos en corruptos y peledeístas”.

Por otra parte, y mucho más recientemente, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chavez, al acercarse las elecciones del 7 de octubre recién pasado, advirtió que “se acabaron los pendejos en Venezuela”, refiriéndose a la burguesía venezolana.

Es una palabra tan socorrida, que tiene más de cien usos. Algunos de los cuales son tan comunes, en casi toda América Latina, que ya ha perdido su verdadera acepción. En algunos de estos países, como es el caso de Bolivia, se atribuye, contrariamente a los demás, a gente muy astuta, muy avivada. Sería casi lo mismo que compararlo con la gatita de María Ramos, que tiraba la piedra y escondía las manos.

Pero hay personajes, en diferentes países, que la usan de una manera más socarrona. Como son, entre otros, los casos de Facundo Cabral y Jorgito Porcel, hijo este del genial actor y humorista argentino, quien al referirse a un programa, por el que cobró solo tres mil pesos, dijo: “Los pendejos me aman, me saco fotos con ellos”. A lo que debió haber agregado, sin importarme quien es. Si son delincuentes, narcotraficantes, o lo que sean.

Lo antes dicho viene a colación con lo que está ocurriendo en nuestro abatido país, República Dominicana, que me permito mencionar su nombre para que no nos equivoquemos.

Como nunca he participado, ni escrito tema alguno que no sean culturales o turísticos, confieso que carezco de la astucia necesaria para poder expresar lo que quiero, sin llegar a ser malentendido, y así poder  desahogarme de las tantas barbaridades que nos atoran, en sentido general, y me han tocado vivir, nada menos, que en mis años postreros, cuando lo que uno aspira es vivir en paz, y disfrutar, además de una buena salud, de los recursos, muchos o pocos, que supimos ahorrar, precisamente, para solventar los tiempos improductivos de la vejez. Y ver como ahora nos quieren grabar hasta lo que se habrá de gastar en las mortajas, y demás pendejadas, con las que llevarán a uno a cementerio.

A ciertos consejos que me han dado, productos, en su mayoría, de la majadería que los dominicanos todavía conservan, y han decidido conservar, pensando en tiempos ya superados, decidí hacer lo que he venido haciendo, desde hace ya algún tiempo, que es lo que mi conciencia me dicte: lanzarme al ruedo, al menos diciendo por esta y otras vías a mi alcance, lo que entiendo está mal hecho, y nos viene ocasionando lo que nunca antes tuvimos que soportarle a gobierno alguno, en los 77 años de vida que llevamos a cuestas.

Es a propósito de las últimas medidas que piensa adoptar el gobierno, que más que seguir ponderándolas debería olvidarlas, a la vez que apartarse de aquellos, que por entenderse que fueron correspondientes de las políticas llevadas a cabo durante los últimos ocho años de gobierno, se han convertido en la piedra, o el peñón, que ha tenido que vadear el nuevo gobierno, en su escabroso sendero.

A pensar con cabeza propia, y a sacudirse del lastre heredado, son algunas de las recomendaciones, que le vienen haciendo al gobierno, y con las que, en mi condición de ciudadano dominicano, me solidarizo, aunque nos tilden de pendejos.

Me he enterado que para el día 30 de octubre se está organizando una marcha de protesta por las medidas que el gobierno piensa imponer, medidas que, sin duda, habrán de ocasionar esta y muchas otras marchas de los pendejos.