El título de este artículo corresponde a uno de los tantos  cuentos escritos por el maestro de este género literario, historiador, líder político, educador, demócrata a carta cabal, escritor, internacionalista y ex Presidente de la República, el ilustre hijo de La Vega, Profesor Juan Bosch.

En cada uno de sus cuentos, Don Juan siempre nos dejaba un mensaje, una enseñanza o una lección para que la aplicáramos en nuestras vidas, con el propósito de que actuemos correctamente, en cumplimento de las leyes y de los deberes ciudadanos, aferrados siempre a la moral, al pudor y a las buenas costumbres. Las mismas surgieron de sus observaciones y vivencias en los campos de nuestro país y de sus años en el exilio.

El cuento “La Mancha Indeleble” nos deja la lección de que en nuestras actuaciones públicas y privadas debemos hacerlo correctamente, con transparencia y honestidad, sobre todo, para aquellos funcionarios públicos que hacen un uso inadecuado e incorrecto de los recursos públicos, en desmedro del Estado dominicano.

El término “indeleble”, según la Real Academia de la Lengua Española, significa imborrable, eterno, inalterable, inextinguible, permanente, perdurable, que no se elimina, etc.

A pesar de las denuncias y acusaciones en contra de funcionarios, muchas veces con pruebas irrefutables, por más que observen que el Ministerio Público no aplica un régimen de consecuencias a las violaciones cometidas; por más subterfugios que se utilicen para encubrir sus faltas (manchas), de que no ocurre nada en su contra, éstas no se borrarán jamás, quedarán perennes para la eternidad y lo peor de todo, es que esas manchas serán transmitidas también, de generación en generación a sus ascendentes y descendentes (padres, hijos, esposos, nietos, hermanos).

Cuando hacemos un mal uso de los recursos públicos o hacemos un derroche de ellos; cuando invertimos los mismos en áreas que no fueron contemplados por la ley; cuando hacemos fortunas con los recursos que están destinados a resolver los graves problemas que afectan al país, estamos violentando el Código de Ética del Servidor Público, estamos actuando en contra de las leyes, del pudor, la moral y las buenas costumbres.

En toda la vida republicana de nuestro país, son muchos los funcionarios públicos y privados que han hecho un uso inadecuado de los recursos públicos, que han acumulado grandes fortunas, que han sido acusados, aunque no condenados, por el Ministerio Público.

Hoy esas personas, aún con su enorme fortuna, se abstienen de participar en las actividades sociales y culturales, llevan una vida enclaustrada o se auto exilian en contra de su deseo, en otro país; tienen que bajar la cabeza cuando mencionan sus nombres y sus familiares se avergüenzan de sus actuaciones, pues son señalados y cuestionados.

Por eso, al momento de ocupar una posición pública o privada, debemos tener presente que hemos sido designados para ocupar una posición temporalmente, que esta no nos pertenece, que debemos hacer un uso prudente, eficaz y eficiente de los recursos que recibimos, los cuales deben ser administrados con transparencia y honestidad, de los cuales hay que rendir cuentas de la cantidad que recibimos, cómo lo recibimos, así cómo, cuándo, dónde y en qué fueron invertidos o gastados.

Lo que estamos presenciando en estos momentos con el caso de los sobornos distribuidos a funcionarios públicos por la Constructora Odebrecht, para obtener la concesión de obras, es el mejor ejemplo de lo planteado en este artículo, algo muy penoso y lamentable, que sin duda quedará gravado en los anales de nuestra historia.

Debemos actuar correctamente para que luego no tengamos que arrepentirnos y avergonzarnos de nuestras propias actuaciones, la cuales afectarán no solamente nuestras vidas, sino, las de todos nuestros parientes.

Si así lo hacemos Dios, la patria y nuestra familia nos lo agradecerán, de lo contrario, ellos nos lo  tomarán en cuenta.