Hace dos años estuve en Nueva York para participar en la Feria del libro dominicano en ese estado, donde ofrecería una conferencia acerca de mi libro la sociedad de la Nada. El día que regresaba a mi país tomé un taxi y el conductor era hondureño. Advirtiendo que era de la región entré en conversación con él acerca de cómo se había repuesto Honduras después del golpe de estado a Zelaya y cómo andaba la situación de la seguridad ciudadana en su país.

Resultó que el señor tenía buen manejo de la situación de su país, pero me extraño cuando me dijo “pero le diré algo, donde la cosa está difícil es en República Dominicana, porque según me dicen en ese país te asaltan hasta con salir a la esquina, yo no quisiera ir ni de visita”.

Es bueno resaltar que no le había dicho que soy dominicano y antes de revelarle mi nacionalidad primero me interesé en saber cómo ha obtenido esa información y me dijo “es que yo tengo compañeros taxistas que son dominicanos y me viven diciendo de la realidad de allá”, significa que este ciudadano tenía una mala imagen del país proporcionada por nosotros mismos.

En estos momentos me encuentro en Barcelona donde he asistido para defender una tesis de maestría que hice en evaluación educativa con la Universidad de Barcelona e Intec. Aprovechando la ventaja que nos ofrecen las visas que ofrecen las visas schehgen decidí visitar a Roma para ir al Vaticano. Para llegar al hotel donde habría de alojarme tomé un taxi y de inmediato entramos en conversación.

El taxista solo hablaba italiano y un poquito de castellano. De inmediato me preguntó que de dónde era y le dije que dominicano y empezamos un intercambio sobre la situación de Italia y de República Dominicana. Una de las cosas que le pregunté es que si la ciudad era segura, si podía transitar sin miedo y su respuesta me extrañó bastante pues me dijo “claro que sí, aquí cuando agarran un ladrón va preso no como en su país que la policía los agarra y la justicia los suelta”.

De inmediato le pregunté cómo sabía eso y me dijo “amigo lo de su país lo sabe todo el mundo”. Lamenté que en ese momento llegaba a mi destino y a diferencia del taxista de nueva york al menos supe quienes le habían forjado esa imagen, pero en el caso de este taxista italiano no pude.

Siempre he creído que el dominicano es especialista en hablar mal de su propio país, solamente resaltamos lo negativo de nosotros. De la única manera que el dominicano expresa orgullo es cuando se celebra el Clásico Mundial de Beisbol o algún otro certamen deportivo internacional en el que participe alguna delegación nuestra.

Yo aspiro a que en algún momento dejemos atrás esa conducta, si tenemos mala imagen a nivel internacional es porque nosotros mismos la hemos creado, y no estoy diciendo que dejemos de reconocer lo que está mal, sino que ofrezcamos una mirada más holística. Nuestro país no es el peor del mundo, tenemos demasiadas cosas qué exhibir con orgullo, pero nos hemos concentrado en la maledicencia de los políticos y la mal llamada justicia y solamente hablamos de lo negativo creando una mala imagen del dominicano, vamos a trabajar en eso porque nosotros somos más que eso.