EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS he observado un fenómeno que me preocupa y es cómo los deportistas le dan un uso particular a sus medallas: las canjean por viviendas.
El gobierno no debe regalar viviendas a todos los que participen en competencias deportivas, eso es dispendio y compra de conciencia. Podría convertirse en la forma más fácil de agenciarse un inmueble, olvídate de lastimar tu miserable quincena para pagar cuotas por toda una vida, salta la cuerdita por unos meses y ya la tendrás.
Lo único que debes hacer es dejarte grabar con la medalla al cuello y detrás tu mísera casucha, de inmediato saldrán los papagayos de los medios de comunicación a preguntarse: « ¿Cómo es posible que una ¨gloria ¨ del deporte nacional viva en esas condiciones?» Es muy normal que el policía encargado de salvaguardar mi seguridad viva así, eso es peccata minuta, ¿pero un deportista? ¡Arde Troya!
Al final unos oscuros representantes del Gobierno le entregan las llaves de un apartamento con muebles Ikea en un acto de populismo con tristeza recurrente en las repúblicas bananeras.
Efectuado el traslado, ya a ninguno de los sentimentales periodistas le importan las precarias condiciones en que vive más del 40 % de la población, hasta que, claro, el próximo año llegue por aire el nuevo lote de futuros inquilinos.
Hay que ser honesto, si usted es maratonista no espere encontrar trabajo fácilmente, si usted es lanzador de jabalina, vaya pensando en dedicarse a otra cosa o a tomarlo como hobby. Los deportistas olímpicos solo pican en competiciones celebradas anual o cuatrienalmente o entrenando a la nueva generación de atletas mendigos, si éso no le funciona, móntese una fritura, póngase a conchar, sankipánkee, pero no se crea por encima del resto de los mortales y merecedor de todo por ganar en un torneo sin importancia.
Pongamos el caso de los panamericanos, este año tan solo ¨nos¨ llevamos 24 medallas, una competencia que tire las medallas como si fueran bagatela no merece ser tomada muy en serio. No quisiera yo pensar se entregarán 24 viviendas… las victorias son proporcionales a la cantidad de millones de mis impuestos que se derrocharán para el confort de estos atletas. ¡Ojalá el próximo año no ganen ninguna!
Las medallas van acompañadas de dinero ¿lo compartirán conmigo? se lo embolsillan y me lo restriegan en las narices con la característica petulancia del nuevo rico, ¿por qué debo yo mantener sus caprichos deportivos? ganar una medalla en esos eventos les otorga dinero y proyección internacional, ya es suficiente recompensa para esa persona. Afuera hay un montón de dominicanos siendo reconocidos en el ámbito de la ciencia y el arte y lo hacen de GRATIS.
En lugar de pedir un trabajo, piden una vivienda. Es un chantaje muy común, con la complicidad de la prensa nacional y las almas sensibles. Creo que ya es burlarse de la inteligencia, porque, aunque suene impopular decirlo: ¿Cuál es el bien social que aporta un deportista? producir un circo enajenante, mientras gente que construye progreso y modernización es marginada de la providencia del Estado y la simpatía de este pueblo, exaltador de la fuerza bruta (y de lo que le diga la prensa).
El cuento es que si ELLOS ganan NOSOTROS ganamos, exacto, tú y yo ¡Ganamos! te preguntarás, ¿qué ganamos? Una gran e inmensa proporción de ¡Nada! La gente dice que eso ¨deja en alto el nombre del país¨ ¿en qué se traduce monetariamente esa fraseología patriotera? ¿Se refleja acaso en el turismo?
—Darling, el Banco Mundial afirma que esa insignificante islita ubicada en el Caribe tiene una de las tasas más altas de delincuencia en la región, no es recomendable visitarla.
—Cariño, pero si ganaron un montón de medallas en los panamericanos ¡Es un must!
Al final del viaje se registran en Tripadvisor y esriben su crítica al país:
—República dominicana es el único país donde un pescado cuesta quinientos dólares y un masaje desemboca en una mamada, pero por tratarse de un país que ganó 3 medallas de oro, 11 de plata y 10 de bronce en los panamericanos ¡Le pondré 5 estrellas!
Las cosas no funcionan así en la vida real ¿Qué tal si en lugar de pedir que se mejore la situación de solo UN pobre, ciframos esfuerzos en erradicar la pobreza?