El mes de septiembre está destinado a muchas cosas: mes de la abundancia, mes de transición del verano al otoño, mes de la biblia. Por tal motivo, estaremos direccionando los escritos de este mes, aprovechando todos los motivos que lo contienen.
Desde antaño se ha definido la familia como la célula principal de la sociedad, y la sociedad está compuesta por familias, y ni una ni otra coexisten en separado. Sin embargo, al estar formada por diversidad de familias y cada una ser un núcleo único, diverso, e irrepetible, hace que se viva o conforme como una especie de coctel, de manera que las familias suplen a la sociedad con todos los integrantes que les proporciona y la sociedad le devuelve a las familias todo lo que recibe de ellas en grandes cantidades.
De la organización de la suma de institución formada para dar respuesta a familia y sociedad se encarga el Estado, quien a su vez está llamado a diseñar políticas públicas que garanticen el equilibrio y bienestar de todos los habitantes de un pueblo. Tanto la familia como la sociedad están llamadas a cumplir su rol para la salud integral de la misma.
Veamos desde el texto bíblico algunas situaciones al respecto.
Juan 9,1-12. Jesús provoca el cambio
En el evangelio de Juan 9,1-12 se presenta el episodio de la curación de un ciego de nacimiento y dice que: Jesús pasaba y vio a un hombre, sus discípulos le preguntaron el origen de su ceguera. Jesús le responde: ni él ni sus padres son responsables; Jesús hizo barro, le untó en los ojos y le dijo: ve a lavarte en la piscina de Siloé, y el ciego volvió con vista, los vecinos se preguntaban si era este el ciego. Y el ciego dijo: soy yo…
Algunos elementos que nos pueden dar luz:
Por historia, nuestros pueblos de A.L. y el Caribe han sufrido por generaciones violaciones a su dignidad, falta de derechos básicos, falta de servicios humanos, la opresión ha sido impuesta desde dentro y desde fuera, la injusticia social ha ido creando modelos de convivir, generando la agresión como cultura y hoy recogemos todo aquello que nos quita la dignidad y la visión, sin embargo, está el barro, la piscina, la fuerza de ir a ella y quien nos invita y nos dice ve y lávate…
Es una invitación a realizar desde lo poco o mucho que tenemos como pueblo aquellas cosas que nos ayudan a tener un mejor funcionamiento, mejores familias, mejores instituciones, mejores administradores de la cosa pública para el bien común. El texto muestra una escena que sucede en el camino, no señala lugar ni tiempo, solo dice “que pasaba” pues iba caminando, ante la pregunta de si pecaron sus padres o el ciego, responde Jesús que de ninguno de los dos; la calle, la familia, la sociedad tienen sus realidades, y muchas veces basta con vivir en una cultura determinada para heredar sus males.
La luz que libera, una respuesta desde lo pequeño que lleva a lo grande
De la ceguera nace la luz, es del mismo pueblo que se va gestando el cambio para una sociedad mejor.
Las instituciones de la sociedad están llamadas a gerenciar el bienestar continuo
El ciego representa a toda la sociedad que camino en valles de tinieblas desde generaciones sin fin.
El barro con el que es curado simboliza la misma realidad humana dentro de la fragilidad que es capaz de generar cambios milagrosos.
Recibe el barro y la invitación de lavarse, simboliza el respeto, invitación y confianza de que podemos generar aquellas cosas que nos forjan cambios radicales en la sociedad.
Los vecinos indican la sensibilidad y reconocimiento de una sociedad que aunque parece dormida, sabe lo que significa la luz y sus efectos de bienestar.
Soy yo, es la respuesta de cada familia, de cada miembro de la sociedad que apuesta a ir por la luz, por ver y gestionar un mundo con claridades, visión y una vida distinta y plena, son los que no se quedan en el drama, sino que van por algo distinto.
Vamos a la fuente a lavar los ojos para ver y crear una sociedad con mejor visión.