El escenario político mundial apunta hacia otra guerra fría en donde los políticos que asumieron tendencias de izquierda hoy están siendo juzgados y perseguidos. El socialismo ha sido quizás la ideología más satanizada y perseguida durante toda la historia porque ha tenido dos enemigos fuertes: el cristianismo y el capitalismo.

Mencionar la palabra comunismo delante de los cristianos, es hablar de satanás, inclusive todavía hoy. Ramfis Trujillo dijo en un artículo que si su abuelo, no hubiese matado a los comunistas República Dominicana estaría hoy igual que Cuba. Pero ¿qué es lo que realmente molesta del comunismo? me parece que la principal molestia es la autonomía con que se manejan estos líderes ante el poder hegemónico.

La nueva persecución ahora es con la justicia; casi todos los líderes que asumieron ideología comunista hoy están siendo juzgados por corrupción, una cuestión que empezó en Brasil desde que este país se atrevió a conformar junto a China, Rusia y Sudáfrica un bloque económico conocido como el Brics y puso en temor a Estados Unidos.

Lo mismo está pasando en Argentina con Cristina Fernández, en Ecuador con Correa, en el Salvador con Fúnez, en Perú con Ollanta Humala, en Honduras un golpe de Estado a Zelaya porque se reunió con Chávez, en Haití impidieron que ganara Manigat porque se reunió con Chávez e impusieron a Marthely.

Lo que estamos viendo hoy con Venezuela forma parte de ese guión y ya lo dijo Bolsonaro cuando asumió como Presidente de Brasil de que estaba comprometido con eliminar la plaga comunista en Latinoamérica. Quedan Evo Morales en Bolivia y Daniel Ortega en Nicaragua a quien se le quiere dar un golpe de Estado desde hace tiempo, pero no han podido y para colmo ahora en México ganó López Obrador.

Sin negar la realidad de lo que sucede en Venezuela también hay que ser justo y decir que no solo el chavismo es responsable de la crisis porque esa crisis la empezó el poder económico, y al contar con el respaldo de las grandes cadenas  de comunicación el mundo solo ve una parte de la historia sin entender la trama que hay detrás de esa famosa lucha contra la corrupción de los líderes socialistas.

En política existe lo que le llaman la acción de la justificación. El discurso de la justificación lleva consigo una carga emocional en el que se busca explotar la parte sensible de la sociedad para poder imponer sus intereses. Uno de los recursos de la justificación es la acción humanitaria. Normalmente la acción humanitaria está dirigida a liberar los pueblos que no tienen democracia, a ofrecer ayudas ante la calamidad o a invadir cuando supuestamente se están violando los derechos Humanos.

Evidentemente esas son las razones aparentes porque lo que existe detrás del discurso de la justificación casi siempre son otras intenciones que por lo general es invadir cuando el pueblo a quien dicen proteger tiene riquezas que interesan a los imperios o poderes económicos.

En la acción de la justificación juega un papel fundamental el dinero porque a través de eso es como se convence a la sociedad de la necesidad de la acción y es como se vende el discurso que justifica esa acción. Hoy en día el discurso de la justificación es más fácil de transmitir por varias razones: las grandes cadenas noticiosas pertenecen a grupos económicos que representan los intereses de quienes promueven el discurso de la justificación, existen las redes sociales que fácilmente ayudan a divulgar el discurso y esta vez con imágenes que impactan y mueven la sensibilidad y la indignación. El discurso de la justificación sobredimensiona los hechos negativos y minimiza los positivos porque sobre el discurso negativo y las acciones injustas es que justifican la acción. ¿Más claro de ahí?