El paseo más inocente, si se comete la indiscreción de portar un celular, una cadena o una cartera, puede convertirse en el último sin más.

A la hora del almuerzo criollo lees la nota luctuosa en el periódico, sin perder el apetito, pues tu estomago está habituado a despedirse de varios compatriotas  al día que, al año, suman centenares. En 2013 fueron 822 y en el 2014, 609.

Solo te resta esperar que no salga tu número o el de alguno de tus seres queridos en esa siniestra tómbola que mueve la Dama de la Guadaña, cuya esquelética fisonomía no es tan exuberante como la de las damas de la Lotería Nacional.

Sin embargo, hay algunos cuyo numerito nunca sale.

Esto se debe a que están revestidos de la gracia de la teta, de la Égida presupuestal, la cual les garantiza los nutrientes de una dieta balanceada, seguros médicos internacionales y una escolta personal.

¿Quién no saliva ante la milagrosa teta? se rumorean cosas fantásticas sobre ella, que es más perfecta que la de Scarlet Johansson, más nutritiva que la que amamantó a Rómulo y mucho más, desde luego, que cualquiera de las flacas vacas criollas.

Produce una longevidad tal a sus beneficiarios, que ya parecen dispuestos a romper el récord de Matusalén, lo que constituye todo un prodigio desde el punto de vista médico, pero un gran fastidio desde el punto de vista social.

Su esperanza de vida es tres veces superior a la del común de la gente, es como un país rico dentro de uno muy pobre. ¿Si no existieran los bancos, cómo se hicieran con tantos cuartos? tendrían que valerse de buques mercantes, como en los tiempos de antes, cuando los colonizadores extraían la materia prima de los países de América.

Sus delicias no tienen parangón, quien se pega, se pega con pegamento y no hay quien lo despegue, se pega como una lapa, como una rémora, como una sanguijuela, como una novia celosa, con la que, innecesariamente, producen generaciones enteras que nacen chupando de la misma ¡No conocen una vida pre-teta! ¿Cómo decirle de pronto a estos hipocondríacos que deben mojarse los pies y romperse el lomo? Al despegarse necesitarán tratamiento psicológico porque optarán por el suicidio o, peor aún, fungirán como telepredicadores.

Están tan enfocados en la succión que hacen mutis ante la pobreza a su alrededor, ante la desigualdad social, el desempleo, los apagones, la inflación, los salarios absolutamente insultantes, los feminicidios, y la proliferación de las extensiones de pelo. Apenas comparten un gramo de ese néctar con el resto de los mortales, en cantidades irrisorias: canastas navideñas, piscinas infecciosas. Al menos Karim Abu Nabba tiene la decencia de invitarlos a un Macdonald. ¿Are you ready?

Cuando osan descender de sus pináculos mamarios, la gleba los recibe como reyes semilegendarios,  y les entregan cartas con todo tipo de ruegos:

«Excelentísimo Soberano de la sempiterna lactancia, mi casa está ubicada a orillas del rio Ozama, por medio de la presente nuestra comunidad quiere recordarle  su compromiso de desviar el cauce fluvial a Piantini, tal y como prometió en la campaña electoral pasada»

Lo cierto es que con sus yipetas blindadas y su séquito de guardaespaldas y adulones, es difícil que un delincuente común llegue a ellos (como me llega a mí, 3 veces por semana). Cosa que, de cualquier modo, no deseo y antes de pedir a la Virgen de la Justicia que los recoja, prefiero tenerlos ante mí, bien cebados, rebosantes del vil metal y carentes de virtud, para que presencien su propia caída milenaria.