En esta misma semana leí un artículo sobre la lluvia en uno de los periódicos de circulación nacional que de la emoción hizo nublar mis ojos con las lágrimas.
Es que la lluvia, desde que yo era pequeña ha sido mi cómplice. Bañarme en el aguacero era uno de mis pasatiempos y disfrute favorito.
Ninguna de mis amigas osaba llamarme cuando llovía, sabían que estaba en la calle haciendo “alguna diligencia” que no podía postergarse y es que desde que veía el cielo plomizo iba maquinando qué tenía que hacer fuera de casa y salir a chapotear en los pozos de agua de las calles y aceras.
Un día supe que estaba envejeciendo, cuando comencé a mirar la lluvia desde la ventana de mi casa. Ya me daba miedo salir a mojarme por temor a pescar una gripe.
El autor de dicho artículo, profesor universitario de Lengua y Literatura, hacía alusión a Neruda, Machado y Juana de Ibarbourou, con segmentos de poemas sobre la lluvia. Poetas actuales, pues nunca mueren.
No me voy a ir a lo tan intelectual, sino más bien a lo popular, a lo que toca el corazón.
Aunque soy amante de la poesía y fiel lectora de los antes expuestos, no dejo de aceptar que las canciones populares llenaron mi adolescencia, mi juventud y mi corazón aún joven. Antes soñadora, luego enamorada y ahora viviendo esos recuerdos.
Nunca debiéramos olvidar a un Alberto Cortez cantando “Un cigarrillo, la lluvia y tú” y es que a cualquiera “lo trastornan”.
Un Armando Manzanero interpretando “Esta tarde vi llover” es que la lluvia trae los recuerdos de alguien que debiera estar a nuestro lado y no está.
Mary Trini nos habla de esa pasión que quema a los enamorados, llegando a afirmar que cuando la lluvia cae “se funde el hielo” o cuando me acaricias, “se quema el fuego”.
Leonardo Favio corta una flor mientras llueve para esperar a su amada y aprovecha el momento para rememorar todas las cosas lindas vividas a su lado.
“Lluvia” cómplice de Charly García que al encontrarse con su amante el cielo lo premia con la lluvia.
Pero triste es escuchar a Camilo Sesto interpretar “Llueve sobre mojado” en la que no encuentra la forma de suplicar que vuelva ese amor perdido.
La lluvia sirve hasta para expresar una esperanza, como cuando Juan Luis Guerra desea que aunque no llueva agua “llueva café en el campo”
En lo que a mí concierne, la lluvia es única en mi vida. Actualmente me remonta a la alegría de la niñez en que no existían los problemas. A mi adolescencia en que era soñadora, a mi juventud en la que estaba enamorada y que me hizo vivir “las horas más felices de amor que yo he pasado”, con perdón del Maestro Rafael Solano, y que me hace mirar hacia atrás en el ocaso de mi vida y me recuerda que siempre fui feliz.