La tradición de la enseñanza de la lengua y la literatura ha dedicado en muchos casos prestigiosos trabajos y experiencias productivas tendentes a recuperar o integrar sensibilidades llamadas infantiles a las secuencias de trabajo en el aula. Dichas secuencias están apoyadas muchas veces en prácticas, ejercicios, lecturas y juegos de interpretación que pretenden desarrollar las destrezas de niños integrados a la escuela primaria empieza a utilizar  los constituyentes lingüísticos y textuales iniciales.

La literatura para niños que ha sido objetivo y objeto de escritores como José Martí, Pedro Henríquez Ureña, Horacio Quiroga, Ricardo Palma y otros, presenta un interés didáctico y productivo, por cuanto a través de la escritura y la lectura, se presentan al niño temas y detalles propios de su universo. Es sabido que una buena lectura-escritura debe tener su fundamento en la comprensión de los diversos mensajes de un texto literario, vale decir, un texto estético producido para manejar funciones expresivas, comunicativas, poéticas y narrativas en la formación inicial del niño.

La literatura para niños, como ya hemos sugerido, tiene una función didáctica que sirve para desarrollar el conocimiento y la relación pensamiento-lenguaje-realidad, pues los intereses  de los niños siempre giran alrededor de unos de estos términos. A través de la relación anterior el niño fabula o poetiza, esto es, cuenta y se imagina los diversos mundos culturales.

El interés por la producción literaria infantil permite al educador o profesor de lengua española, abarcar diversos campos del conocimiento que debe servir de estímulo  a su destinatario. La calidad de una literatura para niños se define en el contacto entre éste (el niño) y el texto de autor. Muchas son las experiencias positivas realizables en el aula, donde los procedimientos narrativos, poéticos, informativos y discursivos motivan al alumno en su proceso de comprensión y aprendizaje  de sus mundos individuales a través de la lectura.

La literatura para niños no debe separarse de las vivencias, ficciones y temáticas que éste desarrolla en su vida cotidiana. Por tanto, el escritor debe tener en cuenta los aspectos significativos de sus manifestaciones individuales, para de esta manera construir los mensajes expresivos, informativos o discursivos que empalman con sus modos de existencia. Narrar y poetizar para niños equivale a representar sus vivencias a través del lenguaje.

Puede observarse a partir de los cuentos antiguos, medievales y modernos escritos para niños que existe, además, una función dialógica importante en todo texto orientado a la formación inicial que pretenda lograr una sana y seria formación comunicativa, pues ésta ha sido aprovechada normalmente para lograr una mejor comprensión dirigida a activar la cultura propia  del “infante”.

Martí en La Edad de Oro, Pedro Henríquez Ureña en Los Cuentos de la Nana Lupe, Horacio Quiroga en los Cuentos de la selva, El Desierto y muchos anónimos y repentistas, han hecho su aporte a la llamada “literatura infantil” que se define y explica como:

  1. Literatura escrita por niños.
  2. Literatura escrita por adultos para niños.
  3. Literatura anónima oral para niños.

Estos tres modos de expresión revelan a través de las diversas experiencias estéticas y pedagógicas que a través de la enseñanza de la lengua y la producción escrita se advierten los diversos usos y contactos sociales desde los cuales se puede construir una nueva pedagogía de la lectura y la escritura.