(Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez)
El 17 de julio del 2019, el entonces presidente de la República, licenciado Danilo Medina Sánchez, promulgó la Ley No. 340-19, mediante la cual se establece el "Régimen de Incentivo y Fomento del Mecenazgo Cultural en la República Dominicana", la cual "tiene como objeto establecer un régimen de fomento e incentivo a las iniciativas y aportes económicos y de otra índole de Mecenazgo del sector privado, sea de personas físicas o jurídicas, nacionales o extranjeras, para que contribuyan al financiamiento, total o parcial, de programas y proyectos para el desarrollo cultural de la nación".
Esa ley hay otros importantes planteamientos, como el "Estimular y proteger la formación de profesionales en los ámbitos de la creación artística, gestión, gerencia y administración de proyectos, orientados al Fomento, desarrollo, innovación y modernización del sector cultural".
Como instrumental jurídico, dentro de lo dispuesto por el artículo 64 de la Constitución de la República del 2010, sobre los Derechos Culturales, esa ley es una pieza jurídica de gran valía, ante la posible aplicación de procedimientos que puedan permitir el posible desarrollo cultural de nuestra nación; pero adolece de una aplicación objetiva, y, lo que es peor, carece de difusión y explicación dentro del sector cultural nacional. No se conoce.
Esa ley de mecenazgo es ignorada por la mayoría de trabajadores (creadores, gestores culturales, artista, teatrista, músicos, escritores, danzantes, bailarines y administradores de proyectos culturales, entre otros sectores artísticos y culturales), por lo que es el momento de hacer realidad esa ley, en los hechos, aprovechando la notable y profunda crisis por la que atraviesan varios sectores del área artística, cinematográfica, hombres y mujeres del pincel, organizadores de eventos artísticos, entre otros, quienes, producto de la pandemia, se han visto en la bancarrota, han caído en un grave colapso económico y de gestión cultural.
Esta pandemia es la época más adecuada para darle sentido, vida, a instrumentales físicos y jurídicos que tenemos engavetados, aprisionados por el silencio y la desidia de la burocracia estatal. En estos momentos, el sector artístico amerita del apoyo del Estado dominicano.
La pandemia ha acelerado la crisis que ya se venía sintiendo, en relación a la creatividad, la gestión cultural, el desarrollo de nuestros valores artísticos y culturales, como base esencial de nuestros valores identitarios y de la consolidación de nuestra marca-país.
En esta ley de mecenazgo cultural, encontramos una base institucional que, poniéndola en ejecución con transparencia, puede ser un fundamento de trabajo que conlleva al fortalecimiento del trabajo cultural nacional, lo cual contribuiría también a nuestra proyección internación, dentro de los cimientos jurídicos y estatales, propios de la diplomacia cultural de nuestra nación, como soporte de nuestra política exterior.
La pandemia puede ser el motivo de ir desempolvando esas tantas leyes que, dentro del sector cultural, se han firmado y duermen entre la traza y las polillas, en viejos anaqueles que anulan su aplicabilidad, también por la falta de la
voluntad política de nuestros gobernantes.
Volviendo a la Ley de Mecenazgo cultural, es importante resaltar que en ella se procura "(…) Estimular el apadrinamiento y patrocinio de proyectos culturales, propuestas y programas de investigación académica, científica y cultural; así como la divulgación artística y cultural a través de la edición de publicaciones especializadas; exposiciones de arte, concursos de arte y literatura, producciones audiovisuales o radiofónicas, ferias artesanales, foros, conferencias y congresos nacionales e internacionales, foros, conferencias y congresos nacionales e internacionales relacionados con la actividad artística y cultural". Y yo te pregunto, ¿tú lo sabías? ¿Y por qué lo silencian? Nuestro país y el mundo ya ha cambiado, la ciudadanía reclama, exige y se empodera de sus derechos ciudadanos: Comencemos a concientizar a tiempo a nuestras comunidades, antes de que las calles y caminos, las lomas y el llano, sean invadidas de voces, gestos y consignas, reclamando sus justos derechos.
En otro de los numerales de esta ley se establece el "fomentar las artes y la artesanía nacional, como ejes sobre los cuales se sustentan una buena parte de la memoria visual de la cultura y la identidad nacional"; como se puede percibir, en esta Ley de Mecenazgo Cultural, tenemos fuentes legales que priorizan el desarrollo cultural de nuestro país, a pesar de que también tiene sus lagunas o vacíos, como el de no apoyarse en instituciones culturales no gubernamentales; además, el dejar fuera de su ámbito de aplicación a la Liga Municipal, con lo cual aíslan a los municipal y sus respectivos ayuntamientos municipales, y, peor, aún, no se asumió a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), como academia con reconocida gestión cultural, para que también formara parte del Consejo de Mecenazgo que servirá de filtro aplicativo de dicha ley en el sector cultural nacional.
Esa ley duró más de siete (7) años para ser aprobada en el Congreso. Lo importante es que la tenemos y esperamos que, ahora, esté bien sustentada con su Reglamento de Aplicación, por lo que, más allá de la pandemia, debemos difundir y hacer realidad lo que ahí se sustenta, como ley ya aprobada por el ejecutivo y que no siga en el "olvido" planificado o no, de una burocracia voraz y, a veces, perversa, que nada más se activa, mediatizada por los intereses de la politiquería y el "incentivo" de un funcionariado corrupto que suele ver la paja en el ojo ajeno y luce ciego ante la viga que hay posada en el suyo.
De todas maneras, la Ley de Mecenazgo Cultural es una realidad tangible en nuestro país, asumamos y apliquemos sus postulados, más allá de la pandemia.