Lamentablemente hay que aceptar que los ideólogos del anti-haitianismo produjeron un arsenal de escritos históricos para fundamentar que los dominicanos son superiores a los haitianos. Escritos que han teñido las mentes de los dominicanos de odio y xenofobia. Lo que resulta peculiar es que en muchos de esos escritos se exhibe una relación de amor y odio hacia España. Amor porque España es nuestra madre patria y a ultima hora somos el país más español de America. Pero también hay odio porque España nunca defendió a su primera colonia, la abandonó en sus momentos más cruciales, nunca pudo la colonia recobrar la gloria del siglo XVI y nunca pudo tomar control de la Isla de la Tortuga que nos trajo a largo plazo la tragedia de nuestro vecino Haití.

La Isla de la Tortuga puede ser el lugar descrito en la película “Piratas del Caribe” como un gran prostíbulo lleno de borrachos y en donde Jack Sparrow se informará de las andanzas de los piratas, pero para los ideólogos del anti-haitiano, la Isla de la Tortuga no es sino el comienzo de la tragedia. 

Uno de esos ideólogos es el escritor dominicano Arturo Peña Batlle.  En su libro “La Isla de la Tortuga” detalla cómo España fue incapaz de recuperar y controlar a la Isla de la Tortuga, permitiendo la estadía permanente de piratas y corsarios y la creación de “pueblos extraños a la cultura hispánica”. Peña Batlle nos brinda esta historia desde un punto de vista global, pero parcial. 

Por un lado, Espana peleaba en contra de los países Protestantes. Por más de un siglo España fue la espada defensora del catolicismo en contra de la abrumadora aparición y desarrollo del Protestantismo y el humanismo en Europa. Las guerras entre España y los países Protestantes, en contra de Francia y su Cardenal Richelieu, los alemanes Luteranos,la Inglaterra Protestante se evidencia en la guerra de Esmalcalda en 1546, la guerra de los Príncipes en 1552, la guerra de los Treinta Años de 1618 a 1648 y por último la guerra de la Liga de Augsburgo de 1688 a 1697. Aunque España quedó mal parada en todas estas contiendas, dice Peña Batlle, que con estas guerras España no permitió que el Protestantismo y el humanismo triunfara a nivel mundial, una forma retrograda de ver la historia si consideramos que el Protestantismo fue la simiente ideológica del sistema capitalista y el humanismo la madre de la ciencia moderna.

En el plano local, España perdió significativamente. Francia, Inglaterra, y los Países Bajos también atacaron a España en el Atlántico y El Caribe. Las incursiones de piratas como Francis Drake en 1586 y Guillermo Penn y Robert Venables en 1655 hicieron desastres que obligaron a los Españoles a construir una muralla en la ciudad de Santo Domingo para protegerse de los ataques. Pero fue en la Isla de la Tortuga en donde el embrión de ataque a los españoles y a la isla se desarrolló y los españoles no pudieron contrarrestar el crecimiento de una sociedad alterna de piratas franceses.

En este rompecabezas de luchas entre las potencias coloniales, España por temor a los piratas optó por cambiar su ruta marítima. El sistema español de flotas de Indias cambia las rutas comerciales y deja de lado su paso por la colonia de Santo Domingo condenado a su colonia a la miseria. Muchos colonos, esclavos libres y cimarrones de la parte noroeste de la isla comenzaron a comercializar o como dice Peña Batlle a contrabandear con los piratas franceses.

Temeroso de que estos piratas fueran enemigos de la fe católica, el Rey de España Felipe III crea la Real Cédula de Valladolid en 1603 y comisiona al gobernador de la colonia de Santo Domingo Antonio Osorio de despoblar la Yaguana, Puerto Plata y Bayajá “por los negocios que las gentes de esa zona ejercen con los enemigos”.

Siempre le digo a mis alumnos que la estupidez más grande cometida por cualquiera de los poderes coloniales en el Nuevo Mundo fue las devastaciones, pues en primer lugar los franceses también eran católicos y estas facilitaron más el acceso a la isla.

Para colmo de males, Espana al final de la guerra de la Liga de Augsburgo tiene que ceder a Francia todos los territorios que estuvieran habitados por franceses y entre estos territorios estaba la parte noroeste de la Española. El tratado de Ryswick de 1697 le cede la parte noroeste a Francia que luego se convierte en colonia francesa una de las más ricas del mundo y luego de la Revolución Haitiana en la República de Haití.

Lamentaria Peña Batlle “Y todo porque España no se empantalonó y sacó a los piratas y corsarios de la Isla de la Tortuga”. Y en realidad Peña Batlle sugiere que España se ensañó en contra de su primera colonia durante el siglo XVII y que la isla fue una réplica de su relación con Francia, pero a pesar de su lamento Peña Batlle considera que España es la Madre Patria,  la defensora de la fe Católica,  la que nos hizo a nosotros los dominicanos a su imagen y semejanza y a la que perdonamos por darnos a Haití, una nación de negros salvajes

Y yo le contesto: Y a mi que me importa la España colonial, la que no creía en la libertad de culto, la que acabó con toda una raza de indígenas,  la que esclavizó a mis antepasados, violó a nuestras mujeres y nos dejó un legado de pobreza económica y existencial. ¿que papel juego yo en este meollo colonial?

A muchos le han lavado el cerebro con absurdidades históricas y les han hecho pensar que son blancos y superiores a los haitianos. Si España se dejó comer los dulces y terminamos en una isla dividida, ambas naciones Haití y la República Dominicana, somos igualmente “víctimas” del colonialismo, tenemos una herencia en común de lucha anti-colonial y de abolición y esa es la historia que nos puede unir, esa es la historia que tiene que dar fin a la conspiración del sátrapa Trujillo y su secuela de intelectuales, esa es la historia que puede liberarnos del odio.