La institución cinematográfica absorbe líneas identitarias basadas en la diversidad cultural, esto es, el derecho a la existencia de pueblos y sujetos que conforman un producto audiovisual y una conciencia interpretativa de funciones culturales a través de la imagen en movimiento que se consume hoy en todo el planeta gracias a la revolución digital y su campo de mediaciones científicas, comunicativas, semiovisuales, tecnoculturales y audiovisuales.
La institución crítica de cine absorbe también coincidencias, diferencias y divergencias, en la medida en que existe un acuerdo motivado o tácito entre el guionista, el director, el actor, el editor, el fotógrafo y el productor a propósito del proyecto estimado para los fines propuestos. Involucra este proceso un concepto de cine crítico y cine como crítica de la cultura que se apoya en las llamadas comunidades interpretativas las cuales sugieren modos de ser, modos de incidir y modos de decidir en lo social y en los diversos imaginarios sociales, culturales e identitarios de la contemporaneidad.
Se trata, tal y como hemos señalado, de una institución que acoge la productividad y el análisis para constituir diversos discursos sobre la imagen fílmica ligada a cardinales culturales, tecnológicas, experimentales, comunicacionales y audiovisuales, entre otras
Este proceso se hace visible hoy en toda Europa, Sudáfrica, África ecuatorial, Centroáfrica, la India, Australia, América y el Caribe y otros lugares del planeta bajo registros cinematográficos, documentales, televisuales, videoculturales y ficcionales, a través de los cuales se produce, presenta o analiza un producto difundido por variadas líneas del ecosistema publicitario del cine.
La institución crítica de cine pretende ser un mecanismo para contar, recontar, reescribir y remover el significante audiovisual, simbólico, metafórico y social sobre la base de producir y difundir juicios sobre cualquier producto cinematográfico; lo que se hace visible y legible en el cine argelino, el cine latinoamericano y caribeño (brasileño, argentino, mexicano, dominicano y cubano de los años 80 a los 90 del siglo XX y de comienzos del siglo XX1, donde guionistas, directores, fotógrafos y productores han hecho causa común con teóricos y educadores de cine, video y televisión para conformar estructuras concretas y reales de producción audiovisual en contextos de diferencia, identidad y pensamiento.
La institución crítica de cine no es un espacio simplemente valorativo, sino también analítico, orientacional, puntualizado, reconstructor y propiciador de una conciencia ligada a la producción y realización de películas orientadas hacia la difusión artística y cultural.
En el caso latinoamericano, algunos directores como Tomás Gutiérrez Alea, Miguel Littin, Patricio Rivera, Fernando Solanas, Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu, Glauber Rocha, Guillermo del Toro y otros sobresalen por su discurso crítico referenciado y diferenciado en el marco de la institución cinematográfica actual.
La teoría cultural y las prácticas audiovisuales de los países caribeños, latinoamericanos, europeos, africanos, árabes han ido construyendo poco a poco líneas de razonamiento e institucionalidad, caracterizados por marcos ideológicos y jurídicos potenciadores de imágenes y propiciadores de una producción cinematográfica y audiovisual motivada y reconocida en el concierto de los grandes y pequeños relatos ideológicos y artísticos; toda vez que a través del cine, el video, la televisión y la imagen digital, se han ido creando superestructuras narrativas y audiovisuales aceptadas y asumidas por las diversas comunidades interpretativas y culturales de nuestros días.