La administración Obama insiste en querer convertir a la República Dominicana en un “destino turístico gay” en el Caribe,  en contraposición a los valores turísticos dominicanos promovidos durante décadas y que nos han dado éxito como un renglón económico pujante.

Con los propósitos claros de “reorientar el turismo dominicano” vino el señor Randy Berry flamante enviado especial de los Estados Unidos para la protección de dos derechos de los LGTB, para tratar de convencer a las autoridades dominicanas sobre las supuestas “ventajas” de especializar un turismo gay en el país.

El señor Berry  expresó  ideas totalmente erradas para destacar la “importancia del sector LGTB para el desarrollo del sector de viajes” y dijo sin ningún rubor una opinión absolutamente incierta: que las economías turísticas “dejarían de crecer” si son parte de la discriminación” contra los LGTB. 

Ese tremendismo infundado sin ninguna base socioeconómica, se cae con un simple análisis del sector turismo dominicano: El flujo  de turistas extranjeros a la República Dominicana en la temporada enero- abril de este año ha crecido un 5.58%, con un total de 1,754,123 llegadas a las terminales aeroportuarias del país. Es decir 92,660 unidades más respecto al mismo periodo de 2015. Con más de 4 millones de turistas al año, República Dominica es el principal destino de viajeros en las islas del Caribe.

Estos datos estadísticos indican que el país no necesita de manera alguna para el crecimiento de su industria turística una reorientación como la quiere la administración Obama, que con mucha insistencia a través de su embajador en el país, quiere imponer el tema.

Además como si eso fuera poco,  el señor Berry  dijo acerca de “la necesidad de que el gobierno y el sector privado colaboren para erradicar la discriminación, tanto en el sector turístico, como de toda la sociedad”, otra expresión tremendista que no tiene asidero de ningún tipo.

No resiste análisis el hecho de que cualquier turista no importa sus preferencias puede entrar al país siempre que respete las leyes. La supuesta discriminación tanto en el sector turístico como en la sociedad, sólo existe en los discursos de aquellos  que tergiversan la realidad social dominicana.

En meses pasados James Brewster, embajador de Estados Unidos en Santo Domingo, se había lamentado por “la falta de apertura de las autoridades dominicanas para fomentar el turismo de la comunidad LGBT”. Lo que colocaba a su país en una situación difícil para respaldar la actividad turística en República Dominicana.

En esa ocasión el Ministro de Turismo expresó que nadie podía acusar al país de que se discrimine a algún grupo de turista, y abogó por el turismo familiar.

Consideramos que ese tipo de ayuda del señor Brewster al turismo dominicano no la necesitábamos, pues tenemos valores históricos, religiosos y ambientales en el país que hacían del turismo dominicano una industria exitosa.