Es indiscutible que las Instituciones de Educación Superior (IES) juegan un papel importante en los sistemas nacionales de ciencia, tecnología e innovación, por cuanto impulsan el desarrollo y el crecimiento económico del Estado. No obstante, el impacto de las acciones de las IES sobre la economía es diferente, dependiendo de la calidad de la investigación y la innovación que éstas llevan a cabo. Esto significa que en la actual economía del conocimiento las IES compiten para liderar el desarrollo científico, técnico y tecnológico, mediante la formación integral de profesionales capacitados, y la promoción de la investigación y la innovación como actividades determinantes de su competitividad.
En este sentido, el Plan Estratégico de Ciencia, Tecnología e Innovación del 2008-2018 del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología es muy claro cuando expresa que las actividades de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) constituyen grandes retos para las empresas y el tejido industrial de la Republica Dominicana. Con la promulgación del Decreto No. 190-07, del 3 de abril de 2007 se ha intentado impulsar al Sistema Dominicano de Innovación y Desarrollo Tecnológico cuyo objetivo general es articular de manera funcional la red de instituciones (académicas, públicas y privadas) con las políticas e iniciativas públicas en materia de ciencia, tecnología e innovación, para mejorar las capacidades nacionales en materia de competitividad y desarrollo de nuevos sectores económicos-productivos intensivos en el uso del conocimiento.
En la República Dominicana la Innovación tiene rango constitucional. El artículo 63 de la Constitución dominicana, relativo al Derecho Fundamental de la Educación (derecho prestacional), en su numeral 9, reseña: “El Estado definirá políticas para promover e incentivar la investigación, la ciencia, la tecnología y la innovación que favorezcan el desarrollo sostenible, el bienestar humano, la competitividad, el fortalecimiento institucional y la preservación del medio ambiente. Se apoyará a las empresas e instituciones privadas que inviertan a esos fines”.
El Plan Decenal (2008-2018) de la República Dominicana, indica, en el apartado “Vinculando las Instituciones de Educación Superior (IES) con el Sector Productivo”, que el objetivo general es implementar las acciones necesarias para lograr una vinculación efectiva entre IES y sector productivo. Y propone como meta para el 2018 que el 50% de las IES tenga convenios, por lo menos, con 4 empresas; que el 25% cuente con mecanismos efectivos de vinculación y ofrezcan servicios de apoyo; y que el 15% desarrolle modelos de emprendurismo.
Pero la innovación no tiene el camino allanado. El análisis de innovación en las empresas, ENI, 2010, indica las 4 principales causas de dificultad para la innovación: 1) Riesgo de inversión; 2) Falta de fuente de financiamiento; 3) Costo de innovaciones; y 4) Falta de personal calificado. Como causas internas, el análisis destaca: 1) Falta de tiempo para salir de la rutina diaria del trabajo; 2) Falta de personal calificado en la empresa; 3) Falta de información sobre necesidades del mercado; y 4) Falta de información tecnológica. El mayor factor de dificultad es la inversión.
Los Estados como el nuestro no se enfocan en lo que el Banco Mundial llama economía del conocimiento que es aquella que utiliza el conocimiento como motor básico del crecimiento económico. Es una economía en la que el conocimiento se adquiere, crea y difunde efectivamente para mejorar el desarrollo económico. Uno de los pilares de esa economía del conocimiento es un sistema efectivo de innovación por parte de las universidades, empresas, centros de investigación. La llamada revolución del conocimiento.
Por ejemplo, el KEI del Banco Mundial (Índice de Economía del Conocimiento, 2009) sitúa a la República Dominicana en un 3.01, ocupando la posición 88. El más alto es Dinamarca con 9.52. Igualmente, el Banco Mundial coloca a nuestro país, en el reglón Conocimiento para el Desarrollo (Dimensión Innovación, 2009), en 3.12 de un máximo de 10. El “World Economic Forum” (2006-2007) en el ranking sobre “Calidad de las Instituciones de Investigación Científica” nos coloca en la posición 113 de 125.
Algo más reciente es “The global innovation index 2015” que ubica a nuestra Quisqueya en el ranking 89 de 141 con 30.60, en base a 100. En ese estudio el primer lugar lo ocupa Suiza con 68.30, los Estados Unidos están en el 5to lugar con 60.10 y Corea del Sur en el 14 con 56.26. En Latinoamérica destacamos a Chile en el lugar 42 con 41.20, Costa Rica en el 51 con 38.59 y a Panamá en el sitial 62 con 36.80. El escenario sistémico es poco alentador.
Según el MESCyT, las empresas dominicanas invierten en investigación y desarrollo el 0.5% del PBI. En contraposición, para el 2004, por ejemplo, Corea del Sur invertía el 3.5 del PIB y de éste el 82% era inversión privada y el 18% inversión pública. En la República Dominicana existe el Fondo Nacional de Innovación y Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDOCYT) que en 8 años (2006-2013), con 215 Propuestas Aprobadas, ha comprometido 1, 137 Millones de Pesos. Un promedio de 11.8 millones de pesos mensuales. Al 2015 los recursos del FONDOCYT han aumentado de manera exigua pero incomparable con otros países en donde hay una correlación entre la inversión en investigación e innovación y su desarrollo.
Considero que la Innovación es fundamental para el desarrollo no sólo de las universidades y de las empresas, sino del Estado en sentido general. Creo que, en el caso de mi país, el desafío está planteado en nuestra propia Constitución. El Estado debe enfocarse en priorizar este derecho prestacional, es su responsabilidad (Responsabilidad en su acepción de derecho humano: tenemos el derecho de que el Estado cumpla con esa responsabilidad). El numeral 10 del citado artículo 63 lo obliga. De lo contrario, seguiremos condenados a la pobreza y al atraso. En la República Dominicano no deberíamos hablar de inicios de un Estado de Bienestar en este escenario de inversión en la innovación.
Y es que como dice Andrés Oppenheimer en su obra Cuentos Chinos: Los países latinoamericanos pueden cortar el gasto público, bajar la inflación, pagar la deuda externa, reducir la corrupción y mejorar la calidad de las instituciones políticas y seguir siendo pobres… porque no son capaces de generar productos sofisticados, con valor agregado, o bien porque generan y exportan muy poco conocimiento.