La República Dominicana afronta en la actualidad una amalgama de problemas, riesgos y amenazas, a los cuales es menester que todos los sectores de incidencia política, económica y social, se aboquen a buscar las soluciones en el corto y largo plazo, pues ya está harto demostrado que el Gobierno sólo, no ha sido capaz de enfrentarlos de manera efectiva. Entonces, es un asunto en el que cada sector debe aportar en la medida de sus potencialidades.

En otras ocasiones me he referido en el sentido de que los riesgos son de carácter impersonal y los mismos son causa de factores de distintas naturalezas; de igual manera, ellos contemplan la probabilidad de ocurrencia de determinados hechos o acontecimientos que conllevan daño o peligro. Por su parte, las amenazas son situaciones, acciones o circunstancias, reales o potenciales, internas o externas; que en un momento dado, puedan poner en peligro el logro de los objetivos nacionales.

En la enumeración de los riesgos y amenazas que se ciernen sobre la República Dominicana, entre otros, coloco en el orden de principalía que entiendo, los siguientes:

  • La inmigración ilegal;
  • la corrupción política y administrativa;
  • la delincuencia;
  • el desempleo;
  • la pobreza; y
  • la desigualdad social.

Como se advierte, soy de parecer que la mayor amenaza que enfrenta el país, lo representa la inmigración ilegal, pues nos hemos convertido en el lugar de destino más asequible para una masa depauperada de inmigrantes que desde hace ya un buen tiempo nos viene afectando y nos amenaza significativamente en lo económico, lo social, lo cultural, lo sanitario, y lo medioambiental.

Sabemos que no somos los únicos que enfrentan una situación tan calamitosa, pues en la actualidad, la inmigración ilegal, es el tema que mayor preocupación causa a los grandes países receptores de migrantes en Europa, Canadá y Australia entre otros, pues ella se asocia con problemas y riesgos de seguridad nacional. Un ejemplo de ello es que en esos países se enfrentan presiones para que sean aceptados aspectos culturales y religiosos, ajenos a la cultura del país receptor, corriendo el riesgo de que se impongan a los no inmigrantes.

Hace unos meses, Dimitris Avramopoulos, Comisario Europeo de Migración, refirió que “el aumento de la presión migratoria constituye una amenaza para el futuro de la Unión Europea, sobre todo por el auge de partidos populistas que explotan la situación”. Según el comisario, el futuro de la UE estará en peligro, porque la cuestión migratoria impacta directamente en los principios y valores. Sobre la situación en España, consideró que esta se encuentra bajo presión hace mucho tiempo y que empeoró en los últimos meses, convirtiéndose en el principal punto de llegadas de inmigrantes en la UE; incluso España ha recibido ayuda económica de emergencia de parte de los demás países europeos para ser usada en las acciones para afrontar esta inmigración.

El Presidente español Pedro Sánchez ha catalogado la inmigración como una amenaza, al responderle un Twit a su homólogo francés Emmanuel Macron en solidaridad ante una nueva oleada de inmigrantes. Se recuerda que ambos mandatarios arribaron a un acuerdo sobre inmigración, en forma de alianza, que incluye la creación de centros cerrados para inmigrantes, donde serían retenidos y decidir ahí si lo acogen o los devuelven a sus países de origen, países en los que se evidencia el detonante del problema; “Estados fallidos”.

Y es que no se puede negar que la entrada descontrolada de inmigrantes afecta negativamente y supone importantes desafíos para las instituciones estatales; además, cuando se concentra gran cantidad de los llegados a determinadas zonas, ejerciendo gran presión migratoria, desajusta la distribución de recursos fiscales, lo que menoscaba los programas sociales. En la República Dominicana, es preocupante el desconocimiento de todo el mundo, comenzando por el Gobierno, de la cantidad de inmigrantes que como país, estamos en condiciones de acoger y cuantos hay actualmente; volvemos sobre nuestra eterna incapacidad, las autoridades dan palos a ciegas, las cifras que manejan no son confiables, da la impresión de que inventan los números.

Producto de lo anterior, en muchos países, los ciudadanos se atemorizan y se expresan en desacuerdo con la llegada masiva y descontrolada de inmigrantes que por su condición económica y social, representa para ellos una amenaza de perder su empleo, atendiendo a que los empleadores prefieren una mano de obra más barata, sin muchas exigencias y en ocasiones, sin beneficios sociales.

Ese mismo es el caso dominicano, nuestra población ve con temor como la inmigración masiva y descontrolada de los haitianos amenaza su forma de vida, sus empleos, su salud, su Medioambiente y su tranquilidad. El problema de la inmigración haitiana no se puede seguir dejando de lado por las autoridades dominicanas, tienten que darle la cara, tienen que dar la voz de alarma a la Comunidad Internacional; Haití es una colectividad no viable como país, y de no actuar a tiempo nos arrastrará a nosotros a su inviabilidad. ¡República Dominicana no puede cargar con el problema haitiano!