He leído varios periódicos norteamericanos con relación a la pandemia.
No recuerdo ahora mismo las personas que han hablado de la necesidad de que cuidemos la información que nos cae en las manos. Mucha gente dice que quiere olvidarse un poco del proceso, como si huyeran a lo que está ocurriendo, o como si quisieran “un relax” dentro de todo.
Tengo una opinión sobre esto y es que primero la gente debe estar informada. En este sentido, las redes sociales pueden ser vistas de una doble manera: o la versión positiva que vemos en Twitter, WhatsApp, e Instagram, o la versión negativa que nos dice que no es saludable tener tanta información sobre lo que ocurre.
Una destacada periodista tiene la costumbre de poner en su página de redes sociales, el avance de la pandemia. Usa para esto la información del Centro de Sistemas, Ciencia e Ingeniería (CSSE) de la Universidad Johns Hopkins, que está haciendo un notable servicio a la humanidad con su información.
La información que nos llega a nuestros celulares es bastante. Para solo citar un caso, conozco a una persona que me decía que había borrado más de cincuenta videos de los que le mandan por WhatsApp, en las famosas actualizaciones de Estado. La persona se sentía agobiada con tantos videos y hay que entenderla: algunos son burlescos, y no toman en cuenta que hay una persona totalmente diferente que mirará como una ofensa eso que para algunos es un chiste.
Me preguntaba recientemente si había habido un resurgir de algunas redes sociales que en los últimos meses –y años–, no estaban de moda, y habrían renacido. No pude chequear si Mike Pence había posteado en su tuiter, lo que había escrito en el periódico USA today, pero de seguro que no lo hizo. Por su lado, el periódico sí lo hizo en un tuit-noticia que es del 22 de marzo. En su artículo, el vicepresidente Pence decía muchas cosas que sería entendible conocer, pero más que todo se adelantaba a quienes forman parte de su propio gobierno (o de su amigo Trump).
También es destacable que Melinda Gates ha escrito hace cuatro días un artículo titulado “In pandemic, your actions can help lives”, donde hace énfasis en lo que hace la fundación de Gates para luchar contra el coronavirus. De acuerdo a algunos, la obra de Melinda Gates es laudable en este momento, como la de casi todo el mundo: nos hemos convertido en promotores de buenas prácticas como lavarse las manos, desinfectar los productos, usar los guantes y la mascarilla. La última información que tuvimos fue la negativa de Trump a usarla, algo que nos pareció peligroso, pero ese es el viejo Trump. Ya había ido a la Florida a la celebración del cumpleaños de Kimberly Guilfoyle, la novia de su hijo en un evento donde salieron varios contagiados, entre ellos el máximo diplomático de Brasil en Washington, Néstor Forster. Como algunos habrán visto, a la fiesta en la Florida –donde muchos pagaron para ver a Trump y ser donantes de su campaña–, asistió Jair Bolsonaro, para quien toda la pandemia era un invento, algo que después corrigió cuando en su país esta se hizo presente de manera descarnada.
Es momento de comprender que habitamos en una situación sui generis, y habrá que tener fe en que todo esto pasará y podremos dejar de andar como enmascarados, esta vez no de plata.