En el campo de las ciencias sociales, pero específicamente de la sociología, existe un interesante debate sobre la importancia del proceso de individualización en la sociedad contemporánea. Para algunos, el individualismo identificado como egoísmo, es la fuente de la presente crisis de cohesión social, se parte de la idea que la individualización es contraria a la solidaridad y los procesos de integración social. Para otros, es un producto de las sociedades posmodernas Europeas y del capitalismo global neoliberal.

Sin restarle importancia a estas interpretaciones y, sin pretender ser optimista ni pesimista, entendemos que las diversas formas de individualización no se reducen al egoísmo que, necesariamente no son algo nuevo, sino que siempre han estado presentes en las sociedades Europeas y la dominicana en particular.

Desde la fundación del Estado-nación, heredamos una gran debilidad institucional del estado colonial que, ha hecho posible el desarrollo de gobiernos autocráticos centrado en las figuras de los grandes individuos, dando origen a diversas formas de autoritarismo político desde el Estado (caudillismo, populismo, presidencialismo) y una débil cultura cívica ciudadana.

Con el desarrollo del capitalismo, los trabajadores del campo se vieron despojados de su medio de producción natural: la tierra y, forzados a emigrar a las ciudades y los barrios marginados, contando únicamente con su fuerza de trabajo.

Frente a la ausencia histórica de un Estado social de bienestar y un sistema de seguridad social en el país, los dominicanos se han tenido que valer de su propio esfuerzo para satisfacer sus necesidades básicas y poder sobrevivir. Figuras de la cultura popular como el “tíguere dominicano”, “el chiripero”, “vendedores informales”, “los infortunados emigrantes”, los niños de las calles, son un claro ejemplo de personas, que no tienen nada asegurados y están obligados a salir a buscárselas a las calles, en el día a día, contando nada más que con sí mismo.

De manera que, la individualización no se reduce al egoísmo, no es necesariamente algo nuevo, producto de la posmodernidad Europea, sino que siempre ha estado presente y, se ha intensificado debido a los cambios institucionales y culturales que ha experimentado la sociedad dominicana en las últimas décadas.

Con la inserción al capitalismo global, la sociedad dominicana está expuesta a una competencia voraz, salvaje, caracterizado por la hegemonía de la lógica del mercado. En la actualidad, las sociedades como los individuos deben competir para sobrevivir, en esa medida, la figura del individualismo pragmático-utilitarista se ha generalizado. Un indicador muy llamativo en este sentido es, el auge de los textos de liderazgo, del emprededurismo, la promoción de las competencias y las iniciativas individuales en la cultura empresarial.

Con el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), los dominicanos cuentan con mayor acceso a la información y, la comunicación con el exterior. Tienen mayores posibilidades de selección en sus relaciones sociales, mayor diversidad de ofertas y consumos culturales y, por tanto, están interpelados a tomar decisiones individuales. Las redes sociales y los dispositivos digitales, para bien o para mal, fomentan los deseos de consumo, de nuevas experiencias e imaginarios sociales y, por tanto, son fuertes dispositivos de subjetivación de los deseos e individualización de las formas de vida de los dominicanos.

Con el proceso de democratización que experimenta la sociedad dominicana, nos encontramos con la aparición de nuevas figuras y movimientos sociales que demandan el reconocimiento de sus derechos sociales e individuales. En esa medida, las luchas,  protestas y movilizaciones sociales surgen a partir de demandas sectoriales, incorporando en sus reivindicaciones intereses privados.

El proceso de individualización no entra en conflicto con la solidaridad social, así lo demuestra las prácticas políticas de la sociedad civil y los movimientos sociales, que organizan su agenda a partir de las luchas por la igualdad y la defensa de los derechos sociales e individuales; asociada a la solidaridad con los otros. En ese sentido, se expresa un proceso de individualización ético-moral, de búsqueda de autonomía de los poderes del Estado y el Mercado, en la defensa de los derechos humanos, del medio ambiente y la participación política de los ciudadanos.

Frente a la crisis institucional que experimenta la sociedad dominicana, se ha desarrollado un individualismo des-institucionalizado, donde las personas, producto del deterioro del trabajo, la privatización de la educación, el transporte, la vivienda, la seguridad ciudadana, energía, agua potable etc., se ven compulsivamente obligados a construir estrategias individuales para enfrentar problemas sociales: hemos tenidos que emigrar, estudiar, trabajar como bueyes, con doble jornada laboral para poder sobrevivir. Por lo tanto, la otra cara del aumento de la precarización, la exclusión e inseguridad social que predomina en el país, es el crecimiento de las diversas formas de individualización de los dominicanos.

Paradójicamente, los dominicanos estamos forzados a vivir la vida propia, pues no contamos con un Estado que garantice bienestar y seguridad social a la población. Nos hemos visto interpelado por un deteriorado mercado laboral y una crisis institucional que exige mayor iniciativa individual. Por el auge de la cultura digital y el aumento de las industrias culturales que estructuran una mayor diversificación del consumo. Pero también, por un proceso de democratización que demanda una mayor participación política de los individuos como ciudadanos.