La indignación ciudadana da sus frutos cuando decidida y con un par presenta sus credenciales al Poder. Entonces resulta que sí se puede, que los políticos sí reaccionan cuando la sociedad les envía militantemente la señal de su descontento con vocación de convertirse en rechazo electoral.

Aunque resulta bochornoso y habla muy mal de nuestra partidocracia reinante el que sus candidatos presidenciales tengan que firmar un pacto comprometiéndose a cumplir la Ley de Educación y un mandato constitucional, al mismo tiempo, el acto representa una evidencia feliz de lo que se puede lograr si, -más allá de nuestros partidos-, los ciudadanos nos reunimos, exigimos, decimos aquí estoy, decimos basta ya.

Ya ven, el club de los pendejos no es tan inútil como muchos piensan.

Hoy, gracias al poder de convocatoria y la aceptación, gracias a la militancia ciudadana en el tema del 4%E, es improbable que ningún candidato se atreva a negar ese compromiso; afirmar, por ejemplo, "perdónenme, señor elector, pero primero necesitó construir un ferrocarril de Baní a Neyba o un invernadero computarizado para producir mangos banilejos."

La más reciente demostración de lo que puede lograr una sociedad organizada cuando planta cara de indignación al Poder, ocurrió el sábado. Esta vez fue a Santiago a quien le tocó decir: "no podemos, profesor, así no podemos". Y con la sempiterna mediación de Monseñor Agripino y la diligencia palaciega de Monchy Fadul, ministro de lo interior, se montó aquel sarao de indignación popular. Y los resultados se vieron en horas.

En sus palabras, el presidente Fernández impresionó por su energía. En cuatro ocasiones utilizó el verbo EXIGIR o sus sinónimos, y en las cuatro ocasiones el público lo aplaudió de pies. Y es que, profesor, se puede ser enérgico sin ser autoritario, estricto sin ser arrogante. Se puede ser potente sin llegar a prepotente, y seguir exhibiendo un talante democrático.

Un botón de muestra de cuánta falta le hace al gobierno que el mismo Presidente enfrente sus debilidades o carencias lo hemos visto del sábado al lunes.

Durante cinco años este escribidor ha estado reclamando en tertulias, almuerzos, diarios, colmadones, bares, puticlubs e incluso en televisión, que sean bloqueadas las señales de los celulares en los centros penitenciarios. Durante cinco años no fue posible por corrupción generalizada o por falta de recursos para comprar los aparatos bloqueadores.

Pues miren ustedes que, indignado por el drama, y motivado ante la mayor indignación de Santiago, el Presidente Leonel EXIGIO, (nada de "solicito muy cortésmente", "si no es mucha molestia", "con perdón, profesor"), sino que EXIGIO que sea resuelto cuanto antes el problema de la señal telefónica de los celulares en las cárceles, convertidas en oficinas del delito, vía celular. Y con protección incluida, lo que indigna más. Hablo de empresas de robo de vehículos, sicariato, intervención telefónicas, y otros "emprendedurismo" de lo mal hecho.

Pues mire usted que a las 36 horas de pronunciada la exigencia presidencial, ya se hizo el anuncio de la solución de un problema que tenía uno cinco años denunciando.

Entonces, como ciudadanos, sigamos exigiendo, militando, proponiendo, protestando donde sea necesario. Santiago es el ejemplo.

Y al Presidente Leonel le sugiero sustituir el verbo "solicitar" por "exigir", su sonrisa amable por un truño en plan mala cara; encarecidamente se le solicita, señor Presidente, un "chuípiti" de indignación que deberá concluir con su tradicional muestra de reproche… "así no podemos, profesor, así no podemos". Pero sobre todo, así no podrá Danilo Medina and friends en mayo.