Ayer conmemoramos el 169 aniversario de la proclamación de nuestra Independencia Nacional. En esa ocasión, el Presidente Danilo Medina, en cumplimiento del mandato constitucional rindió cuentas ante la Asamblea Nacional.

A 169 años de la gesta patria, cabe preguntarse si el proyecto de los Trinitarios ha sido materializado o su obra queda aun pendiente. Y sin lugar a dudas, al escuchar el discurso del Presidente podemos advertir claramente que nuestra independencia es todavía un punto en la agenda.

Mi lectura particular previo al discurso del presidente era la misma a la que he sido acostumbrado en los últimos 12 años. Digo 12, pues se corresponde con el tiempo en que he tenido conciencia de cómo se maneja la política en nuestro país.

Ante los mismos hechos, es imposible crear nuevos discursos y esto trae consigo una inflexión en las expectativas de la gente. Pero no son los mismos discursos lo que crean desesperanza, sino el afán de crear nuevas alocuciones que se contrastan con la realidad que debieran reflejar estos.

El presidente Danilo Medina hizo un intento en el día de ayer de distanciarse de esa practica de producir los mismos discursos y con ello, por lo menos de forma aparente, de las practicas de las administraciones que lo precedieron. Contrario a lo que vivimos en el pasado, dejó la genuflexión de lado, y enfrentó a un monstro de varias cabezas como la Barrick Gold.

Esa decisión, la cual puso al desnudo a todos los legisladores que aprobaron el leonino y lesivo contrato de la Barrick Gold, es una muestra más de que el proyecto independentista ha sido relegado por la clase política que se ha encargado de dirigir los destinos de la nación y que ha sido suplantado por el proyecto de enriquecer y seguir sumando poder a los grupos que desde del 1844 han vejado y vapuleado al pueblo dominicano.

No quiero atribuir a la decisión de Danilo Medina un sentido patriótico, pues es labor de la historia calificarlo como tal. Lo que si quiero destacar de esta decisión, es que sin la labor de contrapeso que ejerció el pueblo dominicano exigiendo que dicho contrato sea revisado, esto hoy no hubiese sido posible. Cuando nos movilizamos, exigimos y protestamos ayudamos al gobierno y contribuimos con una buena administración.

Mientras el 42% del pueblo dominicano siga en la pobreza, mientras existan 1 millón de dominicanos que sean analfabetos y otros 3 millones que sean analfabetos funcionales, mientras los salarios de los trabajadores estén por debajo del costo de la canasta familiar, mientras la educación y la salud sean un lujo y no derechos, mientras la política sea un negocio y sigamos teniendo los más altos índices de corrupción de la región, mientras la impunidad estatal siga latente, mientras el complejo de Guacanagarix siga rigiendo la conducta de la clase dirigente, mientras la mayoría del pueblo sobreviva en vez de vivir dignamente, el proyecto de independencia estará aun incompleto.

Tenemos la labor de seguir exigiendo, protestando y movilizándonos ycon ello, construir una verdadera alternativa política que se imponga así misma el objetivo fundamental de materializarel proyecto inacabado. Es una obligación ineludible para todos seguir ayudando a lograr que la patria que merecemos, esa que plantearon los trinitarios, sea más que una ideay que se convierta en una realidad que todos podamos vivir. Es nuestro deber, es nuestro derecho.