La verdad es, que hace al menos 20 años que la República Dominicana debió establecer relaciones diplomáticas con China Continental. Estoy bastante confundida con la reacción de enojo visceral de muchas personas, por lo que han llamado rompimiento con Taiwán.

Reconozco las virtudes, el desarrollo, la organización e impresionante cultura de la isla de Formosa o Taiwán, a la que visité hace un tiempo (cuando laboraba como Embajadora Encargada de Asuntos Bilaterales de la Cancillería de la República).

En varios análisis políticos sobre China Continental y Taiwán, se alude que este último logró demostrar que no son situaciones contradictorias, el trabajar por el desarrollo de una nación y el vivir en una atmósfera de libertad. Se dice que, para Taiwán, mientras más libre es una sociedad más prosperidad será capaz de alcanzar. Y que lograron poner los acentos  en la educación, la incorporación de la mujer al sector laboral y en la planificación familiar voluntaria; así que me gusta ese país.

Además, al igual que la mayoría de las personas estoy muy complacida con toda la cooperación técnica y económica que Taiwán ha entregado a la República Dominicana en todos los años de relación. Ahora bien, si ponemos en una balanza lo recibido en cooperación y lo que le hemos aportado, nuestro lado no sería tan ligero. Recordemos que una de las razones fundamentales por la que República Dominicana no ha logrado ser parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (a pesar de ser de los 48 países fundadores), es porque no hemos contado con el apoyo de China Continental (por razones obvias). Así que, nuestros costos también han sido altos. Si nos fuésemos a poner en la misma tesitura poco elegante, reactiva y sacaliñadora del comunicado Taiwanés, podríamos expresar mucho sobre lo que le hemos apoyado.

Tengo serias dificultades de asimilación del régimen de la República Popular China, por ejemplo, la forma de implementación de la política de un solo hijo, y lo que significó para las mujeres y para las niñas, me es suficiente para no mirarle con alegría. Un artículo de 1983, en el periódico El País de España, escrito por Malen Ruiz de Elvira, titulado “La Tragedia de nacer niña en China” lo describió de la siguiente manera: “Un diario local informó recientemente que más de 80.000 esterilizaciones (forzadas, el artículo lo explica, aunque la palabra no esté en la cita) y 12.000 abortos se habían efectuado en el curso de los diez primeros días de este año en una sola provincia, la de Zhejiang, al norte de China”. No niego la necesidad de la aplicación de medidas de planificación familiar y de estímulo hacia una reproducción responsable, pero ¿de esa forma?

Hay algo que deberíamos tener clarísimo, República Dominicana tiene el derecho a decidir en el marco geoestratégico mundial y de sus propios intereses, con quien establece relaciones diplomáticas. No es un secreto para nadie que China Continental es una de las mayores potencias del mundo. Quizás habría que recordar que las Naciones Unidas en 1971, según la Resolución 2758 de la Asamblea General, reconoció a la República Popular China como el único representante legítimo de China. Podríamos seguir solidarizándonos con la lucha Taiwanesa, pero no se nos puede pedir la “inmolación”.

Gracias Taiwán por todo lo que nos has aportado en estos más de 70 años de relación, espero que logremos construir un mundo más justo, donde ustedes sean reconocidos como país libre e independiente; con la posibilidad de participar en todos los espacios regionales y multilaterales. Recuerden por favor, lo que dice un refrán popular “por su mejoría hasta su casa dejaría”; China es un país con relaciones diplomáticas, con alrededor de 176 países, no podíamos seguir quedándonos fuera.

La verdad es que República Dominicana en lo geoestratégico, político y económico, se le hacía necesario dar este paso. Fue una medida adecuada, que ojalá sepamos aprovechar para beneficio de nuestra nación.