"… que no nos separe la vida, y que se vaya al diablo la muerte." P. Neruda

Desde siempre, Santiago ha sido ejemplo de participación y responsabilidad ciudadanas.

Es por esto que ha generado expectativas de las buenas, la información de que este sábado en el auditorio de la PUCMM, las instituciones más representativas de la hidalga se reunirán con el superior gobierno, (Presidente, incluido) a comprometerse, a exigir y a exigirse una reacción del tamaño de su desaliento que es mucho.

Hablo de la violencia social y familiar, que no solo ha aumentado, sino que, como ocurrió en Santo Domingo a partir del 2001 cambió de casa, bajando a los barrios "bien", ay, que no es lo mismo llamar al diablo que verlo entrar a tu casa, y sin rubor saludarte.

Entre 2001 y 2005, la tasa de homicidios se duplicó en RD pasando de 13 por cada 100 mil habitantes a 26… y a partir de ahí, el desmadre.

En 2005, el gobierno presentó un Plan para combatir la cuestión, de nombre Seguridad Democrática.

En dicho plan se trataba de atacar el problema por casi todas las aristas o esquinas. Hablo de la familia y el proceso de socialización (en RD existe una nueva familia con ausentismo parcial o total de uno o dos de los padres; el liderazgo del barrio ya no lo tiene el cura ni el maestro.) Y se enfrentaba el aspecto económico, la grave desigualdad social y la exclusión, la falta de oportunidades, de empleo. Todo esto sin que faltara un elemento fundamental: el combate al narcotráfico y sus redes de solidaridad que le hacen dueño del barrio. (¡Quien paga manda, amor! ¡Qué sería de los barrios pobres sin nuestro "jodedor" solidario y ese "lavador" buena gente.) Y por supuesto, el Plan presentaba un proyecto de urgente reforma policial. (Ya era urgente en 2004)

Aplicado a medias, el Plan sigue en los archivos del Ministerio de lo Interior. Ahora se trata de que aparezcan los recursos y la voluntad política para, con los ajustes necesarios, relanzarlo.

Como ministro de la cosa, Monchy Fadul, que es hombre de acción más que de vericuetos y retruécanos intelectuales, puede ser el coordinador desde el Estado para llevar el plan a todo el país, con la participación principalísima de la sociedad civil (la gente, la gente) y también del Dr. Franklin Almeyda, que puede ofrecer su experiencia en lo que fue la elaboración, diseño y en lo que hasta ahora se ha podido lograr a pesar de las limitaciones.

Pero el país no aguanta más.

Una cosa terrible son los apagones, o lo mucho que jode y desespera la falta de agua potable, la olla del desempleo y la falta de oportunidades, la educación en deterioro, es cierto, sí. Pero nada se compara a la sensación de vulnerabilidad e impotencia que siente un padre, y sobre todo una madre, cuando se enfrenta a la posibilidad cierta de que sus Paolas, ay, puedan ser asaltadas y hasta asesinadas para robarle, digamos, un celularcito Alcatel de M, que no es de miércoles.

Eso sí es pobreza. Y es que se puede vivir siendo pobre si se está aferrado a una esperanza, ("mañana, hijo mío, todo será distinto"), pero no en la terrible incertidumbre que la inseguridad propicia.

Como tantas otras veces, Santiago puede ser ejemplo y feliz comienzo, el arte de dar un paso al frente… y seguir avanzando.

Existe la posibilidad cierta de que nuestros hijos sean asesinados, violados, asaltados a cualquier hora y en cualquier lugar. Joder, don Radha, ahora sí que somos pobres.