El autor de estas líneas quiso tomar como referencia figurada el titulo de una de las obras más famosas del célebre escritor irlandés Oscar Wilde, para hacer honor a una de sus ingeniosas frases y con ello, de alguna manera, reflexionar respecto al nuevo año. Lo menos frecuente en este mundo es vivir, pues la mayoría de gente existe y eso es todo; según una de las freses del referido autor.

Al finalizar cada año, algunas personas se proponen comenzar a vivir dejando atrás los errores y el tiempo perdido; e iniciar nuevos proyectos. Pero ¿Qué significa vivir? Preguntas existenciales aun no tienen respuestas para muchas personas; cuestiones como ¿Para qué vivo? ¿Cuál es mi propósito en la vida? o ¿Cuál es la razón de mi existencia? Constituyen el punto de partida para comenzar a vivir con propósito. Algunos se pasan años existiendo de ese modo, estando sin conocerse a sí mismos y caminando hacia ninguna parte, siendo seres sin sentido alguno y sin orientación definida.

El umbral de un nuevo año constituye una oportunidad única para meditar en ese respecto, hacer una catarsis interna y reconocer nuestros fallos. Constituye una oportunidad para preguntarse si realmente su vida tiene sentido, porque esa será la única manera de entender la importancia de reencausar su vida e imprimirle valor a todo lo que haga.

Cuando se “existe” sin un propósito definido se es moldeable, y nos hace ser seres más susceptibles porque terminamos dando nuestros mejores años de trabajo al propósito bien definido de otra persona; y en eso agotamos nuestros días. Pero cuando sabemos lo que queremos y tenemos definidos nuestros proyectos, entonces el trabajo cobra sentido; porque todo lo que hacemos es en aras de nuestras metas y de nuestras vida.

Que este año 2018 sirva para reflexionar en ese sentido y para disponernos a encontrar de una vez y para siempre la importancia que comportan nuestras vidas y nuestros nombres, o sea; encontrar la importancia de llamarse Ernesto.