De la memoria literaria
Si en verdad el índice bibliográfico de un país viene a ser, como opina Gustavo Jiménez Cohén, «su índice cultural, en el que se refleja su quehacer intelectual y espiritual», entonces hay que reconocer la trascendencia de la investigación bibliográfica como herramienta fundamental para el rescate y preservación de la memoria literaria de cualquier sociedad.
Y es ese tipo de investigación, en el campo de las letras, el que lleva a cabo el bibliógrafo. Ahora bien, ¿qué es un bibliógrafo? Intentamos acercarnos a su descripción de este modo: un bibliógrafo es un ordenador, un transferidor de datos e informaciones; en otras palabras, es un creador de fuentes de consulta.
¿Y qué es una memoria literaria? Consiste fundamentalmente en el registro y preservación de los datos e informaciones referentes a la producción literaria de un país; comprende los aspectos concernientes a la reproducción y localización en el pasado de los mismos, por lo que la investigación bibliográfica constituye, así, un factor relevante en la construcción de la memoria histórico-cultural de un pueblo.
En la medida en que podamos desarrollar, en forma sistemática y coherente, mecanismos de rescate y preservación de todo el material bibliográfico disperso de autores dominicanos, en esa misma medida iremos creando una memoria literaria que nos permitirá mantener vivo el recuerdo de datos e informaciones de suma importancia para una mejor comprensión de lo que ha sido nuestro devenir histórico-cultural.
Del investigador bibliográfico
De lo anterior se deduce la importancia del trabajo que realiza el investigador bibliográfico o bibliógrafo para la creación de una memoria literaria. Este investigador es una especie de «arqueólogo de documentos», ya que su labor, en gran medida, consiste en rastrear publicaciones desconocidas o ya olvidadas por efecto del tiempo o por la ausencia de una política cultural que esté orientada a salvaguardar el acervo bibliográfico nacional.
Anima al investigador bibliográfico o bibliógrafo el interés propio del difusor cultural, que, con honda intención didáctica, y liberado de egoísmo, sólo desea dar a conocer lo que ha hecho otro; cumple, de esta manera, con una valiosa función de transferidor de información. Imprescindible sería su papel en cualquier proyecto de diseminación de información fresca que sea contemplado —y que debería ser contemplado— dentro de un plan general de desarrollo cultural.
El bibliógrafo tiene que hurgar —auxiliado de su instrumental metodológico— en bibliotecas y archivos; consultar libros «raros», folletos, revistas, periódicos y otros tipos de materiales impresos para poder realizar, en un esfuerzo pocas veces estimado, su importante trabajo de organizador de fuentes que permitirán al estudioso o al crítico hacer una valoración más objetiva y justa de la producción intelectual de una época, de una generación o de un autor en particular.
él es el enlace entre el creador y el crítico: promueve y divulga la obra del autor facilitando, de este modo, la tarea del crítico, a quien sirve de apoyo en el aspecto informativo.
Ahora bien, esa acuciosa labor que lleva a cabo el investigador bibliográfico se facilita en la medida en que aumenta el número de bibliotecas y de centros de información; es por lo que todo bibliógrafo consciente de su rol debe sumarse a todo esfuerzo encaminado hacia la creación de nuevos bancos de información bibliográfica y centros de documentación y referencia, así como contribuir con su enriquecimiento, ya que son idóneos depósitos de cultura.
El bibliógrafo debe estar consciente, también, de su doble rol de preservador cultural y de constructor de memoria y, con su esfuerzo indagador, contribuir con la actualización bibliográfica de esos depósitos de cultura que son las bibliotecas y los centros de documentación.
De la necesidad de un banco de datos bibliográficos
La creación en el Ministerio de Cultura de un órgano responsable de llevar un registro de la actividad bibliográfica del país constituye una necesidad cultural que hemos venido planteando en nuestras conferencias en torno a letras dominicanas y en tertulias. También le hemos presentado proyectos en ese sentido a tres de los cinco ministros que ha tenido ese organismo. Han valorado y considerado positiva la idea, pero ahí ha quedado.
Indiscutiblemente, la función investigativa sustentaría en términos de certeza histórica y calidad informativa, a la función editorial y a la función de gestión literaria, por lo que consideramos de vital importancia la creación de un Departamento —o Dirección o Centro— de Investigaciones Bibliográficas, ya que todo lo vinculado al ámbito bibliográfico, desde la doble perspectiva del rescate y difusión, ha de ser considerado parte del tesoro intelectual a ser preservado por la principal institución bibliotecario de la nación dominicana.
Ese órgano ―que sería una herramienta clave para la preservación de la memoria bibliográfica del país― serviría de soporte informativo, en materia bibliográfica, a las diferentes dependencias del Ministerio de Cultura que ejecutan programas de publicaciones de libros y otros tipos de materiales de lectura: Dirección General del Libro y la Lectura, Biblioteca Nacional «Pedro Henríquez Ureña», Editora Nacional y Dirección General de Gestión Literaria, por ejemplo.
En síntesis, la Dirección* de Investigaciones Bibliográficas tendría como objetivo principal crear una base de datos bibliográfica y referencial como apoyo a la labor de investigación y que, de alguna manera, contribuiría con la solución del problema de la disgregación de la información mediante la elaboración de bibliografías y ordenamiento de fuentes de consulta que faciliten la promoción y difusión de la bibliografía nacional, así como la precisión informativa en las publicaciones de materiales de lectura.
Su misión sería la de contribuir con la construcción de una política nacional de patrimonio bibliográfico y documental (patrimonio impreso) que permita el desarrollo de acciones orientadas al rescate y organización de la memoria bibliográfica nacional, fundamental para el conocimiento y estudio de la historia y la cultura del país. En este sentido, ese órgano tendría la obligación de diseñar una base de datos que permita la elaboración la bibliografía nacional.
¿Cuál sería el objetivo principal de esa Dirección de Investigaciones Bibliográficas del Ministerio de Cultura? Investigar y realizar estudios sobre la bibliohemerografía dominicana dentro y fuera de la Isla, ya que no existe en República Dominicana un repositorio —biblioteca o archivo, público o privado— que registre toda la información referida a la historia y a la actividad bibliográfico-documental del país. Mucho se ha logrado con el reordenamiento del Archivo General de la Nación, pero aún no es suficiente.
En otras palabras, no existe en nuestro país un banco de información bibliográfica como existe en muchos países en los que la cultura es un tema relevante en las agendas oficiales.
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* MIGUEL COLLADO. Bibliógrafo y educador dominicano. Ha publicado varios libros de investigación literaria. Obtuvo el Premio Casa del Escritor Dominicano en 1993 con su libro Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana. Es el presidente-fundador del Centro Dominicano de Investigaciones Bibliográficas, Inc. (CEDIBIL) y ex vicepresidente-fundador de la Liga Hostosiana, Inc. Es asesor editorial de la Biblioteca Nacional «Pedro Henríquez Ureña».
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