“El gobierno no es la solución del problema, el gobierno es el problema” – Ronald Reagan.
El año pasado, en su editorial semanal en el periódico Diario Libre, el doctor Guillermo Moreno escribió un artículo titulado: ¿Es posible una alianza opositora?, en donde el plantea una posible unión de diversos grupos y partidos con el fin de derrotar al PLD en el 2020.
El dirigente del partido Alianza País expresó lo siguiente:
¿Alianza por qué? Porque es un imperativo sacar al sacar al PLD del poder y ponerle fin a las prácticas políticas tradicionales basadas en la corrupción, el clientelismo, el engaño, que fueron las que prohijaron que este partido lleve casi 20 años en la dirección del Estado. Porque los serios problemas de pobreza y marginalidad, debilidad institucional, inseguridad pública y violencia, corrupción e impunidad, endeudamiento público, desorden migratorio, no se superarán mientras permanezca en la dirección del Estado el partido gobernante. El PLD, más que solución es parte del problema a resolver.
El Sr. Moreno luego expresa entre quienes debe ser la alianza:
¿Entre quiénes? La alianza opositora tiene que ser amplia y plural. Con definidos objetivos políticos, no circunscrita a los partidos políticos y abierta a todos los sectores sociales y ciudadanos independientes que hacen oposición política al modelo impuesto por el PLD.
Como primer punto, estoy completamente de acuerdo con el Sr. Moreno en la importancia que el PLD sea derrotado en el 2020, aunque no creo que sea posible bajo la estructura de partidos que actualmente existe. El PLD recibió más del 60% de los votos en el 2016, más de 20 puntos porcentuales por encima de su hermano ideológico el Partido Revolucionario Moderno (PRM). El hecho que el PRM sigue siendo la fuerza opositora más fuerte en el país debe servir como evidencia de que la “oposición” al PLD requiere de unos cambios fundamentales en nuestro ambiente político.
Me refiero al PRM como el hermano ideológico del PLD por la sencilla razón que ambos surgen como divisiones del PRD y aunque las personas que componen los partidos son diferentes, ideológicamente están muy cerca. Las plataformas políticas de ambos partidos están basadas en los principios progresistas de Juan Bosch. Debido a esto, muchos dominicanos (en el cual me incluyo) ven al PLD y el PRM como caras diferentes de la misma moneda.
Los gobiernos basados en principios progresistas, a veces denominados socialistas democráticos, se caracterizan por sus políticas de altos impuestos, alta regulación del sector privado y un alto número de programas sociales donde redistribuyen (roban) riquezas en base a sus principios. La expansión de programas sociales, departamentos gubernamentales y otros gastos irresponsables contribuyen al déficit fiscal, que a la vez tiende a incrementar la deuda externa. El resultado final tiende a ser menos libertad financiera para todos nosotros al día de hoy y en el futuro por el efecto de la deuda para nuestros hijos.
Si esto no fuera suficiente, muchos de los partidos minoritarios como Alianza País y Opción Democrática también se identifican como partidos progresistas. Por ende en la “oposición” ya no estamos debatiendo ideologías políticas, estamos debatiendo personas. Como he dicho antes: “Ya la clase política decidió por nosotros el rol del gobierno en nuestras vidas, solo nos queda decidir en base a supuestos subjetivos, como quien parece menos corrupto en televisión”.
La doctrina progresista es muy efectiva generando apoyo, ya que coloca al Estado en una posición de redistribuir riquezas de una manera más “justa”. Aunque hay muchos tipos de progresistas, hay un perfil muy común en la dirección de sus partidos y son los intelectuales sin mucha experiencia trabajando en el sector privado. Aunque este perfil tiene muchas cualidades interesantes, ninguna más que su creencia que ellos tienen mejor conocimiento de cómo gastar el dinero que quien lo genera. En la práctica tienden a ser muy buenos generando políticas orientadas a su base votante, ya sean programas sociales hacia un segmento de la población o protecciones a ciertas industrias, el famoso “clientelismo”.
En el caso de nuestro país, estos han diseñado un sistema donde un porcentaje de la población no paga impuestos, no paga energía eléctrica, no paga por educación, no paga por programas de salud, reciben subsidios a alimentos a través de tarjetas de solidaridad, programas de bono-gas y muchos otros. Como ya sabemos, la mayoría de estos programas son posibles a través de la redistribución de riquezas (robo) del segmento que trabaja y del endeudamiento en el exterior, ya que el “Estado” no produce nada, solo gasta el dinero de sus ciudadanos. Pero como Margaret Thatcher solía decir: “En algún punto se te acaba el dinero ajeno”.
Existe un porcentaje inmenso de la población dominicana que está preocupada por el gasto público irresponsable, impunidad en corrupción y falta de claridad en políticas migratorias. El movimiento verde, el movimiento tricolor y otros son un producto de que esas personas ya se han quedado sin opciones en cuanto a quien defiende sus posiciones en el ámbito político. Vencer al PLD no será una motivación suficiente en el 2020, ni en el 2024, si no existe una opción que ideológicamente presente lo opuesto a lo que ellos representan.
Una oposición real al PLD debe estar basada en políticas comunes de reducir el tamaño y poder del estado en nuestras vidas, no importa quien este en el poder. Solo políticas basadas en esos principios reducirán impuestos, regulaciones, gastos gubernamentales y le devolverán libertad financiera al pueblo dominicano. Mientras más pequeño el Estado, menos tenemos que preocuparnos de quien está al mando.
Si la oposición no tiene elementos que promuevan el capitalismo, libertad individual y seguridad nacional, seguirá siendo parte del bloque progresista, donde el debate solo será en base a personas y no ideas. Ya es tiempo que exista una opción que proteja a ese segmento de la población de la ideología extractiva de nuestros gobiernos.