Una de las características esenciales de los sistemas democráticos, es la realización de debates electorales, incluso televisados, entre los aspirantes que compiten por un mismo cargo electivo, ya sea a nivel presidencial, congresual o municipal. Resultan ser espacios idóneos para que los candidatos presenten sus propuestas y proyecten sus posiciones ante temas de trascendencia nacional, de una manera neutra, transparente e igualitaria.
La importancia de esta figura radica en que:
1-Promueve el ejercicio del derecho al voto de forma consciente, a partir de la información suministrada;
2-Los candidatos cumplen con su rol de dar a conocer y discutir, sus ideas y planes de gestión;
3-Le ofrece al votante/televidente comparar de manera inmediata, las propuestas y a los mismos aspirantes, pudiendo incluso detectar cuales propuestas se ajustan a la realidad de un país;
4-Se nivela la cobertura mediática entre los candidatos; y, por último, lo cual no significa que sea la menos importante,
5-Se contribuye a la eliminación de los mecanismos clientelistas que habitualmente se utilizan para promover a un candidato y, a la vez, influir en la intención del voto.
Cabe destacar que en la gran mayoría de los países de la región se realizan este tipo de evento. Se ha introducido en los sistemas mediante la tradición o cultura política, como es el caso de Perú, Chile y México, por mencionar algunos. Mientras que en otros casos, es de carácter obligatorio, es decir, impuesta por ley, como sucede en los países de Brazil, Colombia, Costa Rica y Panamá, por ejemplo.
En el caso particular de la República Dominicana, los debates electorales no forman parte de la agenda política en periodos de campaña. Sin embargo, han existido esfuerzos impulsados por sectores de nuestra sociedad. En los años 1998, 2002 y 2006, se llevaron a cabo debates electorales a nivel congresual y municipal. No obstante, es el único país de América Latina con sistema democrático que no ha realizado debates electorales presidenciales.
Es importante indicar, que instituir esta figura en nuestro sistema como actividad obligatoria de las campañas políticas, resulta ser indispensable. A los fines de fortalecer la democracia y contribuir en la eliminación de las campañas clientelistas y sin propuestas. Debemos exigirlo como ciudadano y desde el punto de vista de la justicia.