Con frecuencia asistimos a encuentros y actividades en los que están involucrados los miembros de las familias, las amistades y no reconocemos el valor y la trascendencia que guardan en si mismos.
Estos encuentros ocurren a propósito de eventos que marcan cambios importantes en el contexto familiar y en la vida de las personas. Pueden ser a propósito de muertes, nacimientos, viajes, matrimonios, entre otros. Si nos fijamos, se trata siempre de despedir o de recibir personas y con ello el inicio de procesos, vínculos y afectos.
Estos encuentros tienen regularmente una forma de hacerse, un lugar especial, implican una preparación que va desde el aspecto material, al emocional y espiritual.
Los rituales sirven para cerrar y abrir procesos, por esto es tan importante la asistencia a ellos
Estas formas varían de acuerdo a la cultura o las familias y se convierten en rituales que aunque lo perdamos de vista, tienen importancia y llenan un cometido en la vida emocional de las personas y las familias.
Cuando muere un miembro de la familia y nos reunimos en una funeraria o en una casa, todo el conjunto de actividades que se dan dentro de este ritual tiene la función de despedir a la persona que parte, pero mas que todo para la preparación de los familiares a iniciar el duelo por la partida de esta persona de sus vidas.
El tiempo que transcurre, uno o dos días, da espacio para socializarlo y hacerlo publico; los familiares se acompañan y juntos reciben la fuerza necesaria para continuar adelante.
Los rituales sirven para cerrar y abrir procesos, por esto es tan importante la asistencia a ellos.
Aquí me detengo un poco para dar respuesta a una pregunta muy frecuente de los padres y las madres, en el sentido de si llevar a las niñas y niños pequeños a los funerales. La respuesta es sí, ya que el niño o la niña debe entender, en el mundo de lo concreto, que ya no verá físicamente a la persona que parte, sobre todo cuando son vínculos cercanos y significativos.
Desde que un niño o niña habla y se comunica, deberá participar y recibir una explicación que le haga entender esta realidad, siempre con palabras sencillas y con la verdad que implica que esa persona ha partido. De acuerdo a la edad se omiten detalles, en el caso por ejemplo de muertes trágicas, que más adelante, cuando estén más grandes, les explicaremos.
En el caso de los rituales por matrimonio, igual adquieren la importancia del inicio de una nueva vida para la pareja, principalmente, pero no podemos olvidarnos del duelo que implica para los padres, madres, hermanos y hermanas el dejar de convivir el día a día con el miembro que deja la casa de la familia de origen. Esto además implica recibir en la familia a la nueva pareja y a todos sus familiares.
Todo este proceso conlleva pérdidas y ganancias al mismo tiempo y de acuerdo al caso serán de crecimiento o estancamiento para los implicados.
Los hijos e hijas que parten a estudiar, los rituales a propósito del crecimiento, como son las celebraciones de 15, 18, 20 años, que marcan etapas de nuevas libertades, negociaciones y responsabilidades, que involucran a todos los miembros de la familia y que pudieran generar desacuerdos, sufrimientos, dolores, en fin crisis que siempre, de acuerdo a la capacidad de cambio de la familia, pudiera traer consigo crecimiento y maduración o divisiones y heridas para toda la vida.
Twitter: @solangealvara2