Un escritor polémico, genial y extremo. Así se ha definido al escritor norteamericano Truman Capote. De una conversación maravillosa, era el centro de atención de la socialité neoyorquina, quienes se parapetaban para escuchar sus explicaciones frívolas y sus gestos refinados y estrambóticos en los más importantes antros y clubes de la urbe. Había nacido para ser un escritor de gustos perfectos y un encanto personal inaudito, como bien lo afirmara él mismo. A pesar de nacer en Nueva Orleans, Truman embarcó a Nueva York con apenas 11 años, pero ya con un talento impresionante redactando historias y crónicas de la vida cotidiana estadounidense. A partir de este momento, Capote inicia una serie de publicaciones en varias revistas literarias, en especial en Harpers Bazaar, en donde publicaría una serie de relatos que luego fueron parte de su inigualable y estilístico non-fiction-novel.

Alcohólico impulsivo, estrafalario y auténtico, Truman Capote deleitó a la generación de intelectuales de la gran manzana y a un gran puñado de actores, cantantes, magnates y aventureros que se daban cita a cotilleos del jet set americano. Entre estos personajes se encontraba Porfirio Rubirosa, de quien decía Capote de forma jactanciosa, que tenía un falo descomunal, del grosor de su antebrazo. Tenía una fascinación por Marilyn Monroe, su dulce magnolia, y por Jackie Kennedy, de quien recibía botellas de vinos para sus acostumbradas orgías de alcohol y sexo en enormes apartamentos del área de Manhattan.

Su humor negro fue tan lúgubre como su propia vida. Fue una vida tormentosa, llena de soledad y de rechazo en su infancia. Tan trágica como la muerte del actor James Dean, justamente un 30 de septiembre, el día de su nacimiento. Una vida delirante y excesiva, pero única. Hace un tiempo, fue editado un libro donde se recogen íntimas cartas del talentoso escritor. Llenas de locura, cinismo, elegancia, amor, desamor, soledad, chismes y bromas. El libro Truman Capote: Un placer fugaz. Correspondencia, es una de esas joyas que no pueden pasar desapercibidas, y es, en gran medida, un espejo donde el propio Capote se muestra íntimamente, sin tapujos ni pudor, ni mucho menos temor.

Su obra cumbre, A Sangre fría (In Cold Blood) es un trabajo cargado de disciplina y de perfección. Nada como esta novela de no ficción. Una obra monumental muy bien elaborada y documentada. Fue un momento de satisfacción para el escritor y periodista, a pesar de sus momentos frenéticos con el alcohol y las drogas. Es una novela brutal, desolada y sin tapujos. Muchas veces cruel, pero nunca alejada del crimen de los Clutter, ni de los tormentosos encuentros con sus asesinos, a quien entrevistó muchas veces, e incluso a quienes vio en la horca con cara de incredulidad y de pena.

Amante del lisonjismo, Truman Capote vivió su esplendor con agitación. Nada ni nadie lo hacía detener, ni amedrentar. Sus convicciones fueron sus convicciones, lo demás era superfluo. Tan original como sus diálogos con sus colegas o amantes, que eran muchos, este brillante novelista marcó una era en la literatura estadounidense. Y siendo sinceros, con drogas, alcohol, orgías y extremismos, Capote fue simplemente un genio. De aquí radica la importancia de llamarse Truman.