En política, la imagen tiene la capacidad de traducir los más diversos significados para los posibles electores. Es así que el discurso, sumado a los posicionamientos en torno a temas de cierta sensibilidad, puede lograr conectarse con las necesidades y aspiraciones de diferentes poblaciones.

Es lo que han hecho políticos como Barack Obama, que en sus días de aspirante a la Presidencia de los Estados Unidos logró construir una imagen que comunicaba el sueño americano. Hablaba de inclusión para los jóvenes y los migrantes, la ampliación de los derechos sexuales de las personas, entre otros significados.

En nuestra media isla, el Ingeniero Hipólito Mejía, se construyó una nueva imagen asociada al paternalismo. Con un slogan que lo dice todo, los dominicanos y dominicanas promedio, traducen el “llegó papá”, en protección y atención a sus necesidades, en respuesta a lo que se entiende una actual situación de indiferencia con respecto a sus necesidades.

La imagen paternalista del candidato Hipólito Mejía no constituye un clamor para el fortalecimiento de la democracia, pero sin duda es clara y buena parte del electorado la entiende como algo positivo.

En el caso del, ya candidato, Danilo Medina, su imagen es difusa, con mensajes contradictorios, al sumar su discurso y sus posicionamientos. Con un largo slogan, intenta llevar la fiesta en paz con la actual gestión gubernamental, a la vez que promete cambios a la ciudadanía.

Se presenta frente a la ciudadanía, rodeado de los incumbentes más reconocidos y algunos muy cuestionados del actual gobierno peledeísta y anuncia que hará lo que nunca se ha hecho.

Si bien el pragmatismo ha llevado Danilo Medina a cortejar los círculos de poder que se tejen en torno a la figura del Presidente Fernández, la campaña nacional requerirá de una imagen diferente.

Una imagen que logre superar el malestar actual de la población, pero también generar entusiasmo en una militancia que el domingo pasado decidió quedarse en su casa.