Cuando el ex presidente Danilo Medina habla de “bienestar” que dice él había en su gobierno de 8 años, puso -sin querer- un cuchillo en la propia garganta.
Además, el solo concepto de bienestar social en crisis es muy peligroso incluso para todos los partidos y para el gobierno de turno.
¿Por qué? Porque el bienestar social en RD es una peligrosa ilusión. Lo demuestran los gobiernos de estos últimos sesenta años, desde que se inventó el concepto por boca del liberalismo a mediados del siglo pasado y que fue posible por herramientas claves como el fordismo.
Frecuentemente nos topamos con esas “crisis del estado de bienestar social” abanicadas ahora por el neoliberalismo. Sabemos que no es invención de la izquierda, que surgió en las entrañas conservadoras de derechas, y por tanto aunque se hable de que está “crisis” no es más que el agotamiento de una fórmula (como lo ocurrido en los años 70).
En su prehistoria, nació con Bismarck en Alemania mediante la implementación de una política de seguridad social e iluminada en el keynesianismo. La idea de origen es que el mercado no perdiera trabajadores, sobre todo los especializados. De ahí viene que “quien trabajó tiene un valor” (por eso ese “moderno” sistema de pensiones).
La otra idea prima hermana del estado de bienestar social pautado como estatus de ciudadanía donde todos tienen derechos iguales y, por tanto, el estado debe garantizar una buena vida para sus ciudadanos, a pesar de las leyes ser segregacionistas, eso solamente pudo ser materializado en la Inglaterra de posguerra.
Hoy tenemos dos tipos de estado de bienestar social, uno basado en el mercado y promovido por la derecha, y otro tipo basado en el concepto de ciudadanía, promovido por sectores de izquierda y los llamados “progres”.
Hablar de “desaparecimiento” del bienestar social, es falso. El que conocemos como acreditado mantiene su estatus y frecuentemente transformado por acuerdos en los que los sectores negocian su permanencia en ese estatus: seguridad social, empleo productivo, escolaridad, vivienda, transporte y altos estudios. Esos cambios o reestructuraciones se deben a demandas de una clase media en aumento que por cuestiones demográficas, del avance de las tecnologías, las comunicaciones, y sobre todo por el mayor comando de las mujeres al frente de las familias, logra ajustarse gracias a acuerdos entre partidos y gobierno (cuando esos gobiernos tienen la capacidad de intervenir).
El nuevo reto del estado de bienestar social es el PIS -perspectiva de inversión social-. Y esa es una influencia de la bienaventuranza de los países nórdicos europeos tales como Suecia, Finlandia, Noruega, Dinamarca e Islandia. Son tres factores de atención del PIS: inversión en la población, en tecnología y estar atentos a los cambios que se dan en el seno de las familias, sobre todo los programas asistenciales de todo tipo para que la mujer tenga menos carga familiar y mayores oportunidades de estudios y laborales (con tal de que no deje de tener hijos), pero eso mismo se da con la atención a los envejecientes.
En ese nuevo mundo occidental -avanzando desde Suecia- no hay espacio para el neoliberalismo, de ese capitalismo financiero que aunque comanda con manos de hierro y leyes dictatoriales a su medida a economías de países subdesarrollados periféricos de las superpotencias, está asustado como fiera acorralada, y vela porque el estado sea más pequeño y menos interventor en sus negocios y en general la vida toda de un país. Y si no le hacen caso, chantajea, desestabiliza y/o da golpes blandos a gobiernos.
Pues bien. Si un gobierno como lo fue el de Danilo Medina no se adaptó a los nuevos tiempos y echa pulso con la realidad tan solo por mantener un apartheid político, económico, social y –sobre todo con fuerza– en lo cultural, que dividió al país entre los que le obedecían y los que no; es lógico que hoy no sea para más nada un factor de gobernabilidad, sin moral para colaborar con ese “bienestar” que se da el tupé de afirmar que: ¡solamente él sabe cómo se hacen hasta los palitos de coco…! -y pensar que pudieron mantenerse en el poder como Leonel Fernández predestinó (y es obvio que sus gobiernos se llevaron al pie de la letra de la vía sueca combinada con keynesianismo), pero ya eso es tiempo pasado para ambos, y, hoy, partido y gobierno que no se adapte a ese PIS, que se siente a esperar como Penélope.
Ahora bien, ¿qué quiso señalar el expresidente? ¿Para quién es el mandado? ¿O es una advertencia? ¿Desahogo quizás ante la embestida del Ministerio Público en su pasado entorno de presidente? Bueno…. como Juan Bosch popularizó aquel concepto martiano de que en política hay cosas que se ven y cosas que no se ven, y que las cosas que no se ven suelen en ocasiones ser más importantes que las que se ven, vamos a hurgar con especificidad la tal ilusión del bienestar social en el próximo artículo.