En un contexto social degradado con líderes políticos corruptos, opresión económica y un modelo de gobernanza en el que los ciudadanos padecen injusticia social, la iglesia evangélica debe alzar su voz a favor de los más desprotegidos.
Los pastores y líderes religiosos debemos ser más proactivos: educar en un discipulado intencional, que facilite la inclusión de las comunidades en la defensas de sus derechos, rechazando todo un sistema de corrupción.
Saber ser críticos de un sistema o modelo económico excluyente, y enseñar esas herramientas, da los conocimientos necesarios para un ejercicio adecuado de ciudadanía que defienda sus intereses.
Es tiempo de que eduquemos y discipulemos a nuestros feligreses y ciudadanos para que podamos mejorar con la ayuda de Dios el modelo político que gobierna nuestra nación que hasta ahora lo considero fallido.
Nuestro Señor Jesucristo durante su ministerio terrenal nunca expresó conformidad con el status quo de la época. Por el contrario, educaba y enseñaba contrario a la de sus conciudadanos que se habían acomodado a los propósitos del imperio.
Que la iglesia levante su voz y defienda los legítimos intereses de la nación y en contra de la corrupción, esa es su labor profética para la cual está diseñada, junto a una verdadera transformación de los individuos.
El apóstol Pablo en su carta a los Romanos, nos enseña a no conformarnos con los sistemas que gobiernan el mundo, sino que "nos transformemos por medio de la renovación de nuestro entendimiento".
En otras palabras, nos insta a ser más proactivos en el análisis de nuestro contexto actual cambiando nuestra manera de pensar y no adaptarnos o ser adherentes de manera individual y colectiva de cualquier sistema o modelo de gobierno que nos afecte.
La visión teológica del rol de la iglesia en el contexto social es cristocéntrica y como tal es de denuncia y advertencia sobre los males que nos afectan. Si salimos de ese radio de acción, solo tendremos un conglomerado despreocupado e insensible a lo que sucede en la sociedad.
Instamos a nuestros líderes a ser críticos, retomar las razones del accionar de Jesucristo en la sociedad de su época, ya que los motivos del por qué alzó su voz en defensa de los desprotegidos siguen vigentes hoy día.