En tres palabras redujo el historiador eclesiástico el papel político de la Iglesia Católica en la Era de Trujillo: Sumisión bien pagada. Pero más que sumisa, la Iglesia fue su aliada. Las evidencias son muchas, y por razones de espacio, cito solo algunas:

Primero. Ante el escándalo internacional de la masacre de 1937, Trujillo anunció que no se postularía como candidato presidencial para el período 1938-1942. Féliz A. Mejía, en su libro Vía Crucis de un Pueblo, publicó la circular del arzobispo Pittini del 18 de enero de 1938 dirigida a todos los párrocos. Los exhortaba para que durante las misas del día de la Altagracia, les pidiesen al pueblo rezar para que Trujillo se postulase como candidato.

Segundo. El Reporte de 1957 sobre la historia de la misión Jesuita en la línea noroeste fronteriza, no hace mención de la masacre. Pero en su introducción, el sacerdote Julián Robuster, S.J. resalta la motivación política de la misión.  Cito: Trujillo observó. La presencia invasora de gentes haitianas con lenguaje extraño, moneda extranjera, costumbres exóticas, ritos religiosos del Vodou y protestantes, minaban poco a poco este baluarte de la Patria, y lo convertían en peligrosa cabeza del puente. A tan grave peligro una medida segura: DOMINICANIZAR LA FRONTERA. Para ello fortaleció la idea de DIOS, estabilizó LA PATRIA, y puso en salvaguarda su LIBERTAD. Los Padres de la Compañía de Jesús cooperaron en la empresa. (Citado por W. Wipfler, 1980).

Tercero. En 1953 el matrimonio católico de Rafael Trujillo y Aminta Paulino fue oficialmente anulado; algo que no logró el Rey Enrique VIII de Inglaterra. De acuerdo a declaraciones de su hija Flor de Oro en 1965, reproducida por Bernardo Vega en el 2009, el 19 de mayo de 1953 dos sacerdotes y “Ojo Mágico Paulino”, mensajero de mal agüero de su padre, se presentaron en el hogar de su madre para lograr que firmara unos documentos necesarios para la anulación de su matrimonio. “Mamá me contó que los curas la abrumaron con preguntas” _dijo Flor de Oro. Añadiendo que Paulino estuvo armado y su madre se sintió tan presionada que firmó tan rápido, “sin saber lo que decían los papeles”.

Bernardo Vega añade que el 16 de junio de 1954, trece meses después, Trujillo firmó en Roma el Concordato con la Iglesia Católica y el 9 de agosto de 1955, catorce meses después de la firma del Concordato, Trujillo se casó por la iglesia con María Martínez en la capilla de la Nunciatura, teniendo como testigos a Monseñor Ricardo Pittini y al nuncio Salvatore Siino.

Cuarto. Los que creen que la Carta Pastoral de enero de 1960 marcó la ruptura de la Iglesia con Trujillo, no conocen la historia. El 8 de octubre de 1959, el recién electo papa Juan XXIII, removió al nuncio Salvatore Siino y envió al arzobispo Lino Zanini, quién convocó a los obispos con el objetivo de enfrentar al régimen. De aquí surgió la carta pastoral del 25 de enero de 1960 (Wipfler, 1980). Por primera vez la Iglesia dijo la verdad, en términos moderados. Con este gesto, el astuto papa salvó a la Iglesia de tener que hacer sus maletas junto al resto de la familia de Trujillo.

La periodista Ángela Peña (El Hoy 23 de enero de 2011) describe “la sorpresa de la población” cuando antes de cumplirse el año de la carta pastoral, los cinco obispos entregaron a Trujillo un “memorándum reconciliatorio” acompañado de un brindis de champaña por la eterna unión entre el poder “material y el espiritual”. En esa ocasión el arzobispo Octavio Beras “expresó gratitud al ‘Benefactor’ por las ayudas que recibían los obispos, y comparó las desavenencias con Trujillo a las de un padre con el deber de conducir a sus hijos”. Este brindis fue seguido de un opulento agasajo que Trujillo ofreció a los obispos el 22 de enero de 1961.

Quinto. Nada refleja más el sentido de agradecimiento de los obispos que el dolor expresado ante su muerte. El Arzobispo Beras lo despidió exhortando a la población a agradecer los beneficios recibidos: De su mano, la Patria y la Iglesia Santa recibieron innumerables beneficios; motivo este muy señalado, para que cumplamos, con nuestras oraciones, el deber de la gratitud. (7 de junio de 1961, p.1, El Caribe).

Sexto. El obispo de la Vega, Francisco Panal, fue aún más elocuente y se pronunció para que fuese recordado por la Historia como estadista modelo y fervoroso católico: [Trujillo] tuvo una confianza ciega en Dios, y en el destino, Trujillo fue fundamentalmente bueno. Bajo su pecho de acero latía un corazón inmensamente magnánimo… Querido Jefe: hasta luego. Tus hijos espirituales veteranos de las campañas que libraste durante más de treinta años para engrandecer la República y estabilizar el Estado, miraremos hacia tu sepulcro y no omitiremos medios para impedir que se extinga la llama que tú encendiste en los Altares de la República y el alma de todos los dominicanos…y que tus restos perecederos …contribuyan a vivificar la Tierra que tanto amaste para que la conciencia de la patria se siga nutriendo con la cal y con la energía de tus huesos en la infinitud de los tiempos (monseñor Francisco Panal, 19 de junio de 1961, p. 1, El Caribe).

El legado religioso del tirano

Fortalecimiento institucional de la Iglesia. Trujillo financió y dejó una iglesia fortalecida, particularmente durante el período alrededor del Concordato. Cuando Trujillo tomó el poder la iglesia estuvo estancada con una diócesis desde el período colonial y sabemos que en 1917 apenas contaba con 12 sacerdotes. En 1953, el papa Pío XII restableció la provincia eclesiástica de Santo Domingo, creó las diócesis de Santiago y La Vega, y la Prelatura Nullius de San Juan de la Maguana y en 1959 la  Diócesis de Nuestra Señora de la Altagracia. 

Nacionalcatolicismo. Este busca identificar la dominicanidad con el catolicismo y lo fundamenta en el catolicismo colonial, la religiosidad de los símbolos patrios, y la virgen de la Altagracia que viste la bandera nacional. Su rechazo al vudú y al protestantismo haitiano, se difundió en la zona fronteriza, a través de la misión Jesuita. Los Jesuitas del presente tratan de cambiar los valores que generaron en el pasado, pero sin reconocer ni asumir responsabilidad por la ideología que difundieron. Ellos no fueron los únicos. En 1976, solicité a Juan Buret, presidente de la Federación de Cevicos, que me acompañara a una celebración de Gagá durante la Semana Santa. Juan me suplicó que por el bien de la Federación no lo hiciera. Temía que los campesinos de la zona identificaran mi interés con la pertenencia a una religión haitiana, que según el párroco, fueron responsables de matar a Jesús en la cruz. 

El Concordato. El 16 de junio de 1954 Trujillo firmó en el Vaticano el Concordato más lesivo a la democracia, a la soberanía nacional, a la libertad de conciencia, y a la calidad de la educación de niños y niñas en las escuelas públicas. De éste tema he hablado en numerosos artículos, pero es necesario presentar aquí el hecho de que la vigencia del Concordato, recibió más impulso durante los gobiernos de Leonel Fernández (1996-2000; 2004-2008; y 2008-2012) que durante los siete años de su existencia durante la Era de Trujillo.

Durante el gobierno de Leonel Fernández, el Concordato ha sido más rigurosamente aplicado, mas instrumentalizador de los poderes, ministerios y erario del Estado; y más invasivo de la Constitución y sus leyes y del currículo escolar en las escuelas públicas. El espacio no me permite presentar las evidencias, que desarrollaré en otro artículo. El gobierno de Medina, enfrenta a una Iglesia aguerrida en los tribunales dispuesta a imponerle la Inquisición a las dominicanas.  A él toca desmantelar el tramado de Leonel, garantizar una revolución educativa laicista y garantizar los derechos humanos de toda la población, no solo la de los hombres; si pretende gobernar con dignidad en 2016. 

El trastoque del Estado de Derecho. Trujillo fue magnánimo con la iglesia, no con el pueblo que ultrajó, robó y asesinó con impunidad. Demostró que la Iglesia tiene un precio, y el que no paga, enfrenta las consecuencias de un formidable enemigo capaz de conspirar un golpe de Estado (1963), de importar cientos de religiosos y religiosas para difundir ideas antidemocráticas (1963-1965), y de llegar al extremo de propiciar una invasión extranjera para preservar un estado confesional y anticonstitucional en territorio dominicano. 

De cruzada anticomunista a guerra contra la mujer. La lucha contra el comunismo ateo fue el lazo estratégico que la Iglesia y Trujillo enarbolaron para imponer el nacionalcatolicismo y despojar a la población de sus derechos. Después de la caída del muro de Berlín, el comunismo dejó de ser el enemigo. La guerra contra la sexualidad femenina se ha convertido en su nueva cruzada.  Nunca durante la era de Trujillo una adolescente fue abandonada en un centro de salud a morir desangrada para proteger la vida de un feto incapaz de sobrevivir fuera de su vientre.  Nunca durante la era de Trujillo, una adolescente embarazada se tiró de un puente, incapaz de enfrentar la carga que le impone el Estado trastocado por creencias religiosas.  ¿Por qué el Estado viola los acuerdos internacionales sobre el derecho a la salud sexual y reproductiva de la mujer para imponer la Inquisición en territorio dominicano? ¿Cuándo tendremos un Partido y un presidente o una Presidenta que se rija por los principios de igualdad y libertad y el ejercicio de los deberes y derechos humanos?

Ver relacionados: http://acento.com.do/2014/opinion/8202784-iglesia-errada-entonces-y-en-el-presente/

http://acento.com.do/2014/opinion/8205451-cuando-el-fanatismo-religioso-defiende-la-constitucion/

http://acento.com.do/2014/opinion/8198281-necesidad-de-un-estado-y-una-educacion-publica-laicos/

http://www.vatican.va/roman_curia/secretariat_state/archivio/documents/rc_seg-st_19540616_concordato-dominicana_sp.html