a) Una vez el ser humano mantiene afianzadas y organizadas sus ideas no debe temer exponerlas y confrontarlas sin importar adversarios o espacio físico. Si se está consciente de lo que se va a exponer o someter a discusión, poco importa el o los temas a discutir.
b) Sin ser muy avispado, por el tiempo que he vivido y la permanencia en las actividades políticas, sé en el lugar donde debo estar para dentro de lo posible aportar y a la vez aprender de los que me acompañarán en la discusión de un asunto de interés para la comunidad.
c) El hecho de formar parte de una generación de mujeres y hombres que se iniciaron en la política debatiendo cuestiones nacionales e internacionales en centros estudiantiles, gremiales y sindicales, no soy cerrado a la confrontación ni me creo portador de la verdad absoluta. Es mi creencia que el sectarismo político es una deformación ideológica que lleva a subestimar los diferentes métodos de lucha, a abrazar el dogmatismo, y genera comportamiento intolerante, parcializado y fanatismo.
I.- Mi participación en un foro. El tema político
1.- He hecho la entrada anterior para que sirva de explicación a este escrito en el cual reseño mi participación en el Foro Institucional de Pastoral: Realidad del País y Apoyo de la Iglesia Católica Ante el Contexto Actual, llevado a cabo en el curso de la mañana del día jueves 2 de agosto, en la sede de Posgrado, Campus Santiago de la Universidad católica Madre y Maestra. La actividad se materializó en cinco mesas de discusión, de las cuales participé en la de política, dándole respuesta a las siguientes preguntas:
2.- En el ámbito de la política ¿Cuáles son las principales problemáticas que enfrenta la sociedad dominicana actualmente? La sociedad dominicana está organizada sobre un sistema social basado en la desigualdad, y estamos viviendo bajo un modelo económico que genera hambre, miseria, desempleo, insalubridad, analfabetismo, falta de techo y discriminación y que, además, trae fenómenos nocivos como corrupción, prostitución, violencia, odio y otras taras que le son inherentes. Estos males solo pueden ser eliminados mediante una transformación de las estructuras socioeconómicas.
3.- Participación de la mujer en la carrera política.- Solamente bajo un ordenamiento económico y social que esté basado en la igualdad de posibilidades materiales y espirituales para todas y todos, pueden las mujeres participar en la carrera política en igualdad de condiciones que los hombres. Si la Iglesia Católica se integra al accionar social con el objetivo de que cambie el modelo vigente estaría haciendo un significativo aporte a la circunstancia de hacer posible que mujeres y hombres disfruten de la igualdad real y efectiva.
4.- La actitud de ver a la mujer dominicana en el goce de sus derechos, cuadra perfectamente con el deseo de posibilitar la real igualdad. No debemos olvidar que “el grado de emancipación de la mujer en una sociedad dada es el barómetro natural por el que se mide la emancipación general. La verdadera igualdad entre las mujeres y los hombres solo podrá establecerse cuando se acabe con la explotación de unas y otros”. “Sin incorporar a la mujer a la vida política, sin arrancar a las mujeres de la atmósfera embrutecedora de la casa y de la cocina, es imposible asegurar la verdadera libertad, es imposible incluso construir la democracia, sin hablar ya del socialismo”.
5.- Transparencia.-La transparencia en el accionar político personal, partidario o estatal se materializa con el ejercicio honesto que hace posible la diafanidad. La ausencia de principios éticos y morales impide a los que hacen de la política una actividad habitual obrar con claridad. Ha sido y es una legítima aspiración de los sectores democráticos del país que la administración pública labore con limpieza porque solamente así el pueblo se sentiría seguro de que se está administrando en forma franca y visible. Lo perceptible hace posible que la sociedad se forme la idea de que desde las alturas del poder se está actuando sin ocultación.
6.- Ley de Partidos, asignación de recursos.- En lo que se refiere a la ley de partidos, creo que lo más conveniente para el ejercicio de cada partido o movimiento político es que proceda conforme lo establecen sus estatutos. Sin importar que sea grande o pequeño, cada partido debe cubrir sus gastos, sin que el Estado haga aporte alguno. En nuestro país, al igual que en otros con igual estructura, la democracia no depende de que exista uno o muchos partidos. El aporte del Estado a los partidos políticos de los dineros de los contribuyentes, además de fomentar el parasitismo político, desnaturaliza la política decente porque permite que personas sin ningún escrúpulo se vinculen a las organizaciones. Hacer posible la vida a determinados grupos a costa del pueblo trabajador es manejar el presupuesto mediante el derroche.
7.- Disponibilidad de recursos para políticas públicas de desarrollo social (educación, salud, seguridad, entre otros).- Los recursos económicos que el Gobierno Central recibe deben estar destinados a resolver problemas sociales, dirigidos en especial a la educación, salud y obras públicas prioritarias. Es preciso construir lo que contribuye al desarrollo para así sentar las premisas materiales para sacar a nuestro país del subdesarrollo. Se impone la eliminación de todo aquello que entraña distorsión de los dineros del erario. El dinero que administra el gobierno debe estar destinado a lo que sea provechoso para el país, no para satisfacer intereses y apetencias de minorías insaciables. La prudencia en el gasto debe guiar a los que administran en nombre de todos los miembros de la comunidad. El o los gobernantes están en el deber de ejecutar el presupuesto de la nación obrando con buen juicio. Ser equilibrado es prueba de gobernar con mesura y ser sensato a la hora de invertir lo que es de todos y de todas.
8.- Institucionalidad.- Partiendo de que sobre la base económica se erige la superestructura política, y la Constitución como ley fundamental del país genera las instituciones, la institucionalidad aquí seguirá siendo una mera ilusión mientras esté predominando el actual modelo económico que posibilita su secuestro por grupos minoritarios. Para alcanzar la institucionalidad se hace necesario un cambio que solo lo puedan ejecutar fuerzas motrices económicas y sociales no comprometidas con el statu quo que mantiene marginado al pueblo dominicano. En la debilidad institucional que padecemos tienen mucho que ver los partidos políticos que controlan el electorado nacional. Los partidos tradicionales, por sus objetivos y forma de hacer política, están imposibilitados para crear la institucionalidad que queremos y merecemos. La Iglesia Católica, interpretando el sentir democrático de nuestro pueblo, está en condición de contribuir a crear un ambiente propicio para que en el país funcionen las instituciones como manda la Constitución. Para cumplir tal misión los militantes religiosos católicos activos están en el deber de vincularse con las organizaciones políticas, cívicas, sindicales, gremiales y de masas. Sería una gran conquista el día que la institucionalidad sea una realidad y no como ahora que es pura ficción. Ella solamente está en la imaginación de los verdaderos demócratas.
9.- ¿Cuál es su opinión sobre el papel de la Iglesia Católica y su contribución ante las problemáticas analizadas previamente? ¿Cómo debería la Iglesia Católica abordar estas situaciones para garantizar soluciones a estos hechos? – La Iglesia Católica está llamada a contribuir positivamente en la solución de los problemas cardinales que hoy nos afectan. Todo va a depender de la línea de incidencia que puedan ejercer aquellos sacerdotes dispuestos a marchar al lado de las víctimas de la opresión social. Hasta ahora ha sido tímida la participación de la Iglesia Católica en procura de enfrentar las dificultades presentes en el país. Todos aquellos grupos económicos, políticos, sociales y culturales interesados en que el país cambie para bien en el orden material y espiritual están llamados a compartir con la Iglesia Católica, sin ninguna clase de reserva. Es cuestión de poner por delante lo que conviene a la comunidad, accionando libres de prejuicios, sectarismo e individualismo. La colaboración sincera en trabajos comunes hace posible cambiar la realidad que nos lamentamos vivir en la actualidad.
10.- ¿Con cuáles de los grupos de interés que inciden en la solución de estas problemáticas deberían tener la Iglesia Católica algún acercamiento? ¿Cuáles mecanismos o iniciativas de colaboración podrían surgir entre la Iglesia y estos grupos? Para la Iglesia Católica abordar las dificultades que vivamente lesionan al verdadero pueblo dominicano, necesita vincularse con los diferentes movimientos sociales. La presencia de sacerdotes comprometidos con las causas de las masas populares, haciendo labores de orientación y organización permitiría romper con la inercia que se observa en los más humildes de la población dominicana. La Iglesia Católica, a los fines de actuar como mandan las circunstancias, está en el deber de vincularse con todos los sectores, clases y capas sociales que no estén de acuerdo con que sigamos viviendo en este ambiente deteriorado en lo económico y social, y degradado en lo ético, moral e institucional. Se impone un trabajo en equipo que lleve a la práctica diferentes métodos de lucha con el fin de crear conciencia cívica y ciudadana para alcanzar objetivos real y efectivamente democráticos. En el curso del accionar social brotan las iniciativas y surgen los mecanismos que sirven de medios para materializar propuestas realizables.
II.- Mis precisiones finales
11.- Las diferencias ideológicas no representan un obstáculo para creyentes y no creyentes luchar unidos por una causa justa, lo mismo que la desemejanza de objetivos a alcanzar a largo plazo no hace imposible la unidad de acción por puntos concretos que motorizan acciones en determinadas coyunturas. La Iglesia Católica está en condiciones de sumar a su alrededor a mujeres y hombres con pensamiento político muy desiguales, pero que tienen en común querer cambiar para bien la situación actual.
12.- En la ya desaparecida Revista Ahora No.658, de fecha 21 junio del año 1976, escribí: “Siempre he pensado y actuado con la plena creencia de que para las grandes mayorías nacionales, para los hombres y mujeres del pueblo, es más importante la alianza real, aquí en la tierra, en nombre de la conquista de comunes objetivos terrenales, que las discrepancias en torno al otro mundo, al cielo. La realidad práctica ha demostrado que mientras hace más de dos mil años el cristianismo situaba la salvación en una vida futura, posterior a la muerte, hoy las masas cristianas están convencidas, sin renunciar a su salvación en el cielo, que es necesario y posible luchar por un paraíso aquí, en la tierra”.