Todos creemos conocer y manejar correctamente el término, pero existen unos errores semánticos de suma importancia que repercuten en nuestra conciencia sin nosotros saberlo y que vamos a analizar.
Para comenzar, no es sinónimo de pobre, “bajo perfil” o complejo de inferioridad. A menudo se dice “es una familia humilde” y entendemos que hemos sido muy generosos al no decir “pobre”. En verdad, un pobre podría ser más arrogante y prepotente que un millonario. Con mucha frecuencia, personas que han sido pobres, al volverse ricos son insoportables (“nuevos ricos”). Cuando nos creemos inferiores a alguien o a algún grupo social, podríamos aparentar ser humildes por conveniencia. Pero si en algún momento adquirimos cierto poder, es cuando los demás pueden saber quiénes somos realmente. Para alguien sumamente rico la humildad es difícil pero posible y es una preciosa cualidad que adorna al que la pueda tener.
La humildad hoy en día tiende a considerarse como un antivalor. Más bien hacemos el culto a la arrogancia, prepotencia, el mostrar superioridad (aunque casi nunca lo reconocemos abiertamente). Despreciamos la humildad porque no tenemos idea de qué es realmente.
Muchos padres de familia, líderes, coaching, influencers, etc., incitan a desarrollar un “alto perfil”, orgullo o autoconfianza, con el objetivo de que desarrolles tu potencial, lo que estaría bien siempre que se fundamente en ideas reales. Una imagen desproporcionada de sí mismo, temporalmente puede ayudar a subir, pero las caídas suelen ser peores. No le ocultes a tus hijos sus defectos, cuando el mundo se los demuestre será implacable.
Otro error es considerar que alguien con complejos de inferioridad es muy humilde. El complejo de inferioridad te hace sentir menos de lo que realmente eres o considerar a los demás superiores a lo que realmente son, tiene el inconveniente de que te invalida. Habría sido imposible que Miguel Ángel hubiese esculpido a La Piedad si hubiera creído que no tenía talento y la humanidad no habría podido conocer sus prodigiosas obras. Algunas personas muy religiosas creen muy hermoso llegar a sentirse insignificantes, porque consideran que a Dios le encanta que se menosprecien, pero enterrar los talentos no es la opción (Mateo 25:14-30). No podrías ser útil para nadie (ni siquiera para ti), si te convences de que no sirves para nada. No hay nadie tan superior que no necesite algo de ti, o tan inferior que no pueda resolverte algún problema.
Humildad es sencillamente conocerte tal cual eres y aceptarte así, sin aparentar. Somos mentalmente sanos cuando nos relacionamos con la realidad y presentamos trastornos cuando nos disociamos de ella. Realismo=Humildad=Salud Mental. El problema no es que nuestra falta de humildad moleste a los demás, sino que psicológicamente nos hace mucho daño engañarnos a nosotros mismos, haciendo casi imposible lograr equilibrio mental y relaciones satisfactorias con los demás. Los otros no saben si relacionarse con lo que dices que eres, lo que crees que eres o lo que realmente eres. Es importante que aprendas a escuchar lo que dicen de ti los que no necesitan mentirte.
Las personas con egos desproporcionados son muy fáciles de reconocer porque se les dificulta hablar sin mencionar la palabra YO. Es muy importante saber que si perdieras totalmente tu humildad no estarías lejos de perder la razón.
Algunas personas cuando reciben una alabanza por sus logros o méritos entienden que negarlos es una bella humildad, pero realmente es falsa humildad y es una forma de hipocresía. Si hiciste algo muy bien, es justo y saludable que sientas satisfacción por ello y solamente dar las gracias cuando alguien lo reconoce. Si no pudiéramos reconocer nuestros logros, seríamos mediocres, acomplejados y depresivos, pero no humildes.
Somos humildes si podemos valorarnos a nosotros mismos sin que afecte nuestra aceptación a los demás. Por otro lado, el humilde no se enoja cuando nota que los demás son incapaces de reconocer sus valores.
Los maestros te dijeron que todos somos iguales porque somos hijos de Dios y las diferencias que mostramos son temporales. Cuando puedas captar la esencia divina en tus hermanos, te será más fácil descubrir la tuya. Dios no comete errores, por lo que como enseña la masonería, si sigues siendo una piedra deforme, es porque te hace falta el tallado.
No puedes sentirte grande cuando nadas al lado de una ballena, por lo que cuando al orar verdaderamente te encuentres con Dios, con toda seguridad, sin necesidad de esforzarte, serás verdaderamente humilde. La contemplación de realidades trascendentes, te permite ver que lo que has aprendido es tan solo una gota en el océano de las cosas que tenemos que descubrir. Pero si solamente piensas en tu oficio o negocio, podrías sentir un gran orgullo por las habilidades que has podido desarrollar. No importa la grandeza que creas tener, eres apenas un bebé perfeccionando sus habilidades de gateo. Pero si pudieras mirarte como te ve Dios, no necesitarías impresionar a los demás.
No tienes que esforzarte por ser humilde, lo que conoces de ti realmente no justifica el orgullo excesivo, simplemente procura ver la realidad tal cual es.