Había leído la palabra coyote en los libros de cuentos de alguna colección, o en alguna tira cómica de aquella época. No cabía duda: era la del coyote y el correcaminos, la serie animada de las tres de la tarde. En esa serie se tiene a un coyote –Wile E. Coyote– y a un avestruz que escapa siempre por senderos de libertad. Me pareció adecuada la palabra que usaba esa persona cuando intentaba explicarme el fenómeno de la migración que se escenifica en la frontera de México con Estados Unidos.

Con amabilidad, esa persona me preguntó: pero ya fulano, le dio el dinero al coyote? Le has pagado al hombre que te colocará en la tierra de la estatua de la Libertad?, diría otro “comerciante migratorio”. Hagámoslo rápido, que no hay muro trumpiano, diría. 

Se refería al dinero que había que darle a esa persona que te cruza en la frontera con México. Los precios habría que investigarlos pero no son baratos. Es increíble atravesar la frontera en medio de la noche? El coyote de la serie persigue, y el coyote de la realidad lo que hace es ayudar a los migrantes.

La serie es creada por Chuck Jones y Michael Maltese y reinó por allá, como he dicho, por 1985. Fue sacada al aire por CBS y ABC pero eran de los Looney Tunes, una serie de dibujos animados que vio fama por aquellos años. La voz era de Mel Blanc, y se pudo ver la trasmisión en Dominicana por Teleantillas. Fue, sin ninguna duda, una de las mejores series jamás creadas para Warner Bros. Como detalle: Looney Tunes incluye a Porky Pig, otro de sus famosos personajes.

Al hablar del coyote mi amigo se refería –como hemos dicho– al tema del dinero de los mexicanos cuando intentan cruzar la frontera. Una historia clara de traspaso migratorio tiene que ver con una amiga venezolana que me dijera hace unos días que para llegar a Argentina los venezolanos lo estaban haciendo por Brasil, algo casi insólito, pero no inédito. Se podría afirmar que se trata de un precipicio porque bordean toda la zona limítrofe de la gran selva y tienen que llegar a Argentina luego, ya que el idioma brasileño no les es familiar y es poco amigable para quedarse allí. Les gustaría la música brasileña pero también los equipos argentinos de fútbol, digo.

Cuando se habló de asilo político en el caso de Evo Morales hay que tener en cuenta varios detalles: se llega a aguas internacionales después de varios procesos. Se confirma con el presidente electo de Argentina, se habla con el presidente de Brasil. Luego, alguien me comunica que Ecuador no le quiso prestar aire, y pensé de algún modo en Assange que está asilado en la Embajada de Ecuador en Londres, el famoso fundador de WikiLeaks. Dicen que juega en el jardín pero no tiene fourwheels.

Se tenía información inicial de cómo había llegado Evo a su destino inmediato y en Instagram se vio cómo un grupo de personas entraron a su casa –o en su defecto, a casa de sus familiares–, y dispusieron de todos los ajuares, tumbaron objetos y escribieron improperios en la pared de la casa (que parece un apartamento). En otra nota se da cuenta que Evo se refiere a que es casa de familiares, y se percataron que había marchado a otra región de Bolivia, para entonces sí poder embarcar en el avión mexicano que lo conduciría a su destino: ciudad de México, el D.F. Allí estaba Marcelo Ebrard dándole la bienvenida en frente del presidente.

Con enorme tranquilidad, Evo Morales salía en el avión, en una foto múltiples veces posteada en Instagram y otras redes sociales, con una bandera mexicana en las piernas como señal que ya había salido de su país. Debe estar agradecido con el asilo, como ha expresado. Hoy se encuentra en Cuba, y luego de un chequeo médico, irá a Argentina. Allí encontrará qué hacer con su futuro político.