Llegó de Canadá de donde era oriundo, con una doble misión: la que le correspondía como sacerdote de ser pastor de alma, y la que se impuso a si mismo de lucha incansablemente por mejorar las condiciones de vida de su grey.
Fueron cuarenta y dos años de entrega absoluta a ambas tareas, en las que el padre Luis Quinn dejó huella profunda e imborrable en San José de Ocoa, donde su presencia se sigue sintiendo en el vacío de ausencia física y el agradecido y emocionado recuerdo de los ocoeños que lo veneran.
Ningún ocoeño hizo tanto por su provincia como este esforzado, incansable y entregado hombre de Dios y conductor de hombres. No hay prácticamente una sola realización en la provincia en la que no hubiese puesto su mano.
Como los números dicen mucho más que las palabras aquí van los datos de algunas, no todas, las numerosas obras que impulsó y que bajo su iniciativa y con su ejemplo e intervención directa, llevaran a cabo los propios ocoeños.
Construcción de cincuenta invernaderos; de noventa y seis acueductos y pozos de agua; seiscientos kilómetros de caminos vecinales. Edificación de dos mil viviendas y reparación de otras siete mil. Plantación de doce millones de árboles para reforestación. Creación de sesenta y nueve escuelas y centros vocacionales; de once clínicas rurales; de trece centros comunitarios, tres micro-centrales y sistemas de riego y numerosas letrinas.
Pero seguramente más importante aún que ese notable expediente de realizaciones promovidas por el infatigable sacerdote es el hecho de que con su prédica y ejemplo desarrolló en los ocoeños el valor y la importancia de la auto-gestión. De comenzar a buscar solución a los problemas comunitarios a través de su propia iniciativa y esfuerzo en vez de cruzarse de brazos a la espera de la casi siempre dilatada y no pocas veces ausente ayuda de los gobiernos.
Es lo que un destacado nativo de la provincia, Milcíades Mejía, quien durante muchos años dirigió con gran acierto el Jardín Botánico Nacional, califica de la marca-ciudad que distingue a San José de Ocoa.
Ese espíritu emprendedor y asociativo que distingue a Ocoa es seguramente el principal legado que dejó a sus hijos el padre Luis Quinn, entre las muchas obras materiales y espirituales que marcaron su noble trayectoria de vida, a la que en su edición de este día el matutino Hoy dedica un merecido y emocionado reportaje al cual sumamos el tributo de este comentario.