Al citar a Confucio, el galardonado premio Nobel, Elías Canetti, decía en su novela Auto de Fe que, en una relación social con múltiples actores e intereses envueltos, se ha de "ver lo justo y asumir el valor de defenderlo". Esto debe darse en un marco de diálogo plural, abierto y contradictorio, como principio de participación en la democracia moderna, apoyado en informaciones y datos reales sobre la realidad en que, a partir de los fines propuestos, adquiere concreción el valor de lo justo.
A propósito de una tensión en el ámbito local, es aconsejable que lo expresado por laureado escritor sea tomado en cuenta por el gobierno central, las autoridades universitarias y los gremios de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en un momento en que el profesorado y el personal administrativo de la institución, mantienen una huelga en favor de mejores condiciones salariales y logísticas.
Sabemos que el diálogo puede ser entorpecido por muchos errores. Pero eso es normal, pues los errores son un continuum histórico y tienen su origen con el surgimiento y los cambios del estado natural y social de los seres humanos. No por casualidad se hizo tan famosa, como un eje de sentido lingüístico universal, la expresión latina atribuida a Séneca: "errare humanum est ("Errar es humano"). Los errores acompañan los aciertos y conflictos sociales como tres andantes inseparables de la vida humana. Valga poner de ejemplo el hecho que la ciencia, como es el sistema de mayor racionalidad conocido en la construcción de conocimientos ciertos o probables, avanza, como decía el filósofo Gastón Bachelard, mediante superación de errores.
Por ello, en la UASD debería existir la voluntad de reconocer los errores sin que ninguna de las partes interactuantes se sienta humillada ni ofendida -recordando a Fiódor Mijáilovich Dostoyevski-, aun cuando el proceso y el escenario conversacional vividos resulten complejos y conflictivos, a no ser que se apunte con la bala o el virus político al cuerpo del derecho, o se trate de imponer el silencio aterrador de la indiferencia, la tozudez en el pensar, la ignorancia y la complicidad con la injusticia o con una voluntad autoritaria.
De manera que, ante la huelga de profesores en la UASD, tanto el gobierno central como los actores de la propia universidad, deberíamos tener la valentía de ir al diálogo con la mente liberada de prejuicios, con vocación democrática y convencidos de que alcanzaremos el bien posible, en tanto expresión de lo justo.