El domingo 17 me mantuvo en ascuas, por el desenlace de la sesión del Congreso de los Diputados de Brasil que desde el sábado se inició y culminaba en la votación sobre si procede el impeachment de la Presidenta Roussef.
¿Quién gana? ¿Quién pierde? Esto es un juego de “suma cero”, es decir, si alguien pierde es porque alguien gana. En este juego, pierde mucho, muchísimo, Lula y su legado histórico, junto a Dilma porque dieciséis años seguidos de gobiernos de izquierda debe superarse por temor a una situación como la del gobierno del PRI en México al gobernar ininterrumpidamente por muchas décadas.
Pero, determinar quién gana es muy poco claro. Flavia Marreiro, en el Pais, presenta un análisis sobre la persona de Eduardo Cunha, presidente de la Cámara de Diputados, con el título: Cunha: el precio vergonzoso que la oposición de Brasil ha aceptado pagar, disponible en el siguiente enlace: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/04/17/actualidad/1460926865_561206.html
Cunha está imputado en el caso de Petrobrás (por lo que él es el sospechoso de corrupción), con millones en cuentas suizas, y que es el argumento del Gobierno para descalificarlo para presidir un caso de estas características pero que fue rechazado por el Tribunal Supremo la noche del viernes. Es fruto de un sistema atomizado de partidos con 25, por lo que debe jugarse a una reforma que no se ha implementado porque no le conviene a los … políticos. (Algo parecido a la Ley de Partidos criolla)
Dícese que la ruptura entre él y la Presidenta Roussef se debe a que buscó la impunidad a cambio de no dinamitar el gobierno. Hay un error de cálculo: Cunha previó que la corrupción iba a evitarle continuar en el caso, mientras que Roussef calculó que la resistencia sería suficiente para desplomar una alianza entre “villanos” ante la precariedad de las acusaciones.
¿Se logrará crear un ambiente para no continuar con los casos de corrupción si se destituye a Dilma? Sería el triunfo de los viles en el ejercicio de la política si se impone la impunidad o alguna forma de sobreseimiento de estos casos. ¿Se logrará culpabilizar a Dilma de una clase política corrupta que no ha sabido ponerse por encima de los egoísmos?
La votación definitiva será una historia de salir por la puerta estrecha de la historia para una luchadora, pero ¿significará la entrada por esa misma puerta de los inconsecuentes con la grandeza de Brasil?