Vivimos tiempos de grandes cambios. Las cosas y acontecimientos que eran impensables hace tan solo algunos años, se están convirtiendo en realidades incontrovertibles. Verbigracia, ahí tenemos la visita de hoy domingo del primer presidente de Estados Unidos a Cuba en 88 años, luego de que lo hiciera Calvin Coolidge en 1928 a bordo de un acorazado.

Todo parece indicar que Barack Obama, en el último tramo de su presidencia, quiere terminar su mandato con alguna innovación destacable, y sobre todo, haciéndole honor al premio nobel que recibió a destiempo, cuando todavía no había hecho nada tangible para merecerlo, hasta el punto que Fidel Castro, ante ese hecho se vio compelido a decirle: “Bien Obama, le entregaron ese premio? Ahora gáneselo!

Y esta visita de hoy dice que Obama le tomó la palabra a Fidel y comenzó a validar ese premio internacional, llenándolo de contenido concreto, proporcionándole una base real para justificarlo, porque esta presencia suya en la nación caribeña representa un paso importante hacia la distensión, hacia la normalización de las relaciones que estuvieron congeladas por más de 5o años, siendo uno de los pocos resabios de la Guerra Fría que se resistía a desaparecer.

La visita de Barack Obama a Cuba simbolizade hecho la aceptación de la Revolución Cubana como una realidadque ya resultaba necio ignorarla, por lo que en vez de marcar distancia frente a ella, lo que procedía era tender puentes de acercamiento que unieran a los pueblos de ambos países, conectados de por sí a través de múltiples vínculos económicos y culturales que ya no podían ser solapados.

Este deshielo cubano-norteamericano, refleja lo complejo de las relaciones internacionales de los Estados Unidos con otros países, pues mientras se finiquita una hostilidad y se pone fin a medio siglo de enfrentamiento, por otro lado Obama renueva el decreto que considera a Venezuela como una "amenaza inusual y extraordinaria"

El primer viaje de un presidente estadounidense a la isla socialista despuésdel triunfo de la revolución de 1959 es un hito en la historia de las relaciones de ambas relaciones, porque anula la premisa de que las relaciones con Estados Unidos deben darse sobre la base de la subordinación y la pérdida de la independencia de criterio, de voluntad y de acción. Es un paso que demuestra que las diferencias no pueden colocarse por encima de las áreas en que hay muchas coincidencias para trabajar en común.

Y si la democracia al estilo que la conciben y la practican los gobiernos norteamericanos, tiene algo contagioso, es posible que a partir de ahora el pueblo cubano pueda tener otra referencia política de la democracia más atractiva que la pregonada ‘democracia revolucionaria’ en que se sustenta la elección de los distintos cargos de representación pública en Cuba.

Al mismo tiempo, este deshielo cubano-norteamericano, refleja lo complejo de las relaciones internacionales de los Estados Unidos con otros países, pues mientras se finiquita una hostilidad y se pone fin a medio siglo de enfrentamiento, por otro lado Obama renueva el decreto que considera a Venezuela como una "amenaza inusual y extraordinaria", lo cual plantea que existe otro ánimo y otra visión en el trato del caso venezolano que dista mucho de ser resuelto por la vía del diálogo y la negociación.

Es decir, por un lado se apaga un incendio y por el otro se incendia otro escenarioque también merece un balde de agua fría para calmar las pasiones encendidas que amenazan con desbocarse y resbalar hacia una guerra civil en una América Latina que va caminando a pasos firmes hacia la definición de un continente de paz, con la firma inminente de un acuerdo de paz entre la guerrilla colombiana y el Gobierno de Santos.

Desde esta tribuna saludamos con regocijo esta nueva era que inaugura Obama en sus relaciones con Cuba y ojala que este ambiente de distensión y coexistencia pacífica entre dos países que piensan distintos se extienda a todo el resto del continente.

Y sobre todo, que sea un claro mensaje a los republicanos que todavía aspiran a mantener congelados los conflictos del pasado, impidiendo con su mayoría congresual que el último resquicio de ese tiempo, el bloqueo económico, sea una realidad felizmente superada.