Son preferibles la dignidad y los
Principios elevados, a todos los
Diamantes y colmillos de
Elefantes de la tierra.
G. Ochoa.-
Sí, es verdad, una realidad incuestionable, de que la realidad se desdibuja, se hace presente ante nuestros ojos después de haber sido procesada por quienes pueden y de tanto y tanto llevar a cabo esta maniobra, hoy lo creemos todo o dudamos todo, solo por 48 horas que dura en los medios, mientras se prepara para entrar el o la próxima maquillada escena del drama.
Pero, ya nos hemos aferrado a esto y es lo cierto que nos gusta, sin asomo alguno de cuestionar de qué estaremos perdiendo mientras permanecemos indolentes ante la tragedia de vida que nos hacen vivir a diario. Hemos confiado a fe ciega que vivimos en una democracia, porque así nos lo han hecho creer por mucho tiempo, quizás desde el 1963 y por esa creencia los políticos han explotado nuestras vulnerabilidades como pueblo. Ya conocen al dedillo que nos gusta lo fácil, ser “solidarios”, es decir, vivir del cuento y, la verdad razonada, aquella donde solo habita la razón como esencia de vida, se ha perdido y sólo existe lo que cada quien quiera o desee creer.
Se incrementa la deserción estudiantil, quizás en igual proporción en la que construyen edificios para “escuelas” y por igual crecen los “Ni, Ni”, los niños del conuco y los asaltantes rateritos que matan sin piedad hasta por un celular. Se incrementa el presupuesto hasta el 4% del PIB para educación e indolentemente incrementan el clientelismo de “empleo” para satisfacer compromisos políticos; invertir ese dinero en publicidad; actividad proselitista del incumbente de turno; algún allegado o compañerito y publicaciones en los medios, porque es más importante que emplearlo en la preparación de los maestros.
De lo que recuerdo, estoy seguro, que a ningún Presidente la historia le ha presentado este tipo de oportunidad de “hacer lo que nunca se ha hecho”, pero, no ha sido así. Los discursos y arengas hace tiempo que perdieron sus efectos y hace tiempo debió de haber pasado a los hechos. Y no hablo de corrupción en la diarrea de construcciones de edificios para “escuelas”, más bien, hablo de “indelicadezas” en las mismas, donde la mayoría no resisten una auditoría llevada a cabo por un estudiante de hasta cuarto semestre, pero, nada, no hay acción. Constituyendo lo peor, que como estoy convencido yo, lo está la inmensa mayoría de este pueblo, de que el Señor Presidente, con relación a estas indelicadezas, está más que exento, inmaculado, intocado como si fuera una virgen y que ni un solo centavo ha manchado sus manos.
¡Entonces, hasta los chinos de Bonao saben sobre esta situación! Que el manejo de estos dineros comenzó mal y continua igual. ¿Por qué no destinaron proporciones iguales para las construcciones y la preparación de los maestros, de manera tal, que fueran mancomunadas las construcciones y las capacitaciones de los profesores? Pero no, con los maestros no hay movimiento de tierras, ni concursos amañados, no hay “grasa” ni 10%. Construcciones de edificios hasta en las cañadas, dos y tres pegadas como si fueran una vecindad y sin tener quien enseñe o quien vaya aprender. Mejor fue dirigir esos recursos a cuantiosos aumentos salariales y otras tantas pendejadas “medalaganaria”, sin freno, y lo peor, sin sanción alguna, solo impunidad.
Si el Señor Presidente se decidiera, no hay duda posible, se convertiría en el hombre-político de hoy y de mañana. Pasaría a la historia como el único político que acabó con las indelicadezas de los funcionarios públicos y, hasta con la impunidad para el cumplimiento de las leyes por parte de grupos enquistados en la sociedad, que a falta de las autoridades competentes para ejercer el monopolio de la violencia, hacen lo que les viene en ganas.
Y quizás, solo quizás, la gran mayoría de nuestros políticos desconozcan, que no es el clientelismo, no es el dinero, no es la posición oficial o cualquier tipo de riqueza material lo que engrandece y hace lucir una buena imagen, sin importar la posición social o económica, esto, solo lo proporciona… ¡La Dignidad! ¡Si señor!